Los 10 discos colombianos de 2017
Ilustración por: Sofía Cardona |Noisey en Español.

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Música

Los 10 discos colombianos de 2017

Una selección de álbumes desde la tierra del sagrado corazón que merecen ser escuchados una y otra vez.

Otra vez nos enfrentamos a esta difícil tarea de sentarnos a evaluar lo mejor del sonido colombiano, de volver atrás, hacer listas, recortar esas listas, discutir qué sí y qué no, mientras afuera todos están embadurnados de natilla, hastiados de buñuelo y ebrios de vino. La misión, difícil desde donde se le mire, nos obliga a escoger, dentro de uno de los años más fértiles de la música en Colombia, 10 discos que merecen mención especial y que por más que se intente siempre resultará siendo una selección caprichosa y subjetiva.

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Antes de arrancar, debemos hacer también una mención especial a esos trabajos que quizás no van a encontrar aquí, pero que definitivamente hay que escuchar, como el delirio de fantasía de Las Áñez con Al Aire, el precioso En el caribe también pasa esto de Buendía, el Despegue de La Chiva Gantiva, el sudoroso y rico Mis tierras calientes de Cero 39, el potente Escupiendo Tulipanes de Los Maricas y todo lo que nos dejó el hip hop local, del cual haremos una lista aparte porque lo merece.

Con esto dicho, y sin ningún orden específico, ¡vamos a darle!

***

¿Dónde estás María?
Meridian Brothers

Éblis Álvarez es un sello de garantía: ofrece música que no se parece a nada de lo que el mundo pop o académico tiene en el espectro colombiano. Su liderazgo le permite pulir gemas en un disco en el que hay arreglos impecables de cuerdas y letras tan surreales como divertidas. Éblis puede criticar, filosofar y comparar, pero siempre termina haciendo mover las caderas. Al escuchar “Yo soy tu padre, yo te fabriqué”, “Entra el ritmo antillano”, “Cumbia eres la cumbia” se puede pensar que se está llegando a un trabajo similar a la Tropicalia brasilera de los sesenta, por medio de la cual se permite destruir, reconstruir y girar en torno a la revolución. Hay espacio también para la lucha política tropical con “Háblame amigo, citadino” en la que se hace referencia a esas luchas políticas entre lo puro y lo urbano, que en últimas confunden y dividen. Siendo además un disco publicado por el sello Soundway, ¿Dónde estás María? ofrece la mejor manera de entender que, lo que se ignora localmente, es apreciado por aquellos que no buscan lo exótico, sino lo actual. Si algo tiene el sello distintivo de ese alterego de Álvarez es ser tan serio como burletero cuando se trata de hacer referencia a las músicas populares latinoamericanas. Sea salsa, cumbia o bolero, aquí no se espere escucharlo puro, se escucha diluido, transformado y vigorizado, porque este alquimista sonoro no puede dejar quieto nada. — José Enrique Plata Manjarrés
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Cosmus
Mitú

La tercera placa de Mitú demuestra cómo la cantera sonora llamada Colombia está en un punto alto. Junto a proyectos como Bomba Estéreo, El Freaky, Systema Solar, Ondatrópica o Ghetto Kumbé, Mitú hace una exploración musical y estética similar a un motor turbo: potencia y proyección de camino. Cuando se escuchan “Fin” o “Fiebre”, se está ante una llamada al baile y una mirada certera en el fenómeno de usar de elementos nativos junto a recursos electrónicos, que es ya algo consolidado en el continente. Pero si esto puede parecer simple y fluido, es algo que se tuvo que hacer en calma. Sin rapidez ni presión, esta placa fue íntimamente grabada y producida. Cuenta además con la presencia de Teresa Reyes, una voz excepcional y única en el país por su registro. El tejido electrónico es un reflejo de una delicada unión entre máquinas y tambores como no se había tenido en el país. No se trata de jugar a ser exóticos, se trata de ser local con espíritu global. Cosmus es un disco que suena actual, vigente y muestra una faceta importante de un proceso que este año tuvo la oportunidad de ser escuchado en escenarios de América y Europa. La producción confirma cómo lo tribal se hace techno en temas como “Suave”, “Sole” y “Siempre”. Pinceladas suaves de bases champeteras que son la evolución natural de cómo Julián y Franklin se dan gusto mientras hacen la música que el mundo necesita. — José Enrique Plata Manjarrés
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Baile Bucanero
Ondatrópica

