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Música

Sabo Romo nos platicó sobre el ‘Rock en tu idioma sinfónico’

El bajista de Caifanes lleva desde hace varios trabajando en este proyecto, en el interpretan algunas de las canciones más icónicas de la era Rock en tu idioma.

Guitarrista y bajista, compositor y productor, Sabo Romo es uno de los músicos referentes del rock mexicano. De signo zodiacal piscis, formó a los 18 años su primera banda de jazz: Manhattan; después formó la banda de punk Ruido Blanco y de ahí no paró más.

En 1987 fundó Caifanes junto a Saúl Hernández, una de las bandas de rock más populares que ha tenido este país, y posteriormente fue productor de Aleks Syntek, Ely Guerra, Moenia y Jaguares. No contento con todo esto, se dedicó a formar su propia compañía discográfica, Mulata Records, y lanzó su primer álbum como solista en 1996: SSS.

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Y este año, después de mucho trabajo y un infarto superado en 2010, lanzó Rock en tu idioma sinfónico, un proyecto que no desea “rescatar” las canciones clásicas del repertorio mexicano, sino llevarlas a un nuevo sitio.

Con nuevos arreglos y acompañados por la Camerata Metropolitana, canciones como "Beber de tu sangre", "El Final", "Mátenme porque me muero", "El microbito", "Juegos de amor", "La muralla verde" y "Kumbala", entre otras, conforman este proyecto musical, del que Sabo Romo nos platicó en esta charla.

NOISEY: ¿Cómo y por qué deciden darle un giro a estas canciones de la década de los 80?
Sabo Romo: A Eliseo Reyna y a mí nos ha tomado seis años, a Felipe Pérez Santiago como tres o cuatro, y a Sony un poco más de un año. Es decir, ha sido un proceso que imaginamos como en 2009. Te doy la secuencia de los eventos: en 2010 se me atravesó un infarto y no lo pudimos hacer; en 2011 no pudimos hacerlo porque resultaba incosteable y muy complicado, y mi relación con las disqueras en ese momento no estaba muy bien, porque yo quería estar lejos de las disqueras, y era un proyecto demasiado bueno y demasiado grande para realizarlo de forma independiente. En 2011 se me cruzan los Caifanes, con un encuentro maravilloso en el Foro Sol, y de ahí para acá tenemos 4 años y medio de gira, que ha estado increíble, ha sido un proceso de reencuentros y de reubicación de emociones, de cosas muy padres. Y luego, en 2012, la primera carótida y en 2013 la segunda, hasta que en 2014 finalmente Eliseo y yo nos volteamos a ver y dijimos: “Hay que hacerlo ya”. No posponerlo más, porque de otra manera se nos va a echar a perder. En ese inter, desde luego, aparecieron muchos sinfónicos, tenía años circulando el primer sinfónico del Tri; ya había antecedentes al respecto.

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Leonardo de Lozanne, después de cantar “Microbito

¿Hay algún interés personal que te llevó a acercarte a lo sinfónico?
Mi antecedente con el rock y la música clásica se remonta a mi infancia, que me gustaba los progresivos italianos, españoles, alemanes, ingleses y franceses que fusionaban música clásica y barroca con instrumentos de época, como el rock and roll y con guitarras eléctricas, letras y con cosas bien padres. El proyecto lo armamos y en el camino apareció Felipe Pérez Santiago, que es una finísima persona —diría mi abuela—, y entonces Felipe tenía avanzada una parte del camino; ya había hecho arreglos de las canciones. Nos juntamos y coincidimos en muchas de ellas.

También coincidimos desde el día cero en que prácticamente era imposible conjuntar tantas buenas canciones de la década de los 80 en un solo disco, pero hicimos una selección y eventualmente nos tropezamos con Sony, se suma a la ecuación y logramos conformar un equipo artístico, un equipo disquero, de producción alucinante, en el que afortunadamente yo siempre estoy cobijado por Eliseo. Y entonces, como productor ejecutivo del disco, Eliseo empezó a tomar el control de muchas situaciones.

Finalmente vieno la parte más conmovedora de todo el proyecto, que fue hablarle a varios amigos para plantearles el proyecto y entonces mis amigos eran y siguen siendo y espero que así sea, Leonardo de Lozanne, los Neón, Rafa Sánchez, Marciano Cantero, Miguel Mateos, Paco Familiar. Algo fabuloso fue que, al intentar plantearles informalmente el asunto, me interrumpían diciéndome: “Sabo, lo que quieras”. Y entonces, me siento halagado por la parte artística, que me dice: qué bueno que toda mi banda jala; y por otro lado que me hayan dado la confianza de poner sus canciones en nuestras manos. Y entonces trabajamos con los arreglos, te reitero, sin estar todos los que podían estar.

