Seis razones para darle chance al Reggaetón
Ilustración por Julio Derbez

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Música

Seis razones para darle chance al Reggaetón

Es momento de quitarte todos esos prejuicios que tienes encima, y empezar a perrear hasta abajo, hasta que tu cadera se haga de hule.

No se atreva uno a abrir el hocico y decir algo a favor del reggaetón, (ése género despreciado por aquellos que se creen abiertos y respetuosos y son estudiados y saben de música y visión de género), porque del cielo te caerá una madriza de insultos desproporcionados.
Ya saben: comenté por ahí en un medio más o menos masivo que me gustaba el reggaetón y: ¡toma pa tus tunas! Toneladas de comentarios culeros y llenos de odio: que yo decía puras mamadas, que los reguetoneros deberían de desaparecer, que ese género era una basura, y que todos los pinches chakalitas delincuentes deberían de morirse por nacos y putos… Ya saben, comentarios finos que demuestran una apertura mental sin precedentes.

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La onda es que este tipo de comentarios no pertenecen sólo al campo del anonimato internetero: cuando le presumo una buena rola de reggaetón a mi mejor amigo, aunque ni siquiera la haya oído, tuerce la boca y hace cara como si picaran sus puros oídos con una aguja oxidada infectada con sida: ¡aggggh! Y no se diga la mayoría de mis compañeros escritores (hay unas honorables excepciones) o de algunas chicas indignadas por la horripilante forma en la que el género retrata a las mujeres (aunque sólo hayan oído un par de canciones). Y, como siempre, tías y familiares religiosos que se persignan ante las terriblísimas imágenes de unos sanos muchachotes trenzados en el acto del perreo; o sea: arrimándose el camarón recio al ritmo del dembow.

Si perteneces a ciertos círculos culturales pretenciosos y dices que te gusta el reggaetón, que tiene valores artísticos, que es el género que en estos momentos más abandera la furia del punk, casi casi estás excomulgado. ¡Cómo, no mames, pinche chamaco pendejo!

Pues sí. A mí me gusta el reggaetón. Y te digo, no seas fresa y dale chance.

Aquí te van las razones por las que deberías ponerle atención al género y empezar a perrear hasta abajo, hasta abajo, hasta que la cadera se haga de liga.

1.El uso del lenguaje

¡Es literatura callejera puertorriqueña! El caló de los caseríos de Puerto Rico ha sido exportado a todo el mundo, y la fusión de esa jerga puertorriqueña con las de otros países es deliciosa (el cumbiatón mexicano, por ejemplo). Salvo la "Chilanga banda" de Jaime López, hay pocas canciones en otros géneros que de forma tan densa condensen el caló duro de los barrios latinoamericanos. El lenguaje del reggaetón es una sabrosura; cómo tuercen los anglicismos y se crean neologismos y sonidos que se trepan perfectamente al dembow.

Aquí unos ejemplos:

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"Guasa Guasa", del maestrazo Tego Calderon

Oye, tu eres guasa, guasa…guasa, guasa
Tu eres guasa, guasa…envuelve masa
Si zumbas de lo mismo, qué tú quiere que te diga,
No se dan cuenta que no dan la liga
Con la misma guasimilla tratando de meter cabras,
Pero es que mucho ladro y es cuando sangran
Oye, yo ya noté que son poquititos
Yo ni sabia que era prestao', el prendón, bendito
Prenden una moña distinta a la mía
Ustedes mismos saben que estoy mas al día
Pa' ustedes patearme a mi,hacen falta mas personas
Maradona en metadona y tú estás muy barrigona

(Yo si soy killer, mas monstruo que los de 'Thriller')
(Los mato de lejito como Reggie Miller)

Y esta otra joya: "Daga adicta" de Lui-G 21 y J Álvarez

Esto es perreo a lo bruto, a lo cavernícola
Dándote hasta joderte la vesícula
Tricula abierta 24-7
Viola la ley pa' ponerte el grillete…

Voy hacerte una llave con un perreo agresivo
Y hacerte la dormilona pa después meterte el chino
Tan como agresivo león, como churumba
A mi me gustan así como tú, adicta a la rumba

Y, siguiendo con el lenguaje, aquí te van algunas de mis palabras favoritas reguetoneras.

Babilla: Coraje, huevos, valor.

Bicho: Pito, verga, pene.

Bichote de cartón: Fantoche; persona que presume de lo que no es.

Camón: Aquel que después de haber tenido relaciones sexuales heterosexuales decide probar las homosexuales.

Chota: Chivato, soplón.

Fantasmear: stalkear a alguien, seguirlo.

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Frontear: Caminar presumiendo lo chingón que eres o que crees ser.