Tuvieron que pasar cinco años para tener material nuevo del dream team clásico y contemporáneo que es Ondatrópica, comandado por el activista y antropólogo cumbiero Mario Galeano y el siempre curioso escudriñador William Holland “Quantic”. Desde aquella joya tropical, experimental y desenfrenada que fue el Ondatrópica Vol 1 de 2012 , aterrizamos en pleno 2017 para recibir Baile Bucanero, la continuación de un laboratorio sonoro que no conoce frontera geográfica ni lugar en el tiempo. Aquí, a través de 15 canciones y con una alineación de 35 maestros de la vieja escuela, nos enfrentamos a un viaje que ya no es tanto descarga y frenesí, sino algo más contemplativo y esto tiene que ver de alguna manera con el hecho de haber sido grabado entre la fría Bogotá y el paraíso terrenal Providencia. El dub místico, el calypso con detalles electrónicos y la ragga antillana en temas como “Conmotion”, “Lazalypso”, ”Come back again” o “Trustin’”; la cumbia como ritual de fuego y caderas sueltas en “Cumbia bucanero”, “Campesino” y “Malaria” y el tamborito del Pacífico en “Boga canoero”, hacen parte de este viaje que termina en una melancolía encantadora con”Just a moment”. Una rareza, definitivamente, pero también un disco que une lazos y voces para crear una hermandad que va más allá del territorio. — Sebastián Narváez Nuñez

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Me cansé de llorar voy a vomitar
Las Yumbeñas

Después de varios tropiezos, el álbum debut de Las Yumbeñas Me cansé de llorar voy a vomitar llegó por fin en 2017. Sus letras están llenas de lamentos y cínicos reclamos a todas esas personas que nos hacen sentir miserables, siempre inyectados de una actitud nihilista e insolente. Con una apuesta por un sonido pop-punk lo-fi que solo podría existir en una época post-emo, la banda bogotana logró capturar la melancolía y despropósito del adolescente perdido y desadaptado, cuya vida consiste básicamente en enamorarse y odiarse por hacerlo - Juan Ruge.
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Fátima
Magallanes

Mientras Los Animales Blancos cambiaban silenciosamente de formación, Andrés Gualdrón
estrenó su proyecto Magallanes con Fátima, un disco que aborda la religión católica como tema central, vista desde su perspectiva atea y curiosa, haciendo referencia a los milagros de la Virgen del Fátima (y las teorías de conspiración que los rodean). Con este contexto, y usando guiños a la música católica y medieval, Gualdrón creó esta serie de canciones ingrávidas y sintéticas, mayormente instrumentales, con una sensibilidad nostálgica que comparte con artistas como Oneohtrix Point Never y Ariel Pink. Su sonoridad habla de una influencia ochentera innegable, pero su tratamiento no tiene nada de añejo; desde la juguetona “El idioma de las cosas” hasta el baile lento experimental de “Mar de fuego”, las canciones de Fátima crean un universo sonoro particular que es extrañamente familiar y a la vez novedoso. Gualdrón no nos hizo querer correr a misa, pero sí querer correr a escuchar este disco repetidamente.- Algodón Egipcio.
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Sun a shine
Elkin Robinson

