Los mejores discos de Hispanoamérica en 2018 (hasta ahora)

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Música

Los mejores discos de Hispanoamérica en 2018 (hasta ahora)

Una lista de mitad de año con nuestros lanzamientos favoritos.

El inescrutable paso del tiempo es tan necio como el peor de los hábitos y no cesa en su marcha tirana: los seis primeros meses del 2018 se esfumaron entre partidos de fútbol y procesos democráticos, crisis económicas y una posible guerra de aranceles, con el continuo alzamiento del fascismo en Estados Unidos y luchas de todo tipo estallando a niveles locales; seis meses intensos y de locura, apretados y llenos de historia, furiosos e inolvidables, e inflados de música como crema en el pastelito que te saboreas en la mañana.

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No cabe duda que gran parte de los artistas que protagonizan la narrativa de la música actual, se dedican sobre todo a hacer canciones sueltas, con la playlist en plataformas digitales como una nueva y fundamental arena para dar a conocer tu música; y aunque mucho de este esfuerzo está encaminado al pop, el trap, el reggaetón, el rap, todos los artistas en todos los géneros participan del modelo. También el momento que vivimos se ve reflejado en cómo escuchamos música: nunca como antes, el planeta entero había estado escuchando exactamente las mismas canciones al mismo tiempo, ese pop genérico e infantil que es como el soundtrack perfecto para todas las IG stories del mundo; y por el otro lado, consumiendo a los artistas de su zona o de su país, con esfuerzos regionales convertidos en personajes principales de la trama.

Y para los amantes de la música, resistir el embate de aplanadora cultural al que a veces nos orilla la maquina, viene en forma de discos, de hacerlos y de escucharlos. Y que sean locales y que nos representen. Discos que cuenten nuestra historia; esta historia de migrantes, de sobrevivientes, de sabios de la calle y amantes del cosmos. El larga duración como formato, más que nunca es un statement, un gesto de aguante. Y en una región como la nuestra, el peso es doble: un compromiso con el arte como el más importante de los agentes de cambio para sanar a nuestra sociedad y a nosotros mismos.

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Así que hacer una lista de nuestros discos favoritos en lo que va del año no es solo un corte de caja, es reconocer lo que tiene más valor para nosotros en una época de incertidumbre. Sin más, estos son, en orden alfabético de artista, nuestros 30 discos favoritos del 2018 hasta ahora.

Esencia Solar
Adán Jodorwsky

Un día se plantan los pies fuera de la cama y la resaca pesa más que nunca. En la búsqueda de la aspirina milagrosa, se comprende que el hartazgo es inminente, que hasta ahí van a llegar las juergas savajes, los amigos efímeros en la barra, los atasques de droga y el sexo volátil. Entonces se acude al baño y el desenfreno se va por la tubería, sin más, al jalar la palanca al retrete. A Adan Jodorowsky le pasó todo eso. Y ansioso por renacer confeccionó este disco con el que marca raya respecto a los personajes que antes encarnó. Catorce composiciones que hablan de esperanza y gozo, de acercarse a los cuarenta con ganas de envejecer y de seguir generando vida. Un trabajo de producción opaca y ánimo brilloso. Para escupir mariposas montado en una guitarra, tal cual. —Alejandro Gonzalez

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Como Nunca
Akapellah

El rap que vale la pena tiene que pasar por lugares callejeros, sucios, groseros y debe hasta rozar el nihilismo. Debe ser incómodo y políticamente incorrecto, que te dé pena escucharlo frente a tus viejos. No puede ni debe tener agenda de quedar bien con ningún ser humano. Hay que dejar de tomarnos tan en serio o comulgar con un discurso o idea hasta morir. No hay nada más aburrido que tener los mismos ideales toda la vida. Tomarse un whisky a las rocas, crecer, cambiar de música favorita, ropa, Play Station, pareja. Cuando el rap cumple expectativas y es lo que esperamos, es ese el preciso momento en el que hay que cambiar de música. Como Nunca, de Akapellah, hace todo lo mencionado arriba. Desde "Gordo funky" a "Baile del Hindú" este disco es incorrecto, sucio y toca partes del inconsciente del de Tumero. Y aunque salió en las últimas horas del 2017, legítimamente entra en este conteo y en los de finales de este año. —Diego Urdaneta

