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Música

La escena hardcore de El Salvador está terminando con el ciclo de violencia juvenil

La historia de El Salvador es una larga cadena de ciclos de violencia que se remontan a tiempos coloniales. En ese contexto, el hardcore ha sido una alternativa real para miles de jóvenes salvadoreñxs.

Foto por Menly Cortez 

El video que hizo la banda salvadoreña de hardcore Ignition para su himno callejero "Representando", es un montaje de la banda tocando en un bar metalero llamado Sin Sonido y ubicado en la capital del país, San Salvador. Los miembros de la audiencia, en respuesta al llamado del cantante Denis Villatoro, saltan uno sobre otro para gritar: "¡Las Calles! ¡Representando!" En otras tomas, los fans posan en conjunto, sonríen, o simplemente se niegan a voltear a la cámara. Las letras describen cómo es crecer rodeado de odio y destrucción, pero las canciones al final son sobre la familia y las amistades. El guitarrista, Mauricio Lopez, dice que en su banda "cantan sobre lo que es vivir en un país como este, en donde convives con familiares y amigos mientras resistes toda la mierda que te rodea".

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Lopez se refiere a los retos de la vida diaria con los que hay que luchar en El Salvador, en donde la mierda que te rodea incluye violencia pandillera brutal. Las dos pandillas que luchan dentro del país son, o los maras, Ms-13, o el Barrio 18, y son los principales culpables de las muertes en el país. Se especializan en extorsión pero se han ido involucrado bastante con el tráfico de drogas. Tan solo el año pasado, se reportaron 6, 656 homicidios en el país. Con un promedio de 24 muertes al día, actualmente El Salvador cuenta con los niveles más altos de asesinatos en el mundo.

Las razones de toda esa violencia son complejas, empezando por la guerra civil en El Salvador, que provocó que muchos salvadoreños volaran a Los Ángeles. De ahí surgieron las primeras pandillas, las cuales inicialmente se dedicaban a cuidar a sus vecindarios. Y cuando un gran número de salvadoreños fue deportado de Estados Unidos en los 90, las pandillas en El Salvador se desataron. Ahora la mayoría de los barrios pobres son controlados por alguna de las pandillas. Muchos hombres de allá encuentran satisfactorio eso de unirse a las pandillas, y por otro lado temen entrar en conflicto con ellos. Las mujeres jóvenes también son bastante vulnerables ante las pandillas en muchos sentidos. Cualquiera puede correr peligro con el simple hecho de cruzar una calle equivocada hacia otro barrio.

Pertenecer a una pandilla tiene su atractivo. Los maras proveen sensación de pertenencia y cierta protección para la gente joven del país, donde miles de familias han sido trastornadas por décadas de violencia— pero como las pandillas, también la música. En El Salvador la escena de hardcore está concentrada en San Salvador donde la cultura straight edge en los jóvenes parece tener bastante resonancia en la región, donde ha tomado un nuevo significado dentro del contexto de América Central.

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Joel Rodriguez, guitarrista de la banda straight edge Toma El Riesgo, una de los grupos líderes de la escena, y co-fundador de la disquera Solid Foundation​, recuerda que de joven la escena punk le parecía atractiva, sobre todo en aspectos de alienación​. Se conectó inmediatamente con el hardcore cuando escuchó a la banda puertorriqueña Tropiezo: "Antes, escuchaba música punk y pensaba como 'a la mierda todos' y 'no me importa el futuro'. Luego escuché a Tropiezo y ellos cantaban sobre el futuro y ser rebeldes—con una causa".

Foto por Menly Cortez

Rodriguez es estudiante y trabaja en un call center. A sus 27, está en la edad perfecta para ser parte de una pandilla. Ha sido amenazado solo por el hecho de cruzar a un territorio que es controlado por la pandilla de la calle 18, justo enfrente de la comunidad en la que vive con su familia. "La gente que está viviendo en este tipo de barrios o incluso cerca de ellos, están buscando en la escena hardcore una alternativa para no ser parte de la vida en pandillas. También son parte de familias rotas, pero son mucho más positivos con respecto a sus vidas y sus actitudes para con las cosas que están afectando al país", dice Rodriguez.

Toma el Riesgo adapta el sonido straight edge y la actitud a su ambiente. "Las drogas son un gran problema para nosotros aquí, pero la violencia es peor, así que también tratamos de hablar de violencia—sobre las cosas que vemos pasar aquí. No queremos hacer una copia de lo que Youth of Today​ fue en los 80. Tratamos de hablar de lo que está afectando a nuestra escena hardcore y lo que está afectando a nuestra ciudad. Tenemos una canción titulada "La Raíz del cambio" en donde básicamente hablamos de eso", explica Rodriguez.

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La escena es una forma en como la que la gente joven está confrontando y resistiendo los problemas de El Salvador, pero es difícil escapar de la violencia que ha sido parte de su vida, incluso dentro de la escena. La escena comenzó alrededor de 1997, con un puñado de bandas como Maximum Rock 'n' Roll y Firme Decision ​quienes daban shows muy DIY en un lugar llamado The Hardcore Café​, donde se daban shows matutinos los sábados y había cuadros de  Agnostic Front y Union 13​ en las paredes. Al principio, la escena era muy pequeña para que hubiera sangre, pero conforme creció, la división comenzó a surgir. Los más jóvenes empezaron a a identificarse más con la gente de su barrio y el subgénero de su elección. Los diferentes crews de la escena comenzaron igual que las pandillas.  ​

Foto por Menly Cortez

"Si eras parte del straight edge​ no podías ir a un show de hardcore regular. Si eras parte de un crew, no podías presentarte en el show de otro", puntualiza Fran Maravilla, un músico con raíces en la escena hardcore. Las peleas entre los crews, y entre los que son straight edge contra los que no, se volvieron rutina y toda la gente fuera de la escena no quería estar relacionada con las bandas de hardcore. Era muy raro que un bar dejara que alguna banda tocara".