Minimalista y ensoñador. Mágico. En Sun a Shine, la perla de la música isleña, Elkin Robinson, nos regala un cancionero que casi se siente como un cuento, una recopilación de elementos tan suyos, tan cercanos a su paraíso terrenal, a sus atardeceres emocionalmente hermosos, sus calles, las historias que habitan en ellas, su vida cotidiana y contemplativa. Un disco hermoso donde más allá de la influencia del mentó, el calypso, el soca, el reggae roots y el folclor caribeño, hay una necesidad de hablar de lo mundano como el amor que se encuentra en todo, como bien dice en “All around”; un llamado a la revolución cultural en “Revolution time”, odas al caer de la tarde en la orilla del mar, la inspiración en medio de la dificultad y la empoderación de esa raíz del creole, que más allá de mantener viva la tradición, se trata de conectarnos a todos con esa tierra que parece tan alejada en el mapa. Vale la pena mencionar también el soundtrack increíble del que hizo parte Elkin junto a Cerrero, Manku y Shalaboom para la película Bad Lucky Goat , otra joya de la casa Llorona Records. - Sebastián Narváez.
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Servicios Ambulatorioz
Alcolirykoz

De mil maneras podríamos describir lo que hizo Alcolirykoz en su vuelta al ruedo este 2017 con Servicios Ambulatorioz, y sin embargo ninguna tan sencilla y a la vez certera como la que da Kaztro en plena introdución: “Este disco es una deuda con la historia. Amén”. La participación de Rocca en “La penúltima cena”, la unión con Rulaz Plazco en “Género Rural”, los versos de La Etnnia en “Los sospechosos de siempre” y haber logrado la brutal colaboración de Sadat X en “Música para planchar”, son el perfecto ejemplo de esa “deuda” pendiente, de ese homenaje a la vieja escuela, a los que abrieron el camino y lo entregaron pavimentado para los que quisieran seguir. En 14 canciones que componen este trabajo se encuentra la definición perfecta de visceralidad, canciones honestas que van del regaño al regalo, como queda claro en los paréntesis del “Intro” y el “Outro”. Y además de eso, un disco que refleja el sentimiento de llegar a los 30 años y encontrarse con pensamientos sobre la muerte como en “Changó”; hacer introspección, estudiarse y ver de frente el ego como en “El malo de la película”, volver al barrio y describirlo en códigos como en “Laura Ronda”, divertirse en rimas como con “Tararea”; hablar del amor desde la honestidad de los errores como en “Normal”, en fin. Servicios Ambulatorioz es la suma de beats geniales de El Arkeologo, letras frenteras y el acostumbrado gusto de estos paisas de darse el lujo de hacer lo que les da la gana en cada canción y tomarse todo el tiempo del mundo para lograr satisfacer sus deseos de alcanzar lo más cercano a la perfección. - Sebastián Narváez.

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La balada del carranguero
Los Rolling Ruanas

Con "A hard day's night" de Los Beatles, "Paint it black" de Los Rolling Stones y "Toxicity" de System Of a Down, conocimos hace un tiempo a este cuarteto de bogotanos enrruanados que armados de tiple, requinto, guitarra y guacharaca lograron meter al rocanrol en un laboratorio experimental y convertirlo en un imparable monstruo de la criollidad agresiva. Después de antojarnos con algunos sencillos en 2016, finalmente en marzo de este año Los Rolling Ruanas hicieron su debut con La balada del carranguero, un disco que en sus 10 cortes eclécticos logra una mixtura de carranga, grunge, rock and roll y música campesina que se siente como un diálogo entre ciudad y campo, un retrato maravilloso de baladas con crudeza, desenfrene y una psicodelia rebelde imposible de domesticar. Cabe destacar sin dudas “Maleza” junto a Edson Velandia, “Hoy para siempre”, junto a Catalina García de Monsieur Periné y las versiones en carranga de “Toxicity” de System Of a Down y “Crazy Little Thing Called Love” de Queen. - Sebastián Narváez.