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Bodiless
Ale Hop

Ale Hop siempre se destaca por dos aspectos: ser una gran compositora de canciones pop y tener un oficio de alto nivel para el trabajo de mezcla y postproducción. Y es en esto último en lo que parece haber habido una revolución personal tras mudarse a Berlín a seguir un master de Sound Art. Porque Bodiless, su nuevo álbum, representa un verdadero festín de técnicas de edición, al punto que podemos pensar que estamos ante un disco construido desde la edición, desde el montaje y que hace referencia al montaje de mucha música concreta, pero también del radio drama de vanguardia alemán, conocido como horspiel. Estamos también ante un álbum de canciones de estructura melódica que se mueven justamente en ese límite de lo abstracto, un poco quizá como sería pensar en una forma de post rock (o post pop). “As you seek faintly the shore” nos recuerda que Ale Hop cuando quiere puede escribir canciones pop de esas que das play una y otra vez. Pero su instinto la lleva nuevamente a poner todo bajo otro orden. Entre el pop y la abstracción, Ale Hop ha descubierto un camino personal, uno en donde la innovación (y la radicalidad) no está reñida con el pop. —Luis Alvarado

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Eclipse
Alemán

Pocas veces se alinean los astros (literal) tan favorablemente para que un artista acomode sus cartas y haga la jugada que se lleve la bolsa entera. Tal es el caso de Alemán, el rapero de Cabo San Lucas que se convirtió en un fenómeno de masas en México y que a partes iguales le echó talento musical, personalidad genuina, autenticidad callejera (y hasta le alcanzó para la propuesta conceptual), a su placa 2018 Eclipse, una de las entregas más ambiciosas de la casa mexa de rap independiente Homegrown Entertainment. Desde el año pasado, los temas que estrenó Alemán del Eclipse, fueron alrededor de los cuales giró la narrativa de este género en el país, en particular "Tantas veces". Y el disco completo es un testamento de las posibilidades que tiene Alemán. Eclipse representa su dualidad artística: 21 temas en tres discos. Primero diez temas que son el día, con una estética boom bap clásica y ritmos noventeros: flows narcomenudistas que te guardan el clavo y skits e interludios. La segunda parte son otros diez temas, la noche, trapicheo maniaco y música de codeína; flows en forma como Lebron en las finales y Auto-Tune para esa razita que se la sigue cotorreando. Finalmente Eclipse acaba con "Eterno", en homenaje al mejor amigo de Alemán, fallecido a principios de este año, Pachón. Todas las canciones funcionan a muchos niveles y colocan a Alemán como el artista de rap más importante de su generación en México. —Feli Dávalos

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Mala Fama
Ases Falsos

No sé qué pensar de los Ases Falsos. Es ilógico que un grupo mejore tanto con cada disco sin perder su esencia, donde varios de los bastiones del pop chileno se han estancado en un sonido que asegura mantener su fanbase, Cristobal Briceño y compañía ofrecen algo distinto con cada entrega. En el caso de Mala Fama tenemos canciones de baile à la Luis Miguel, himnos ochenteros que te transportan a ese universo de nostalgialgia y chamarras de cuero, ataques de pop punk y baladas que dejarían a Juan Gabriel babeando de envidia. Todo esto relleno de letras introspectivas que cuestionan justamente la carrera del proyecto y su posición en el mundo de la música chilena. Los Ases Falsos muchas veces parece que juegan een su propia liga. —Joey Muñoz

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Mercado de los Corotos
Augusto Bracho

El artista venezolano y frecuente colaborador de Natalia Lafourcade, Gustavo Guerrero, editó en mayo sin mucha fanfarria su álbum debut bajo el pseudónimo de Augusto Bracho. Desde su título, Mercado de los Corotos es un desborde idiosincrásico de su país natal. Las 12 canciones ciertamente recuerdan un mercado de segunda mano: son pintorescas y representan un pedacito del pasado readaptado para embellecer el presente y brillar para el futuro. Junto a Nacho Mastretta y un arsenal de músicos, Guerrero dio vida a composiciones que se nutren saludablemente de la paleta de ritmos y colores del folclor venezolano. Se apodera respetuosamente de los tambores afrovenezolanos, el joropo, la gaita –música navideña oriunda del occidente del país– y les inyecta un sentido del humor insólito en la música actual. También resalta la destreza con la que hila palabras para crear rimas ingeniosas, incluso apegándose a reglas formales cuando así lo decide, para luego interpretarlas con su imborrable acento caraqueño. Las piezas más internacionales, como el son cubano “Manos postizas”, las “Coplas oaxaqueñas”, y ese vals de “Valse”, importado de España pero ya tan venezolano como la arepa, se incorporan al repertorio de manera impecable. Este es un disco para sacarle un gran suspiro de nostalgia colectiva a la creciente diáspora venezolana. —Algodón Egipcio

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Bienaventuranza
Chancha Vía Circuito

