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Música

Punk rock vegano para tus orejas come-plantas

Los veganos son animales míticos superiores a los seres humanos. Vinieron al mundo a cumplir un sólo propósito: evangelizar a los caníbales ordinarios con su filosofía adora-unicornios y escuchar mal punk.

Los veganos son animales míticos superiores a los seres humanos. Vinieron al mundo a cumplir un sólo propósito: evangelizar a los caníbales ordinarios con su filosofía activista adora-unicornios. Su labor de defender los derechos de los animales de forma no-humana se extiende a todas sus prácticas diarias. Comen comida vegana, usan ropa vegana y escuchan música vegana. Hasta hablan vegano. Son seres espirituales, más y mejores que los brutos asesinos sacrifica-animalitos que son los humanos. Sus vidas son mejores. Son más inteligentes y más fuertes. En el caso de la música, son sobresalientes. A lo largo de la historia, músicos legendarios como Bob Marley, un par de Beatles, Morrissey, Moby, Stevie Wonder y otros tantos se han declarado vegetarianos (tal vez en las vidas de muchos todavía no existía la posibilidad de declararse estrictamente veganos, pero podemos suponer que lo hubieran sido o lo son ahora).

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Independientemente de las leyendas musicales que mencionamos aquí arriba, el género asociado a los veganos no es el reggae ni la música británica. Los músicos que promueven explícitamente su veganismo (el corrector de ortografía me cambia constantemente la palabra a vaginismo) con absoluta superioridad moral tienen bandas de punk rock oscilatorio entre el heavy metal y la letanía anti taurina de un padre esquizofrénico. Ese es un síntoma clarísimo de la decadencia de esta raza superior. Y también es una señal de que se acerca peligrosamente un apocalipsis musical desde 1986, cuando se fundó Propagandhi, una de las bandas dedicadas exclusivamente al proselitismo moralino anti-salchichas-y-embutidos. Propagandhi. Qué pinches pesados.

Iron, 2013. Por Martinezz Photography

Es un poco triste que el rock de protesta (me da mucha pena llamarle así porque siento que estoy hablando de trova pero es cierto que el rock ha sido un medio de divulgación de temas importantes y no puro Tutti frutti) tenga que recurrir a los veganos para hablar de algo. Y es aun más triste que los veganos tengan que recurrir a los terrenos más filosos del rock para sentir que su alimentación tiene que ver con una causa mayor que sólo lo que se menten al hocico y que además es una causa que transgrede los límites de la moral torcida de los mortales.

No es la primera vez que la música se ve atravesada por un discurso premasticado, chicloso y ñoño. Después del verano del 69 todos los vagabundos del mundo tomaron el flower power para que cualquier pinche greñudo pudiera caminar encuerado con el pretexto de que ser jipi era una posición política ante la represión de la ropa o algo así. O cuando el punk de plástico, ese punk inventado por Malcom Mclaren y Vivianne Westwood, adoptó el símbolo de la anarquía como emblema estético que justificara su look puntiagudo con una corriente ideológica para que alguien los tomara en serio, la cosa empezó a valer verga. Después de eso se dejaron venir todas las riot grrrls, el rock cristiano, el gangster rap, el narcocorrido, el fernandodelgadillismo, Maná, Ricardo Arjona y todos esos mutantes ideológicos que se trepan como sanguijuelas a la música para propagar sus patologías freudianas disfrazadas de enfermedades sociales.

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En defensa de los estúpidos come-carne, y para responder la pregunta primigenia que cuestiona la relación vegano-punk-rock-de-mierda, vamos a hacer una disección de las bandas veganas para examinar su discurso post-humano.

Propagandhi, “Meat is still murder”

Una canción que empieza con un anuncio como de legal estilo “come frutas y verduras” o “acompáñelos con leche” de entrada es sospechosa. Y si el título es una frase hecha a la que hay que acceder añadiendo temporalidad, entonces es doblemente sospechosa. Pero todo esto importa poco, hasta que en una de sus líneas, el vocalista dice que tiene sueños recurrentes en donde aparece él, con un arma y otra especie. Aquí es donde se pone complicado. En una de las lecturas posibles, esto sólo quiere decir que el tipo carga con una culpa tremenda y se la atribuye al resto de la humanidad-consume-miel-de-abeja, pero sin duda tiene que ir a terapia. La otra lectura posible tiene que ver exactamente con eso mismo de lo que sufre el querido Morrissey. Implica que tiene un deseo reprimido de matar a la gente que consume producto animal. Esta es la contradicción de los veganos. Si no quieren comer cosas con orejitas peludas ni usar sopa de seda para protestar en contra de la explotación a las pobres orugas está bien, pero no tienen que asesinar a los que sí nos gustan los tacos de bistec.

Tim de Rise Against habla del abuso animal

Tim es un chico listo. Él no está hablando de su superioridad porque no tiene ese complejo. Él habla de construir un mejor futuro. Habla de tomar mejores decisiones. Porque él es un claro ejemplo de tomar decisiones correctas, como cantar en una banda que hace música horrible y tener que colgarse de PETA para decir algo que no sea "me molestaban en la escuela y veinte años después sigo tocando para niñitas antisociales de catorce años."

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Anti-Flag hablan sobre ser veganos

Aquí hay un punto clave en el discurso del muchachito con peinado de gallina parda. Él habla sobre “el pedazo de carne que te ofrece tu mamá o tu abuelo” y sobre las posibilidades del internet. Esto trae implícito lo anticuado y retrógrada que es comer carne. Porque los veganos son el futuro de esta especie.

Russ Rankin habla de abuso animal

Nuestro amigo Russ tiene dos bandas. Una de nombre Good Riddance cuyo único éxito es un cover a “Time of your life” de Green Day. La otra se llama Only Crime. O-n-l-y C-r-i-m-e. Y el único foro que les sigue la pista es, por supuesto PETA2. Además de ser vegano desde 1993, Russ tiene el pelo así desde 1993.

Satanic Surfers, "Institutionalised Murder"

Los Surfers Satánicos son una joya del rock vegano. Ellos no se van con ambigüedades. Van directo y al grano. Sus letras dicen cosas como "¿Cuánto sabemos acerca de lo que comemos y de donde viene? Sabemos que somos superiores." Son preciosos. Y veganos. Y superiores. Pero sobre todo satánicos (y surfers). Tienen todo muy claro.

El hierro del veganismo son estos tipos que le pegan al straight edge (una tendencia de músicos hardcore que no fuman, no beben, no se drogan, a veces son veganos y se representan a si mismos con una “x”) y con un screemo death-metaloso cantan sobre la violencia y la comida. “Yo todavía escojo mi dieta con cuidado, pero la sangre en tus manos no se quita.”

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Entonces, después de tomar muestras de cultivo representativas del rock vegano, los resultados que arroja este estudio completamente inútil son puras obviedades.

1. Sus cinturones de estoperoles y sus chalecos de piel son en realidad de caucho.

2. Para los veganos, la música es un vehículo para rebelarse contra los estofados de sus mamás.

3. Usan la música para eximir sus culpas.

4. La música es un pretexto para atribuirle sus culpas a todas las otras personas no-veganas.

5. Ese tipo de punk rock tiene una característica ultra-adolescente que se acomoda perfecto entre lo turbo-adolescente que es la superioridad moral de los veganos y lo puberto que es andarse peleando con los demás por los conejitos.

Tengo hambre. Voy a asesinar un jabalí de esos que ya están hechos carnitas en el puesto de enfrente. Porque soy mala. Mándenme besos e insultos por Twitter: @salvenseustedes

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