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Campoamalia
Hermanos Menores

Hermanos Menores es sin duda una de las grandes revelaciones del año en la escena independiente y underground bogotana. El trío conformado por Daniel Piedrahita en la guitarra , Alejandro Solano en el bajo y Sergio Moreno en la batería nos regaló noches memorables donde su nombre empezó a hacer bulla y se volvió cada vez más necesario acercarse a conocerlos. A finales del año pasado estos tres personajes se internaron en una casa de campo de Subachoque para crear Campoamalia, un disco de siete temas que, hay que decirlo, no le hace justicia al sonido monumental de la banda en vivo, a su contundencia y ese espacio totalmente lleno y totalmente penetrante que se siente teniéndolos en tarima. Pero aún con esos detalles de producción que pudieron ser mejores, no podemos negar que es un tremendo trabajo. Su sonido de ambient rock, stoner, post-rock y experimentación psicodélica es algo que por un lado recuerda al espíritu sonoro de Swans y por el otro se debate constantemente entre el trance hipnótico y el frenesí desesperado. Canciones largas como “Campoamalia” que abre el disco y “El alma y las nubes son formas” que lo cierra, crean ese viaje de abstracción lenta que luego se vuelve ruido acogedor, en el que la inspiración aparentemente viene de una relación con la tierra y hasta el universo y de ahí el nombre de canciones como “Laguna grande de la sierra”, “La primera piedra que surgió del caos”, “Remanso” o “Un jardín de baobabs”. Un disco para andar por el caos de la ciudad o detenerse a mirar un punto fijo y dejarse llevar. - Sebastián Narváez.
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Curao
Nidia Góngora y Quantic La unión entre la mística, poderosa y sublime cantaora Nidia Góngora y el guaquero empedernido y nómada sonoro inglés William Holland ‘Quantic’, es un idilio perfecto del Pacífico moderno y hasta futurista. Curao, su primer disco en conjunto, es una de esas joyitas que no pueden pasar inadvertidas. Un disco que abraza desde el principio, que lo sumerge a uno en un universo donde convive el sonido ancestral del Pacífico colombiano con los sutiles y encantadores arreglos electrónicos. Arrullo y marimba, downtempo y currulao, dub y chirimía juntos, dibujando un viaje selvático profundo con olor a lluvia y río bravo; con sabor a arroz con coco, borojó, cangrejo, camarones y viche. En 18 canciones esta dupla ensoñadora logra retratar sonidos y sabores autóctonos con “E Ye Ye”, la vida cotidiana y el baile en "Que me duele?", "Se lo ví" y "Muévelo negro"; la tradición religiosa y el arrullo redentor en "Dios promete", "María no me llevó" y "Maldito muchacho"; el empoderamiento de la historia en las raíces con "No soy del Valle" y "Un canto a mi tierra". Esto, señores, es la magia de la unión, el reflejo de la tradición y su potencial de expansión global. Es simplemente realismo mágico.
Escúchalo aquí. Y la ñapita navideña:

Resiliente

MULA Resiliente llegó a mis oídos en una noche de julio, meses antes de su lanzamiento oficial. El mensaje venía con dos advertencias: la de no compartirlo y mantener un pacto de confidencialidad y la escucharlo con volúmen alto o en su defecto en audífonos, para no molestar a los vecinos. Aunque claras las observaciones, creí que Santiago Botero, cerebro detrás de Mula exageraba. Bastó con reproducir “Hija”, la primera de siete canciones que tiene el disco. La cosa pintaba rockerita, distorsionaba e igual de experimental que todo lo que ha sacado la banda bogotana. Mucho bajo, mucha batería desenfrenada, mucho espíritu free jazzero, pero incendiario y oscuro. En un momento, con “Vagido”, agradecí estar sobrio para no sentir que me estallaba la cabeza. Al final, mi comentario a Santiago cuando me preguntó si lo había escuchado fue, con temor a irme a la mierda “no sé cómo describirlo aún pero se me vinieron a la cabeza unos conceptos, no sé qué tan absurdos: Desesperación psicótica, manifestación de las ansias, un grito desenfrenado de liberación en medio del encierro, apocalípsis construído y reconstruido mil veces, convulsión gloriosa y agonía redentora”, le dije. “Es como una sobredosis de cocaína donde el sonido ambiente es una distorsión agobiada”, sentencié sintiendo en el alma que este es un disco difícil de describir, pero no por eso falto de genialidad, todo lo contrario, es una constante necesidad por encontrarle explicación. - Sebastián Narváez.
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