La RAE define a la bienaventuranza como “prosperidad o felicidad humana”. Una frase precisa para definir el sentir natural entre bosques y selvas, beats electrónicos y ritmos de Latinoamérica que caracteriza la música de Pedro Canale, el chamán detrás de Chancha Vía Circuito. Con su tercer álbum Amansara (2014) el argentino logró una importante notoriedad internacional llevando su ritual por todo el globo, y a principios de junio entregó su sucesor: Buenaventuranza donde el beat ya no es el centro de todas las composiciones. Temas como “Los Pastores”, “Sierra Nevada” y “Gira Gira” se centran meramente en el folk interpretado con guitarras cubanas, charangos, percusiones tradicionales y flautas andinas, intercalados con sonidos animales. Por supuesto, están los temas para la pista como “Illaló” con el ecuatoriano Mateo Kingman en las voces que tiene una base de cumbia electrónica incesante o el dancehall “La Victoria”, con colaboración de Lido Pimienta y Manu Ranks. Lo nuevo de Chancha es un disco diverso en el que demuestra ese talento para hacer que el beat se convierta en el personaje de un mito antiguo y americano, y a veces es un nahual para la introspección, y a veces para la alegría. —Eduardo Santos

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Dónde
Cheo & Ulises Hadjis

Dónde es la colaboración de dos músicos cuyo trabajo se pensaría que no tiene nada que ver. José Luis Pardo alias Cheo es el ex guitarrista y fundador de la archiconocida banda venezolana Los Amigos Invisibles y actual músico de Los Crema Paraíso o Locobeach. Ulises Hadjis es un cantautor oriundo de Maracaibo multinominado al Grammy Latino. Alejado del estilo funky, disco y bailable de Cheo, y con un tono más meloso que el estilizado pop rock de Hadjis, Dónde es atípico en la carrera de sus autores y sorprende por lo bien que conjuga el talento de ambos en este puñado de canciones de guitarra y voz sencillas y dulces. Grabado entre Nueva York (donde vive Cheo) y Ciudad de México (donde vive Ulises), Dónde es un disco íntimo que nos descubre el lado sentimental y hasta ahora desconocido de Cheo, quien demuestra que además de ser un virtuoso guitarrista también canta muy bien (mención especial a la hermosa "Los Continentes" que cierra), y en el que Ulises vuelve a dejar claro que es uno de los cantautores emergentes más interesantes de América Latina. Ocho canciones y 22 minutos le bastan a los venezolanos para firmar uno de los discos más conmovedores en lo que va del año, un pequeño bocado que deja con hambre de más. —Ricardo Armas

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Conociendo Rusia
Conociendo Rusia

Hace algunos años, cuando la ola del indie argentino empezaba a romper, un amigo le preguntó a otro mientras caminábamos a un show en Buenos Aires “¿Qué se viene ahora?”. “El Pop”, fue la respuesta. Y acá estamos: primer Mundial de Mateo Sujatovich y la camiseta de la Canción en Español no le pesa nada: hace parecer fácil lo difícil que es escribir un buen tema, las ideas le crecen entre las canciones, honra la escuela que lo crió, y cuando se va deja coros multitudinarios. En algunos años, si se releva el semillero de cantautores argentinos made in 2010’s, estos 26 minutos de música van directo a la final con Maradona poniendo los ojos en blanco. Juan José Relmucao

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Punk de Ocasión
Cruz de Infona

Cruz de Infona es un artista de rap nacido en el Estado de México que vive en Nueva York desde hace algunos años. Antes fue conocido como Master Vincent Vega, y durante el período más largo de su carrera como referente del rap hecho en México, como Dabeat Ramírez. Comenzó su militancia en el subterráneo del centro del país siendo miembro del Jedi Revolver, uno de los colectivos que sentaron, a fines de la década pasada, las bases para la actual escena del rap en México. La propuesta de Cruz de Infona en Punk de Ocasión es la de un artista prolífico y complejo; un disco lleno de capas, con un acercamiento experimental y libre al rap, pocas veces con tanta personalidad y tan logrado en el rap en español. Punk de Ocasión es complejo y delirante, estampas poderosas y atemporales de una realidad bicultural en el frente de una guerra racial sucia y dolorosa; ventanas desde las que podemos asomarnos a ver a la raza de bronce en el siglo XXI. Punk de Ocasión genera un programa artístico cosmopolita y callejero, donde el telón de fondo es la ‘Murikkka de Trump, y el sonido una capa metálica de beats actualizados; donde pinta un dedo medio firme y sin condescendencias a todo el que se ponga enfrente, incluido él mismo. Música de un rebelde, en el sentido profundo del término. —Feli Dávalos