Guaynabicha/Guaynabicho: los fresas pretenciosos puertoriqueños, algo como los mirreyes.

Perse: Miedo, angustia.

Pichar pa loco: Ignorar a alguien.

Rebueleo: Pelea, desmadre, enfrentamiento.

Yales, gevas, girlas, mais: chavas.

Si te gusta la riqueza del lenguaje informal, el reggaetón será lo tuyo. ¡A huevo!

Si te quieres clavar más, hay por ahí varios diccionarios de reggaetón en la red y algunas tesis sobre el uso del lenguaje en el reggaetón que explican el origen de cada palabra (te recomiendo esta).

Si además de la música, te gustaría clavarte en el caló puertoriqueño, éntrale a la deliciosa novela "La Guaracha del Macho Camacho" de Luis Rafael Sánchez.

2. Sin filtros ni hipocresía

Es el único género que se acerca al porno. Sin filtros ni autocensura (obvio, no los más comerciales; como en todos los géneros, no todo lo que se hace es bueno).

Aquí un ejemplo que me gusta:

"Soltera", de Arcángel

Ay, es que yo me transformo, se lo pongo
en la boca de adorno y se lo hago como actor de porno.
Dame un poquito, que con un poquito yo me conformo;
te pongo eso allá abajo calientito como un horno.

Y yo soy ese tipo que la vuelve loca
que le besa la boca, el cuello, también la chocha;
Toda la noche le doy duro como roca,
me excito lentamente, cuando suave ella me toca

Y aquí otra de De La Ghetto Ft. Arcángel, Ozuna Y Anuel AA: "La ocasión"

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Que lo tengo grande, y que bien rico chingo
Y dale, métele, sólo por capricho sométele, motívate
Agárralo con tu mano y verás que es algo sano
Dale pa' alante y pa' tras y súbete en el palo
Dale ven que me siento contento, este bicho parece cemento…

Hija 'e Lucifer, por dentro te lo vo'a esconder
Real G 4 Life tatuao' en mi piel
Fumando puré, chingando con 100 kilos en el hotel
Te la vo'a comer, este bicho te va a poseer…

3.Porque reivindica a las mujeres.

¡Sí, sí, como ves! Por supuesto, el reggaetón, casi todo, trata a la mujer como un objeto sexual —pero no sólo a ellas, también a los hombres. Simples y puros objetos sexuales. A diferencia de la hipocresía del pop o del rock o de tantos y tantos géneros, los reguetoneros y reguetoneras, salvo excepciones, no se espantan por la sexualidad de las chavas, ni porque sólo quieran coger. Y las palabras sata, parga, geisha— o sea, puta— no necesariamente está dichas para juzgar. Hay cientos de canciones donde esos machos reguetoneros en ningún momento ven mal que las mais sólo quieran coger y no estén interesadas en nada serio.

Porque los hombres y las mujeres —sí, le duela a quien le duela— somos objetos sexuales. No está mal separar el sexo del amor. No sólo somos eso, pero también lo somos.

El reggaetón defiende el derecho que tenemos hombres y mujeres de ser sólo objetos sexuales. La tercer ola feminista reivindica que la mujeres pueden ser seres 100% sexuales: o sea, que no es malo un las chavas quieran coger en cualquier momento, sin compromisos. SOLO POR PLACER. Y el reggaetón entiende esto más que nadie.

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Aquí hay un muy buen artículo de una chava mexicana, feminista, a la que le gusta el reggaetón y el perreo.

Y aquí algunos ejemplos de esto:

"La Killa" de J King y Maximan

No corre con mentiras ni falsedad
Un bachillerato en la universidad
Independiente ella a nadie le debe na
Y adonde llega todos le dicen…

Ella es la killa y perreando le mete
Aparte es sola no tiene jinete
Tiene puesto los cuatro mi combete
Esto es dembow que se pone al garete

Y esta:

"Como yo le doy", de Pitbull ft. Don miguelo

Ella no ta' enamora de mí (yo tampoco)
Pero le gusta como yo le doy
Yo la pongo a volar cuando yo le doy besos
Pero no ta' enamora de mí
(Ella solamente quiere pasar momentos lunáticos)

Casi siempre me llama a las tres de la mañana
Dice que soy su pana
Que le quita las ganas
(Lo que pasa es que yo)
Yo nunca la dejo a media
Tu entiende el drama (oye)
Dice que soy su pana
Que le quita las ganas

4. Porque el arte no tiene que ser políticamente correcto

Hasta las canciones reguetoneras con las que ideológicamente no estoy de acuerdo, como las que exaltan la vida de narco puertorriqueño (bichote) y el limpiarte las nalgas con billetes de a cien, están escritas sin filtros: expresan el deseo, las ganas de encontrar un lugar en el mundo y ser alguien (aunque sea a través del dinero y la fama). Y eso es lo que permite el arte: ponerte en el lugar del otro sin juzgar y cantar desde ahí.

