El mundo es de los hombres: ¿Por qué la cultura popular se olvidó de Joni Mitchell?

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Música

El mundo es de los hombres: ¿Por qué la cultura popular se olvidó de Joni Mitchell?

En el día internacional de la mujer, recordamos a una de las cantautoras más influyentes y ampliamente subestimadas de nuestro tiempo.

"Nunca quise ser una estrella", dijo Joni Mitchell en una entrevista con Joe Smith en 1986. "No me gustaba entrar en un cuarto y que todos los ojos estuvieran puestos en mí". Joni ha dicho cosas como esa toda su vida. De adolescente, mientras aprendía todo lo que pudiera sobre ella, solía pensar que tal vez Joni Mitchell no era querida del mismo modo que contemporáneos suyos como Leonard Cohen o Bob Dylan, porque ese era su deseo ¿Joni Mitchell habló tan a menudo sobre su repugnancia hacia la adoración y hacia los reconocimientos, que el mundo dejó de dárselos? ¿Después de haber sacado cuatro discos?

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Ahora, más vieja y con más amor por ella del que tenía de adolescente, sé que eso no es cierto. Sobre todo porque tanto Dylan como Cohen, está documentado hasta el hartazgo, que también denunciaron el culto a la celebridad y, sobre todo, porque ahora entiendo mejor a la gente. El sexismo y la misoginia hacia las mujeres, dentro y fuera del reflector, simplemente… nunca no está presente.

Resulta que, probablemente fue la feminidad de Joni lo que le impidió alcanzar una fama como la de Dylan o Cohen. Eso no quiere decir que no cuente con legiones de gente que la aprecia — claro que las tiene. Simplemente son menos de las que merece. Como compositora, Joni fue humana hasta las últimas consecuencias; en gran medida como lo fue antes Billie Holiday. Vulnerable pero venerable; llena de ambas: alegría y tristeza; emocionalmente inteligente y aún así, en desacuerdo con el mundo y las personas que lo habitan. Como cantante, Joni era sentimental, alzando la voz en su opaco falsetto femenino y escribiendo letras laberínticas que a menudo parecían hechas con ojos llorosos. Pero siempre hubo críticas veladas hacia eso que salpicaba. En "Women of Heart and Mind", Joni se muestra característicamente consciente de sí misma: "I am a woman of heart and mind / With time on her hands / No child to raise / You come to me like a little boy / And I give you my scorn and my praise". (Soy una mujer de mente y corazón / con tiempo en sus manos / ningún niño al cual críar / vienes a mí como un pequeñuelo / y te doy mi desprecio y mi alabanza).

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En 2010, la Rolling Stone puso a Joni Mitchell en el número 62 de su lista de los 100 mejores artistas de todos los tiempos. No es tan grande como Aerosmith, Metallica o U2. Obviamente. Flanqueada por puros hombres, —excepto la imborrable Tina Turner— Joni es una de sólo siete mujeres artistas incluidas en esta lista. No es broma: Aretha Franklin, Madonna, Patti Smith, The Shirelles, Diana Ross y The Supremes. Sin tomar en cuenta el hecho de que Joni fue nombrada como una influencia por (al menos) tres de los artistas que aparecen en el top ten de esta lista, hubo omisiones obvias: Billie Holiday, Amy Winehouse, Erykah Badu, Sade, Dolly Parton, Etta James, Stevie Nicks, Dusty Springfield, Bikini Kill, Debbie Harry. ¿O sea, dónde paras una lista de olvidos como esta?

Cuando Joni Mitchell sufrió un aneurisma hace un par de años, me aterroricé porque pensé que moriría. Ya que parece que así son las cosas ahora; lees un par de posts en Facebook, ves un homenaje en Instagram, y entonces aceptas que se ha ido. Por un segundo, antes de que me diera cuenta que Joni estaba bien, se me rompió el corazón. Joni me había enseñado, justo como lo dice Emma Thompson en Love Actually al hablar sobre esto mismo, a sentir correctamente.

A los 17, me senté a escuchar algunos de los discos de mis padres. Blue, por supuesto, dejó una huella en mí. Miles of Aisles me demostró que Joni sabía de rock & roll. Clouds, con la cerradora "Both Sides Now" hizo que pareciera posible capturar la esencia humana en menos de cinco minutos. Pero fue su disco de 1972 Song To A Seagull, que realmente me cambió. "Cactus Tree" era el track 10, y narraba la historia de una mujer que viaja por el mundo, con hombres agarrándose a sus tacones para que se quedara y los amara.

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Era la primera vez que escuchaba esta historia de la voz de una mujer. Como cualquier buena chica con aspiraciones de escribir algún día, a los quince me la pasaba estudiando a Jack Kerouac y a Hunter S. Thompson. Leí historia tras historia de hombres que dejaban a sus mujeres y a sus familias para viajar por el mundo y ver cosas nuevas. Hombres temerarios con sueños de algo más grande. Cuando Joni cantó esta misma historia, mi temor acerca de la aventura se sintió validado: Si una mujer fuera a hacer lo mismo, vivir su vida intrépidamente y con independencia, sería arrastrada de regreso por la persistencia de los hombres en su vida.

El desasosiego de Joni y su renuencia a sentar cabeza se sentían reales para mí, a diferencia de las hazañas de Hunter, avivadas por visiones de mezcalina. Tal vez por eso nunca fue elogiada como Dylan o Cohen. Porque una mujer que no te desea, no es deseable. Los hombres no quieren a una mujer que no te necesita.

Más que eso, las personas tienden a señalar que Joni no fue lo suficientemente antagónica o disruptiva como para considerarla una fuerza de cambio en la música. Aunque sea ampliamente considerada como una de las guitarristas más ingeniosas de finales del siglo XX. Sigue siendo una conversación común: es demasiado dulce, demasiado amable. Tanto que las palabras apenas importan. "Todas mis batallas fueron con egos masculinos," dijo, un par de años atrás en una entrevista con New York Magazine. "Ha habido momentos donde encero feminidad y me han pasado por encima".

Como la mayoría de las mujeres, Joni fue desacreditada —y lo sigue siendo— por sonar como mujer.