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Chiquito
Cuco

Nadie está más sorprendido del vertiginoso ascenso de Cuco que el mismo Omar Banos. Dentro de su apretado cronograma de conciertos, que lo ha llevado a Coachella y próximamente a Lollapalooza, el adolescente californiano encontró espacio en mayo para sacar el EP de seis canciones Chiquito, en el que profundiza en la fórmula que lo ha llevado a conectar tan intensamente con su público, principalmente de jóvenes que comparten su origen chicano. En 22 minutos, Cuco divide su atención en dos vertientes de producción e interpretación: hip-hop y pop psicodélico. Ambos estilos se cruzan y alimentan, creando un híbrido de beats actuales y sintetizadores añejados, como lo ejemplifica “Lucy”, una de sus dos colaboraciones con J-Kwe$t, en la que ambos fantasean con los años 60 sobre un beat de trap. Cuco centra sus composiciones en el amor, que puede manifestarse de muchas formas –desde drogarte con tu interés amoroso o sufrir de desamor, hasta el menos celebrado e igual de importante bromance. Chiquito no representa un cambio brusco en la dirección artística de Cuco; hasta el momento, sabes qué esperar de sus lanzamientos. Pero justamente por tener una personalidad tan clara, se ha convertido en una fuente confiable de canciones a las que recurrir para vivir internamente cuentos que, aunque se materialicen o no en la vida real, siempre te dejan con una sonrisa. —Algodón Egipcio

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Lo veo todo (Lo siento)
Easy Easy

Con nueva propuesta musical, estrenando vocalista y con una idea incierta de lo que tantos cambios conllevarían para su fanbase, los guatemaltecos Easy Easy se internaron en el estudio durante meses para moldear su nueva etapa artística. El resultado es Lo veo todo (Lo siento), 10 tracks que exploran una especie de amor “distorsionado o dismórfico”, como nos lo explicó su cantante y liricista Sofia Insua. Ese motivo indie guitarrero que les conocimos en Todo lo que te digo está mal -con Jesse Báez en la voz- ya está muy lejos y para este disco, el grupo se la jugó toda por un sonido pop con atmósferas R&B, letras entre el inglés y el español y una instrumentación rica en detalles, que demuestra un trabajo impecable en estudio. Por momentos nostálgico en tracks como “Hey”, “No tengo nada” o “Melting” y en otros con la energía a tope como es el caso de “Counterflow” y “Look at Me”, Easy Easy integró al proyecto a viejos y nuevos oídos a lo largo del continente y trajo a la luz a un disco con un feeling poderosamente íntimo. Una tormenta de emociones que sube, baja y vuelve a subir en minutos. Y más allá de eso, es refrescante encontrar a un grupo inscrito a una pequeña escena independiente como la guatemalteca publicando un trabajo con un sonido tan bien trabajado y que fácilmente puede pegar en cualquier parte del mundo. —Eduardo Santos

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Prenda
Francisco Victoria

Francisco Victoria trabajó cerca de tres años las canciones de Prenda, su disco debut, con Álex Anwandter. Ambos —los bordes son borrosos— intentaron darle forma a través de letras y música a lo que significó para Francisco crecer en un pueblo del sur de Chile donde todos parecían apuntarlo con el dedo. El resultado fue un disco de pop melancólico —camp— colmado de frases directas que hablan de romances imposibles y sintetizadores que celebran a Prince y Bronski Beat. —Ignacio Molina

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G Love Mixtape
Gianluca

El trapero Gianluca Abarza salió al mundo en 2017 con la SSR Mixtape, nombre que viene de Super Saiyan Rose (sí, como en Dragon Ball), y la rompió con el hit "Siempre Triste", un himno a la juventud que disfruta la fiesta y también la pena. Ese debut le brindó al santiaguino una amplia exposición en medios especializados y en prensa tradicional y con el paso del tiempo, y gracias a sus presentaciones, logró juntar una fiel fanaticada que exigía nuevo material. Sacó el Vortex EP y anunció este disco; lanzó los singles "Luces Rojas" y "Bart" (hace referencia al episodio de Los Simpsons donde le vende su alma a Milhouse), y finalmente lo estrenó el 6 de mayo. G Love tiene 14 canciones y es su trabajo más complejo. Lo trabajó por dos años y en él se refleja su personalidad y la experiencia que ha ganado como artista. El largo no es trap puro; de hecho, recurre a tantos géneros como a conceptos pop con los que cualquiera puede relacionarse. Las melodías son una amalgama, al igual que los sentimientos que en él expone el joven chileno: amor, nostalgia y choreza (ser matón, según la RAE). Al son de unos dembow reggaetoneros habla de cómo es la experiencia de tener un "Amor platónico" y, con unas bases que te conectan a la naturaleza, habla de cómo “las penas se pasan con ‘Clonazepam’”. —Francisco Guerra

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Island Universe Story Four
Helado Negro

