FYI.

This story is over 5 years old.

honestidad periodística

Por qué es una tontería intentar analizar el fútbol con flechitas y cruces

El 'boom' del análisis táctico ha producido un sinfín de artículos inútiles y miopes que ignoran la auténtica realidad del juego.

La invasión de Normandía fue la operación militar más grande y más cuidadosamente planeada de la historia… y aún así, fue un caos tremendo. El plan exigía que más de 13.000 paracaidistas descendieran sobre la región la mañana del 5 de junio de 1944, cuando la luna y las mareas estuviesen en el momento óptimo. A las 6 AM, 165.000 hombres (algo así como Albacete entero, para hacernos una idea) debían invadir una playa de una longitud de unos 80 kilómetros, esto es, prácticamente como ocupar toda la línea de costa entre Barcelona y Tarragona.

Publicidad

Pero la cosa no fue así. La invasión tuvo que posponerse 24 horas debido a una tremenda tormenta. Hoy, el mundo conoce el 6 de junio de 1944 como el Día D. Los vientos posteriores a la tempestad esparcieron a los paracaidistas británicos y norteamericanos por toda la región de Normandía, en algunos casos a varios kilómetros de distancia de sus objetivos. Muchos de estos paracaidistas pasaron la mayor parte del día en unidades mixtas tratando de descubrir dónde estaban exactamente.

Cuatro de los cinco desembarcos planificados funcionaron bien. El que no, el de la playa de Omaha, salió terriblemente mal. Las fuertes corrientes marinas causadas por la tormenta del día anterior desplazaron a los barcos de la ruta prevista y les dirigieron directamente a una fortificación enemiga. Muchos soldados fueron ametrallados en el momento en el que bajaron las rampas de sus lanchas de desembarco.

Muchos libros explican el Día D con simplismo, usando flechas que señalan la costa francesa y desdeñando la complejidad del plan diseñado por los comandantes aliados. Pero después de años cartografiando cada mínimo detalle sobre las mareas y la luz de la luna, miles de soldados murieron esa mañana porque sencillamente desembarcaron a una milla de distancia del lugar que les tocaba. Los aliados lograron conquistar la playa de Omaha, aunque fuera con un coste tremendo, porque los soldados improvisaron.

Éste no es precisamente el panorama que a uno le viene a la mente cuando piensa en un viaje a Francia por mar. Imagen vía Robert F. Johnson, WikiMedia Commons

Aunque pueda parecer extraño, siempre pienso en esto cuando leo sobre fútbol. No porque el fútbol sea la guerra, que no lo es, ni porque sea tan importante como la invasión de Normandía, que tampoco lo es. No, pienso en ello cuando leo un subgénero de periodismo deportivo nacido en la última década y que se autodenomina "análisis táctico". Los medios más grandes suelen publicar este tipo de análisis tácticos regularmente, y no digamos ya el infinito abanico de blogs y páginas web que se dedican exclusivamente a ello.

Publicidad

Este tipo de análisis táctico describe los partidos un poco como si fueran batallas, con ambos equipos armados con intrincados planes previos y todos los detalles sobre el rival. Hay imágenes, flechas, círculos, más flechas, dibujos, diagramas, detalles sobre la formación y, si hay suerte, la foto de algún gatito muy mono.

Jonathan Wilson, autor de Inverting the Pyramid, el libro más famoso sobre el tema, describió la táctica como "una combinación entre formación y estilo" y aseguró que "la historia de la táctica relata la búsqueda del equilibrio óptimo entre solidez defensiva y fluidez ofensiva". No pretende ser una descripción de la evolución del propio juego, o de por qué un equipo jugó mejor que otro en un partido concreto, dado que esto muchas veces responde a factores que guardan escasa relación con la táctica como la forma física, el talento individual, la suerte o el azar. La táctica intenta tener todos estos factores en cuenta, por supuesto, pero es ciertamente complicado de conseguir.

En líneas generales, el análisis táctico describe tendencias de larga duración en el tiempo. Esto es lo que hace Wilson en su libro: escoger partidos para ayudar al lector a comprender la evolución de la estrategia futbolística en sus 150 años de historia. Mike Goodman, colaborador de Grantland y excelente analista táctico, me explicó que la clave era "encontrar los momentos individuales que mejor representaban las tendencias del momento. Son sorprendentemente escasos y suele haber mucha distancia temporal entre ellos".

Publicidad

Esta es la parte buena del análisis táctico. La parte mala, la que solemos ver más hoy en día, es una captura de pantalla con círculos, líneas y flechas que intentan explicar de forma fútil por qué el partido terminó de una forma u otra. En demasiadas ocasiones, el análisis táctico termina convirtiéndose en uno de esos mapas del Día D con enormes flechas que señalan la playa.

A pesar de que tenga poco que ver con el avance tecnológico, el análisis táctico es parte del moderno afán de entender mejor los deportes que nunca, abandonando los clichés y los eslóganes motivadores para cambiarlos por conocimientos empíricos. El problema del análisis táctico es que en demasiadas ocasiones termina estando mucho más cerca de los tópicos de otras épocas que de la ciencia, reemplazando "garra" y "cojones" por "4-2-3-1" y "4-4-2" y reduciendo a números de teléfono unas disposiciones tácticas que pueden significar cosas diametralmente opuestas según de qué entrenador y equipo estemos hablando. Este tipo de análisis asume que dispone de muchos más conocimientos de los que realmente tiene y desprecia aquellos elementos que no puede describir aunque sean absolutamente claves.

Pocas veces nos cuentan, por ejemplo, qué es lo que los entrenadores ordenan a sus futbolistas que hagan, cuando se trata de una información vital a la hora de diseccionar lo que realmente hacen. Sin no supiéramos lo que habían planeado los aliados, la conquista de la playa de Omaha podría parecernos un terrible fracaso táctico… o incluso un golpe de suerte.

Esto no quiere decir que tener un buen plan sea inútil, todo lo contrario. Sin embargo, no siempre es suficiente a la hora de explicar una victoria. Este género de análisis es un símbolo de la glorificación del cerebro que ordena y controla el músculo, lo que también ha llevado al ensalzamiento sin límites de los entrenadores, los 'mánagers' y los estadísticos de despacho. A algunos aficionados les gusta creer que su equipo ha logrado ser más listo que el oponente, como si se tratara de una forma más elevada de victoria que marcar un bonito gol. Quizás sea algo intrínseco a la naturaleza humana, dado que nuestro intelecto es lo que nos diferencia de especies más grandes, más fuertes, más rápidas y más cuquis. O quizás es sencillamente un error debido al intento de sacar información de las fuentes equivocadas.

Algunas veces, encuentro una artículo analizando un partido tácticamente. Cada equipo aparece dispuesto en su formación, con flechas que señalan los movimientos como si de un juego de damas se tratara. El analista explica el partido como un resultado lógico de los movimientos de los futbolistas para generar superioridades y todo parece tener bastante sentido. Pero entonces pienso en esas grandes flechas en los mapas del Día D. Probablemente también parecían tener bastante sentido, sí. Al menos, hasta que la batalla empezó.