Pedro Alfaro, un productor y músico salvadoreño que ahora tiene base en D.C, ayudó a fundar el Hardcore Café y empezó a formar la escena. Incluso reflexiona sobre cómo las cosas ​se desataron bastante rápido en esos tiempos: "Cuando estábamos creciendo, acabábamos de salir de la guerra y creo que eso fue lo que permeó la escena. La violencia que se vivió en la guerra se quedó incrustada en el ADN de la juventud salvadoreña. El slam era bastante violento en sus inicios y no estábamos acostumbrados a la idea de ser golpeados y pensar que era por accidente. Nuestra tolerancia básicamente se extinguió después de 12 años de guerra. Después de que pasamos por todo eso, era difícil pensar que te habían golpeado por accidente—los jóvenes salvadoreños simplemente se dejaron ir. Fue muy fácil que las peleas comenzaran".

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Rodriguez recuerda lo que pasó con su banda fundada en 2007, cuando tenía 18 años. Nuestra Promesa, su primer grupo, dio su primer show junto con otras bandas mientras en la calle había un tiroteo entre gente de la escena hardcore. Recuerda:  "Jorge, el cantante de mi banda, estaba cantando con su banda Corazón de León. Cuando escuchamos el tiroteo y gente llamando a la puerta, su novia de ese momento corrió hacia la puerta porque varios de sus amigos estaban fuera del venue y tuve que atraparla y tirarla al suelo para que no le dispararan". Y añade: "Yo diría que más de la mitad, si no es que más gente, dejó de ir a los shows por lo que pasó". Afortunadamente, nadie resultó herido y este ha sido el primer y único incidente con armas dentro de la escena, pero para mucha gente, eso fue suficiente.

Foto por Menly Cortez

Después de eso, hubo algunos shows y muy poca gente en ellos. La gente estaba asustada, pero Rodriguez cree que algo bueno sucedió luego de esa noche. Después del incidente, dice que las actitudes de quienes se quedaron dentro de la escena comenzaron a cambiar: "Simplemente entendieron que [la violencia] no era buena para las bandas y la gente que iba a los shows". Se dio cuenta de ello en la presentación en 2008 que dio Nuestra Promesa  junto con la banda chilena En Mi Defensa. "Recuerdo que ese show fue diferente. Se sentía en la gente que necesitaban estar ahí y cantaron cada una de las canciones que las bandas que tocaron esa noche", declara.

El año pasado un joven fue apuñalado en el ojo con una llave en uno de los shows, pero según Rodriguez, las cosas han ido cambiando para mejor. "Antes iba a los shows y sentía que 'algo me iba a pasar'. Se podía sentir la tensión en el aire, podías ver a la gente en el slam y ver que se estaban pegando y no por accidente. Ahora es diferente", insiste. La puñalada fue un hecho aislado y el agresor no es parte de la escena hardcore. Lo importante es que la gente dentro de la escena están decidiendo no pelear entre ellos mismos y están esparciendo ese mensaje.

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"Hablamos entre nosotros y nos convencemos que la escena hardcore no se trata de eso. La gente fuera de la escena se están peleando entre ellos. No vamos a reproducir la misma conducta aquí porque queremos hacer de esto algo diferente", dice Rodriguez. Ahora hay bandas de straight edge​ con miembros que no se identifican como straight edge​, y bandas de diferentes estilos pueden compartir escenarios.

Foto por Rafael Valle Huezo

Hoy, la escena está mucho mejor según la gente involucrada. Con la asistencia de más de 250 personas y sin que se reportara ningún incidente, el festival Edge Fest es uno de los puntos claves en la escena, según Rodriguez. En octubre de 2015, La Casa Tomada, un centro de artes, tuvo la oportunidad de ser anfitrión del Centro America Edge Fest, un festival de hardcore que da espacio a bandas salvadoreñas como Ignition y Toma El Riesg​o, así como otros grupos de Centro América. "Ahora todo el mundo está tratando de llegar a ser parte de ese show", dice el guitarrista.

Y Lopez está de acuerdo: "Las cosas negativas que han pasado han cambiado la mentalidad de la gente y se han unido para asegurarse que la escena de hardcore sobreviva. Para nosotros era imposible tocar en el Edge Fest hace cinco o siete años". No solo se trata de la ausencia de violencia", añade. "Los shows están mejor organizados ahora, incluso se le paga a algunas de las bandas. Pero lo más importante es que la gente joven está regresando a los shows. Ven la unidad que antes no había. Ahora, la gente ya está tan consciente de eso que si hay una pelea en un show, la detienen", dice Lopez.

​La historia de El Salvador es como una larga cadena de ciclos de violencia que se remontan a tiempos coloniales, en donde los conflictos internos los golpean una y otra vez. Dentro de este contexto, Maravilla, quien se encarga de La Casa Tomada, ve este nuevo comienzo como un triunfo con ramificaciones políticas. "Les gusta estar juntos", comenta refiriéndose a los miembros jóvenes de la escena, "Eso es bastante poderoso dentro de una sociedad como la nuestra. No es fácil estar solo". Por el momento, uno de los ciclos de violencia ha sido roto y fue remplazado por algo mejor.

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