En 2012, el productor ecuatoriano basado en Brooklyn, Helado Negro, comenzó una serie de lanzamientos llamados Island Universe Story, LPs que se interconectan el uno con el otro para darle un nuevo sentido y significado a la música diseñada por Roberto Carlos Lange. Island Universe Story Four, el cuarto de esta serie infinita, es un pasaje de 11 tracks que nos cuenta su evolución y experimentación sonora actual, con una fina influencia de acid, género que se caracteriza por contar con una espesa niebla de sonidos crudos.“Come Be Me” -sencillo estrenado en julio del año pasado-, es la primera canción que abre paso a un abanico de melodías cálidas y letras que expresan el amor entre familias y amigos con tonos bajos y brillantes durante poco más de 4 minutos. El recorrido continúa, los sintetizadores y las distorsiones se hacen presentes en “ECHO 2” con algunos bosquejos de la voz de Lange; esto es la brecha que encamina al álbum hacia un ritmo que fluye entre melodías suaves que provienen de herramientas análogas y digitales. Pero no es hasta “QWERTY” que el álbum se explaya con beats más estruendosos, marcados y profundos; sin duda, aquí nace mi parte favorita del álbum, en la que Helado Negro por fin da muestra del torbellino sónico en el que ha estado envuelto en los últimos 8 años. —Itza Chacón

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I Don't Run
Hinds

Si alguna vez te has preguntado de qué hablan las chicas cuando van juntas al baño, este segundo disco del cuarteto madrileño tiene todas las respuestas a tu interrogante. Las canciones de Hinds siempre hablan sobre las relaciones en un tono que difícilmente podría ser masculino. A veces son agarrones casuales que no deberían llegar a ningún lado, o amores trascendentales con cuarentones negados. Este es un compilado de conversaciones de pijamada sobre una base de garage-pop playero. Ligerito, sin culpa y con un par de miraditas coquetas pero bien perras desde el otro lado del bar. —Raquel Miserachi

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Vibras
J Balvin

El quinto álbum de J Balvin, sin ser una respuesta política a lo que pasa en el mundo, agita en sus entrañas las banderas de luchas que fácilmente se leen entre líneas. La sola figura de un latino que canta en español y que en vez de pop hace reggaetón y con eso ha logrado conquistar el #1 del Hot 100 de Billboard (con “I Like It” de Cardi B) y ser el artista más escuchado en Spotify, representa una victoria simbólica, pero igual de importante frente a los latinos migrantes por el mundo que han tenido que adaptarse a otros idiomas y culturas, y no se ven representados en la pasión, la perseverancia y la sangre caliente y llena de sabor que nos corre por las venas. Vibras nos hermana con el mundo en “Mi gente”; juega a romper con la etiqueta básica del reggaetón como ritmo con “Ambiente”, “No es justo”, “Brillo”, “En mi” o “Tu verdad”; experimenta con el sonido antillano, los arreglos minimalistas electrónicos y la deconstrucción del dembow, en una producción impecable de Sky Rompiendo, Tainy y Mosty. Las 14 canciones y 9 colaboraciones hacen de Vibras un disco donde ningún tema pasa desapercibido. Y la línea lírica nos conecta con un Balvin que ha logrado aprender a juguetear con su voz y plasmar en letras referencias al amor que van desde el antojo y el coqueteo necio en temas como “Ahora” y “Peligrosa”, hasta lo más cursi como “En mi” y finalmente la fragmentación del querer y la nostalgia en “Dónde estarás?”. Un disco que logra unirnos en tiempos donde todo parece separarnos. —Sebastián Narváez Núñez

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Espejo
Javiera Mena

Javiera Mena adelantó el sonido que definirá la electrónica durante los próximos años: el house. La chilena sorprendió en Espejo con un disco bailable donde no dejó espacio para las canciones lentas, como las que coparon Esquemas Juveniles, sino solo para las discotequeras, como las que asomaron en Mena. Y todas trabajadas con economía de recursos de producción: menos sintetizadores, para ponerse al servicio del renovado estilo vocal que Michael Brauer —el ingeniero detrás de Espejo— potenció en la nueva Javiera. Un disco donde ella miró largamente un espejo hasta que el espejo también miró dentro de ella. —Ignacio Molina

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Isolation
Kali Uchis

Tras un par de años, nuestra filósofa de barrio preferida finalmente nos complació con su esperado álbum debut. El 6 de abril de 2018, Kali Uchis le presentó al mundo Isolation, 15 temas en los que la colombiana hace un íntimo recorrido por sus amores, sus despechos, sus luchas internas y su vida en general, tan trajinada como exultante. Fiel a sus raíces, Kali nos lleva de la mano a través de un cafetal repleto de cosechas de R&B y soul glamuroso, beats tropicales y finas melodías que trascienden la escucha para engranarse en el corazón de toda persona que le dedique un pedacito de su vida a esta diva contemporánea. Durante 46 minutos, Kali logra que cerremos los ojos con total serenidad, convirtiendo el estoicismo en amor puro, en ese sentimiento tan escaso y que aguanta cualquier tormenta. Un verdadero tratado amoroso concebido junto a una lujosa nómina de colaboradores, la cual destella nombres como Tyler, The Creator, Bootsy Collins, Steve Lacy, Jorja Smith y los canadienses BadBadNotGood. Diversos medios resaltaron la elegancia de este primer trabajo en largo de la colombiana, de quien –sin temor alguno– nos arriesgamos a decir que tiene el camino libre para convertirse en la próxima reina absoluta del pop en el hemisferio occidental. —Cristian Cope