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¿Por qué rescatar esta música de los 80?
Nunca lo pensé como un rescate o tablita de salvación. Nunca se planteó de esa manera, no… Fue: “Vamos a llevar estas canciones a un sitio nuevo”, eso era todo. Y dentro de toda esta premisa de llevar estas canciones a lo culto… A veces se piensa que como son rolas sinfónicas ya sólo es para tocar en Bellas Artes; no es así, porque finalmente el tema de la orquesta o de esta mal llamada música culta, es música para todos, es música popular y ya, pues tenía la magia desde luego de contar con canciones estupendas que eventualmente lograron generar unos arreglos sinfónicos estupendos, y entonces, en una de las muchas vertientes que tiene el rock sinfónico, yo pensé en una que me pareció, sin duda, una de las más atractivas —porque son muchas. Además de que este proyecto da una posibilidad de llevarlo de gira, por América Latina, Estados Unidos, España, etcétera, porque finalmente se tiene que enfrentar al público cautivo de todas estas canciones, pero también a quienes nunca han escuchado una sinfónica.

¿Se planea hacer diversos volúmenes de este CD o DVD?
Desde el día cero vimos que teníamos que hacer más de un volumen, pero teníamos que enfocarnos en el primero, y entonces ya una vez montados en la ecuación, empezamos a mandarles los arreglos. Todo mundo feliz y entonces yo tenía muchas ganas de volver tocar con la Chiquis Amaro, que es uno de mis bateristas consentidos de toda la vida, y Hot Dog, una de mis bandas favoritas de los últimos años; invité a Gasú Siqueiros, de los Amantes de Lola, que es otro guitarrista que me encanta, y a Arturo Ybarra de Rostros Ocultos, que es otro guitarrista espectacular, y entonces se formó ese cuarteto básico de rock moderno, y empezamos a ensayar. Posteriormente llega Felipe Pérez Santiago, con la Camerata Metropolitana, que es una reunión de jóvenes y no tan jóvenes comprometida con su oficio de hacer música. Imagínate: los de mi generación cantaban las rolas y los jóvenes que tocaban en chelo y el violín también cantaban las rolas, ¡era un gozo! Y para confirmar lo que estábamos haciendo, recuerdo cuando llegó Sergio Santacruz, abrió la boca en el ensayo y cantó: “Quisiera volver…”, y wow, fue increíble; luego llegó Bon y cantaron: “Voy a buscar…”, se fue sumando todo hasta que llegó el momento en que el proyecto se hacía solo. El equipo de producción es de Plataforma, una productora espectacular que se ocupa de espectáculos como el que Metaliica hizo en la Antártida, es decir, una productora importante.

¿Cómo vive un músico de tocar la misma canción mil veces? ¿En qué ayuda este proyecto a tus interpretaciones?
Es tocar mil veces más estas canciones que me sabía de memoria, aunque quizá no las había tocado nunca, pero que circulan en mi organismo… Llevarlas a un territorio diferente. Lo que hago con las canciones después de tocarlas cientos de miles de veces para no se conviertan en una monserga, en un letargo, en una carga, es que las toco diferente, le das pluses, nuevas armonías, esto es algo que usualmente se hace en vivo… Por ejemplo, con Caifanes tuve un taller para darles la vuelta a las canciones; a veces salían bien o no, es el riesgo y hay que tomarlo. Oír estas canciones sin afán de rescatar nada, sino de llevarlas a otro contexto; es decir, en el 95% de los casos son los mismos intérpretes, los originales, y me parece que esa es la magia, y que no necesita más que ser tocada, pero cada quien podrá emitir su juicio al respecto. Yo nunca te voy a decir que estas canciones son superiores a las originales o viceversa; no, simplemente son diferentes. No digo que nuestra versión del final sea mejor que la que tocan en un bar todas las noches, en Aguascalientes o en Sinaloa… no…. Simplemente son diferentes y el hecho de poder tener junta a gente querida y admirada con la que compartimos giras y excesos… pues ha resultado una terapia fabulosa para nosotros.

Uno de los personajes importantes de esta historia me dijo algo conmovedor: “Sabo, cuando me hablan y me dicen de qué se trata, me pregunté, ¿cuántos discos sinfónicos grabo a la semana? ¡Pues ninguno…! ¿Sabes cuántos discos sinfónicos he hecho en mi vida? ¡Ninguno! No quería perder la oportunidad de estar aquí y escuchar mi canción de esta manera.” Cuando este personaje me dice esto, me shockeó, claro, es que es eso… a mí me tocó la parte nada fácil de cantar “Mátenme porque me muero…” Y yo nunca había cantado con una orquesta cubriéndome la espalda… Y entonces empieza el ensayo y se me corta la voz, porque es una cosa emocionante, musical, tan estúpidamente musical que me conmueve, y desde luego me obliga a dar lo mejor… Cuando llegamos al estudio de mezcla, donde se trabaja y se acomoda la cuerda, la voz, etcétera, y empezamos a ver el video y las tomas, y seleccionamos los detalles para la edición, seguíamos asombrados del trabajo tan chingón que habíamos logrado. Entonces el colofón de esta historia es que estoy estúpidamente orgulloso del esfuerzo de todos por un disco tan bonito, tan entrañable, tan estúpidamente musical, tan bien logrado y tan emocionante.