La literatura entiende bien que no porque uno escriba un cuento en primera persona sobre un violador, es porque uno sea un criminal que defiende el derecho de violar a quien uno quiera. ¡Por favor! Si nos creemos eso de que todo lo que uno canta es lo que uno piensa y hacemos arte desde el compromiso de expandir ideas "correctas", lo único que haremos es descremar el arte, aplacarla para las buenas costumbres: algo así como lo que será la "Ingrata" de Café Tacuba en su nueva versión amable y con visión de género.

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Aquí un ejemplo:

"Pacas de a 100", de Arcángel ft. Daddy Yankee

Mucho gusto, yo soy Raymond
El Jordan del reggaeton
Clemente en el beisbol
Messi en el futbol
Como Tiger en el golf
Ali en el box, pa'
Número por número, Yankee The Big Boss
King Daddy mi reloj se burla de las 12
Compro una mansión al lado
Pa' poder tener mi closet
El hombre luz luz, brillando sin linterna
Con un millón de tenis, solo tengo 2 piernas

5. Porque el cuerpo lo pide

Ahh, porque el dembow es delicioso. Porque las células se erizan y los perreos del mundo y los arrimones consensuados bajo el sandungeo más intenso son libertad, son placer. ¡Perreo, perreo, perreo! ¿Qué hay de malo en un ritmo que te levanta de tu silla, que te saca de tus reflexiones profundas y te acerca a las cascada de oscuridad que es el cuerpo? Sudor, perreos donde unos a otros y otros a unas y unas a unas se guayan las caderas hasta que los zippers explotan. ¡Bellacos, todos bien bellacos!

Aquí está buena rolita pa que el perreo explote:

6. Porque es contracultura

Todavía me acuerdo cuando tenía unos 16 o 17 años y me vestía de skato; tenía el pelo decolorado de güero, así, sobre mi cráneo bien moreno. Mis pantalones caían abajo de las nalgas junto a una cadena plateada que salía de un bolsillo. Un arete colgaba abajo de mi labio inferior. Cada vez que entraba a algún lugar vestido así —tienda departamental, súper, oficina, donde fuera— sentía encima los ojos de las pinches buenas costumbres: no dejaban de verme, no me fuera yo a robar algo, con la pinta de maleante que tenía.

Oía ska y rock en español, y las viejitas y las tías decían, como siempre han dicho los viejos a los largos de los tiempos, las mismas mamadas: que si pura música de perdición, que si violencia y sexo y puro satanismo, que la música ya no es lo que era y la juventud se está perdiendo. En fin, ya se saben la cantaleta.

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Lo más triste es que muchos de los que en esos tiempos éramos eskatos o rockeros o lo que fuera, se han ido reformando. Es penoso ver cómo de manera avasalladora el sistema termina engulléndonos a todos: nos chupa los huesos y nos envejece. Somos nosotros los que ahora repetimos la misma sarta de pendejadas cuando vemos a los chavitos reggaetoneros: no mames, eso no es música, en mis tiempos la contracultura era diferente. No, es que estos chavos están tremendos, nosotros no hacíamos estas cosas… sí, éramos rebeldes, pero en el fondo había un respeto. Qué es eso del perreo. No, el rock era cultura, proponía, estas son pendejadas para puro pinche naco inculto.

Así lo dicen.

Y me emputa.

Porque son los mismos jóvenes que éramos nosotros, y porque el reggaeton, con su imitación gangsteril o ultrasexual o los mil contras que tenga, es la música que en esta generación ha abanderado la rabia: la rabia de reclamar un lugar en el mundo, a través del sexo o de la simulación del sexo; la rabia que se consigue espantando a las buenas costumbres, que antes eran malas pero ahora son buenas costumbres de chavos de treinta y tantos que desprecian el reggaetón… La aplanadora sigue girando y ahora nuestros huesos oxidados nos hacen repetir los rezos estériles de los viejos miedosos contra los que luchábamos en nuestros días. Esos viejos que hubiéramos aborrecido ser, esos farsantes miedosos y reprimidos que no entendían nada. Chale. VALE VERGA.

Por eso, invito a toda la banda a arrimarle el camarón a las buenas costumbres; las clásicas religiosas y las neo buenas costumbres que defienden lo intelectualmente aceptable y elevado.

¡Está más chido estar de este lado y, además, perrear!

¡Hasta abajo, hasta abajo!

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