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Persōna
Laikamorí

El título del álbum remite al significado de máscara, una imagen que representa todo lo que Laikamorí es el plano estético, sea porque en los títulos de sus canciones juegan con diversas variaciones de dicha imagen o porque en vivo están cubiertos de negro los pies a la cabeza. El misterio que irradian nos lleva a recordar el universo gótico de lo que fue la disquera 4AD en la década de los 80s. Por el lado musical, Laikamorí juega también con esos referentes aunque mira en muchas más direcciones, mucha más electrónica y chillwave los hace claramente sintonizar con una generación más joven. En su segundo álbum, Persōna, usan todos los ingredientes que han ido descubriendo en ya cuatro años de trayectoria, es decir, secuencias electrónicas, guitarras, toneladas de efectos en la voz, pero esta vez el ensamblaje de todo eso ha encontrado un nuevo rumbo, mayor densidad y dramatismo, mayor ambición, y una cuidada elaboración de los pasajes instrumentales. La participación del icónico Mario Silvania en la producción ha sido fundamental. Esto ha significado, además, traer de vuelta al estudio de grabación a una de las mentes brillantes del dream pop y el shoegaze internacional. Nota aparte, sus últimos shows abriendo a Future Island o Drab Majesty, han demostrado que son uno los grupos peruanos con mejor directo que hay en la actualidad. —Luis Alvarado

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Fuego Artificial
Las Ligas Menores

Cuando Las Ligas Menores hicieron su debut hace cuatro años, casi no sabían tocar y grabaron las canciones como salieron de entrada; pero hubo algo en el sonido fresco y directo de esos 13 temas que cautivó a la escena de Buenos Aires, y rápidamente se enamoró de la banda formada en el barrio de Caballito en 2011. Desde entonces la agrupación no hizo más que crecer: fueron apadrinados por El Mató a un Policía Motorizado, su publico creció considerablemente, sus canciones se transformaron de tanto tocarlas en vivo, lograron llevar su música a Coachella y se convirtieron en una de las bandas emergentes más celebradas de Argentina. En mayo de este año editaron su esperado segundo trabajo: Fuego Artificial, un disco cocinado a fuego lento, grabado en pocas sesiones regadas a lo largo de un año mientras Las Ligas Menores seguían de gira. Producido por Tom Quintans de Bestia Bebé y Lucas Rossetto, sonidista de Él Mató…, Fuego Artificial muestra no solo que los integrantes de Las Ligas Menores ya aprendieron a tocar los instrumentos, sino que lograron desarrollar una identidad sonora a fuerza de tantas presentaciones en vivo a lo largo de estos años. 36 minutos de canciones más elaboradas con letras honestas, melodías simples y dulces, enérgicas guitarras y un sonido más maduro y potente que se mueve entre la oscuridad y la luz, y que promete llevar a Las Ligas Menores directo a las grandes ligas. —Ricardo Armas

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Roza Cruz
La Mecánica Popular

El nuevo álbum de la Mecánica Popular, el proyecto liderado por Efraín Rozas, marca un rumbo diferente, un tratamiento en la guitarra hacia sonidos psicodélicos de cumbia, sonidos orientales y arabescos, que recuerda las exploraciones psicodélicas guitarreras de los Sun City Girls. El teclado ha evolucionado hacia un sonido que, como indica la publicidad del grupo, trae a la mente la época eléctrica de Miles Davis o un Eddie Palmieri experimental. Estos dos elementos le ha dado una nueva identidad al grupo, sin dejar de moverse en el espectro de una banda de salsa pero con una visión muy emparentada con lo que hacen Meridian Brothers o Los Pirañas; es decir, una sonoridad que reconocemos como latina tropical pero permeable a otras posibilidades de experimentación, sin límites precisos. En particular son los momentos de largas improvisaciones donde los solos del teclado y la guitarra configuran un lenguaje osado, que se sale de todo cauce para crear un ambiente hipnótico, como un viaje (y baile) hacia lo desconocido. —Luis Alvarado

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Música para el amor y la guerra
Los Nastys

Si existe algo medianamente rescatable de un mundo que se hunde a pedazos, que se mata y que se odia constantemente y cada día más, es que despierta en la sensibilidad artística unas ansias de hacer catarsis de la realidad a través de su música. El segundo LP de estos españoles inmorales, punkys y ebrios de melancolía y sinceridad, es un reflejo de esto. Cinco canciones de amor y cinco de guerra conforman un trastorno bipolar que a su vez sirve de soundtrack para caminar por la vida, viendo reflejado nuestro caos en los medios, en las calles, en nosotros mismos. Un disco que desde su título advierte una descarga esquizofrénica de ironía, una melancolía hermosa y rota, un reflejo tan frágil como contundente de lo que es vivir a veces en esta realidad tan gris, tan dura que dan ganas de salir a deambular y estrellarse la cabeza contra los postes de la calle, porque a eso suena Música para el amor y la guerra de estos maravillosos madrileños, a una especie de amor por la destrucción. —Sebastián Narváez Núñez

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Anticlines
Lucrecia Dalt

Entre un mar de música desechable, Lucrecia Dalt nos exige lo que no todos están dispuestos a brindar: nuestra total atención. Esto es aún más cierto en Anticlines, su sexto álbum y debut en el gran sello neoyorquino RVNG Intl., que representa el final de una evolución gradual hacia un estilo tan difícil de clasificar que termina siento absolutamente suyo.

Anticlines es, por más paradójico que suene, un álbum sumamente táctil. Apoyada en conceptos provenientes de su anterior carrera como ingeniera geotécnica, Dalt supo cómo construir piezas que nos hacen tocar y ser tocados vívidamente por formas, bordes, texturas, materiales y temperaturas, producto de su hábil manera de generar sonidos y ubicarlos en una compleja red de minimalismo donde el espacio negativo juega un papel importante. Pero la experiencia llega a su cúspide con el uso de su voz, la cual es en sí misma un instrumento multidimensional para la evocación. Sus letras son un espacio poético inclinado hacia la ficción que invita a la reflexión; la cadencia de su voz, con sus aceleraciones y frenadas, con sus pausas y cambios en la respiración, es capaz de mermar las sensaciones como una directora de orquesta; y los efectos que la recubren aportan una capa más a la paleta textural de la instrumentación. Así, cada vez que narra o canta, Dalt es capaz de llevarnos desde la contemplación de vastos fenómenos geológicos a la vulnerabilidad incómoda y excitante de la intimidad y la sensualidad. —Algodón Egipcio

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Pasar de las luces
Mint Field

Mint Field es música que viene de adentro, desde lo más profundo de del alma. Supongo esto porque es donde me pega cuando lo escucho. Grupos de rock ambiental han ido y venido pero la particularidad de estas chicas Tijuanenses es que se siente absolutamente natural y orgánico, una extensión de sus personalidades. Pasar de las Luces se siente como una renovación del género ambiental para la música latinoamericana, un viaje por las sensibilidades artísticas Amor y Estrella quienes solo buscan llevarnos de la mano en un mar de sonido. —Joey Muñoz

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Los Ángeles
Mitú

Ataraxia: Estado de ánimo que se caracteriza por la tranquilidad y la total ausencia de deseos o temores. Quizás esta sea la palabra que mejor logre describir la cuarta placa del dúo bogotano conformado por Julián Salazar y Franklin Tejedor ‘Lamparita’, quienes solo ocho meses después de publicar su disco Cosmus, uno de nuestros favoritos de 2017, lanzaron de la nada esta bomba de serenidad, esta descarga espiritual de levedad, este desapego que surge de una ruptura con la realidad. Pocas veces antes habíamos sentido a Mitú tan separado de esas ansias de frenesí, fiesta y explosión sonora imparable y brutal. Aquí, en estas nueve canciones, está condensada la cadencia de una pasividad orgánica, a veces conectada a la raíz latinoamericana como en “Treinta y dos”, y a veces sumergida en un ambient movidito como en “Los Ángeles”. En todo caso se traza una línea que se siente despegando a levitar por un atardecer de nubes rosadas en “Hawaii”, adentrándose en una noche carente de sombras pero energética y jolgoriosa en “Pukapuka”, para luego morir momentáneamente en “Cíclope” y despertar del sueño contemplando el amanecer desplegarse en el horizonte amarillo en “Oki”. Así como un tránsito entre el atardecer y el amanecer se siente Los Ángeles. —Sebastián Narváez Núñez

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La Sandunguera
Nathy Peluso

Pocas veces se había visto en la historia del rap en español un juicio de valor tan universalmente unánime como en el caso de Nathy Peluso. El consenso es claro: Nathy desborda talento, tiene una personalidad aplastante, tablas encima del escenario y frente a la cámara, y una propuesta genuina y personal que la vuelven una de las nuevas potencias en la música urbana independiente en español. En abril la argentina radicada en Madrid estrenó La Sandunguera, seis temas que resbalan como la mantequilla en el sartén una mañana de sábado haciendo hot cakes con la personita que te gusta. Nathy primero estrenó el video para el tema homónimo al EP y rompió Internet un rato. Cuando sacó el EP, no fue lo que esperábamos: Nathy tomó lo mejor del R&B y lo mezcló con la identidad latina, pasándolo por la fusión andaluza y dando como resultado uno de los productos musicales del año: a partes iguales La Mala, Janis y Amy, pero en realidad solo Nathy. A la altura del hype, en La Sandunguera Nathy rapea y canta, susurra y grita, y todo es un hechizo musical como aquelarres santificados por la gloria de un Dios sexual y amoroso. —Feli Dávalos

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Como pez en el hielo
Nicolás y los Fumadores

Me atrevería a decir que desde los Aterciopelados o las 1280 Almas, ninguna banda ha sabido encapsular el sentir de un sector de la juventud bogotana tan bien como Nicolás y los Fumadores. Con dosis iguales de humor y tristeza, hacen referencia a nuestro amado TransMilenio en “Bruce y Margaret”, se compran un Vive 100 en Melgar con Kim Gordon de Sonic Youth en “Brisa”, pierden 20 lucas ($) yendo a una fiesta terrible en “Bailando triste” y se sacan el corazón explicando esas ganas constantes de mandar todo a la mierda en “Me Quiero Ir”. Este faro de luz dentro de la muchas veces dispersa pero efervescente escena independiente bogotana se toma fotos afuera del D1 y en biarticulados inexplicablemente vacíos. También llena toques cada 20 días en bares dedicados a la independiente en la ciudad, vive con los papás y de a pocos está creando un culto alrededor de su nombre que para muchos, se traduce a una experiencia similar a la de mirarse a un espejo. Ahora, hablando estrictamente de la música, Como pez en el hielo puede ser una interpretación a la bogotana del que sin duda es su gran referente: el canadiense Mac DeMarco. En total son ocho canciones plagadas de ese sonido lo-fi con colores psicodélicos que encapsulan bien aquella dicotomía entre la angustia y la esperanza que llega en la etapa de post-adolencia-pre-adultez. Ahora mismo la banda vive un momento de hype bien merecido y además necesario, teniendo en su repertorio el que estoy seguro, dentro de años será recordado y apreciado como uno de los trabajos más emblemáticos de esta generación capitalina, llámenla “Millenial” o lo que sea… —Eduardo Santos

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Flow de Cuyo
Perras on the beach

Como dijo el legendario Tweety González, la renovación tan esperada del rock argentino ya empezó y viene de las provincias. Sobre todo de Mendoza, la casa de Luca Bocci, Usted Señalemelo y de Perras on the beach, el grupo del siempre versátil Simon Poxyran que tras irrumpir en el 2016 con Chupalapija, regresó este junio con Flow de Cuyo, su segundo trabajo. “Todo está perdido, lo sé”, es la primera frase que escupe Simon en medio de la atmósfera lisérgica entre punk, surf y grunge en el track que abre el disco y le da su nombre. Este trabajo es un tipo de descubrimiento del mundo de Poxyran: de un amor tan gastado que parece un faso acabado, de andar “re loco en una fiesta”, de la miseria de no tener ni para subirse a un micro y la mierda que muchas veces es el presente. Pero lo cierto es que al final todos somos Poxyran y los lugares e historias que menciona suceden por toda Latinoamérica. Sonoramente el disco es un laboratorio de géneros y ambientes que se le rebelan al indie como lo conocemos. Por eso es fácil irse sorprendiendo mientras uno lo va escuchando y de repente un tema como “Sangucci”, que comienza con un motivo bien lo-fi a lo Mac DeMarco, se convierte en rap agitador con una serie de rimas que se paran en la raya contra los caretas de siempre. Luego eso puede terminar en un jazz y de repente revivir a un Kurt Cobain rasgando la guitarra con la rabia más catártica posible que a los minutos se transforma en una balada de piano y voz como “Futuro”. En Flow de Cuyo cada track es un revoltijo de sonidos que de lejos podrá sonar como una apuesta muy arriesgada pero que en la práctica, se complementan de una manera bien original. La escena mendocina está trazando un nuevo camino y lo que está haciendo Perras on the beach, da para entender el alcance tan potente al que está llegando este movimiento. —Eduardo Santos

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Oportunidad de oro
Quiero Club

La fiesta dentro del nuevo disco de Quiero Club es en Marte. Hay un encuentro con aliens en "Millones" y "La gloria" es un hoyo negro para caer después del after; "Esperar" es una cápsula sonora en donde tus problemas flotan y "Teorías" un viaje en años luz que te liberará de cárceles mentales. Son 14 años de hacer buen indie para la fiesta, mismos en los que Fara, Priscila y Boscop no han parado de reinventar su sonido. El ingrediente especial de este material es trap ligado a sintetizadores agresivos y un juego de voces en eco que marcan el sello del trío regiomontano. Pero Oportunidad de oro no solo es un alucine para escapar de lo cotidiano, es el conjunto de causas que han llevado a Quiero Club a convertirse en un referente de la escena independiente de México. Es un disco que solo podría haber hecho una banda bien consolidada. —Gio Franzoni

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