Pregunté a fotógrafos de funerales cómo es retratar el dolor de la gente

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Pregunté a fotógrafos de funerales cómo es retratar el dolor de la gente

Esta gente ha fotografiado todo tipo de cadáveres, pero eso también es un trabajo.

Como fotógrafa profesional, a veces el teléfono suena y acabas metido en una llamada de este tipo: "¿Eres fotógrafa de eventos? Hay uno a las 12 en punto hoy y necesito un fotógrafo. ¡Nos gustaría tener un recuerdo de ello!

Tomé mi cámara y me metí en el coche. Imagínate qué sorpresa cuando me di cuenta de que había llegado al crematorio. Siempre así de inocente, pensaba que estaba allí para el aniversario de algún trabajador o una fiesta en la oficina, quizá; pero no, había un montón de gente apiñada alrededor de un ataúd en una sala oscura. Los seres queridos del fallecido se acercaron a la cámara por turnos. Empecé a lo clásico, con la mujer. A continuación, las dos hijas y la mujer con las hijas, después la mujer con las hijas y sus novios, y al final, una foto de grupo. Les mandé por correo electrónico las fotos, y los asistentes al evento prosiguieron con sus vidas."

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No, no es una escena sacada de un episodio de A dos metros bajo tierra; es una experiencia por la que pasó Emanuel, un amigo mío. Es un poco de locos imaginar el flash sobre un ataúd cuando estás llorando a tus seres queridos. Ahora imagina que el fotógrafo atrapado en esa situación para ganarse la vida eres tú, y que además posteriormente debes editar las fotos.

¿Qué conjunto de luces crees que será el mejor para este primer plano de las manos del tipo muerto sobre su pecho?

Que lo sepas, no es una moda nueva. La gente lo ha hecho desde la época victoriana, porque había mucha demanda de este tipo de fotos raras de cadáveres durante el final del siglo XIX y a principios del XX. Una de las razones podría haber sido la tecnología de esa época, que solo te permitía hacer una buena foto si te quedabas inmóvil frente a la cámara durante un largo rato, algo que los muertos hacen mucho mejor que los vivos.

Esta costumbre llegó incluso hasta Rumanía, donde las fotos de funerales eran una práctica popular durante el régimen comunista de los años 50. Las fotos en el artículo son de entonces, de la colección privada de mi familia.

Mi madre se pasó dos días buscando las fotos, pero cuando las vi, pensé que eran un gran hallazgo histórico

La represión emocional impuesta por el régimen podría ser la responsable. O quizá es que fue una tendencia. Lo que es seguro es que esa tendencia sigue viva, y que muchos fotógrafos y camarógrafos están disponibles para todos los individuos de luto que decidan que deben inmortalizar sus tragedias familiares (o mejor dicho, la realidad de la muerte) para la posteridad. Como quería entender el porqué, hablé con muchos expertos, por decirlo así, de la fotografía funeraria de Rumanía.

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Igual que con otros trabajos, el fotógrafo entrega lo que el cliente le pide

Foto video Demy es una empresa que provee de servicios fotográficos y de vídeo para todo tipo de ocasiones (por ejemplo, bodas, bautizos y funerales) para asegurarse de que todo el viaje a través de la vida queda bien documentado.

"Intento evitar los funerales, son tristes. Pero hay demanda, así que hay que satisfacerla", explica Dorel, un fotógrafo que se encarga de cubrir más o menos de un funeral al año. "¿Qué otra cosa podíamos hacer? ¿Qué haces si tu jefe te manda a hacer algo que no te gusta? ¿No vas? Es parte del trabajo. En el trabajo no solo se hace lo que a uno le gusta, se hace lo que se tiene que hacer. Si es que la familia quiere tener un recuerdo de su hermano, hermana o padres".

"La tercera vez que asistes, ya no sientes tanto como al principio"

Claudiu Ștefănescu ha sido camarógrafo desde hace 23 años. En los últimos 15 ha filmado casi un funeral al año. De algún modo, este trabajo le salió solo, como una extensión de su empleo previo de reportero para una cadena de televisión local.

Hubo un momento en el que siempre estaba en la morgue del pueblo. Informaba sobre fuegos, allanamientos, asesinatos, accidentes. El tráfico fue horrible en el año 93. Día sí, día no, me llamaba la policía para que acudiera a un accidente. Los funerales son soportables, pero hallar restos humanos desperdigados por la autopista de un accidente es más complicado".

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Claudiu cobra bien por esos servicios, pero está de acuerdo en que este tipo de trabajo tiene un impacto emocional. De todas maneras, dice que después de un tiempo te acostumbras.

"Recuerdo el funeral de un chico de 17 años. Era el 1 de marzo, estaba nevando y yo solo me preocupaba de mi reportaje, porque el suelo estaba cubierto de nieve helada mezclada con un barro que resbalaba. Las caras de sus familiares se detuvieron en mí, en sus ojos se veían la pena y la rabia. Tenían los puños apretados y miraban al vacío. No estaban bien, pero querían un recordatorio para el hermano del chico, que estaba en el extranjero. Incluso le llamaron para que pudiera oír a la gente lamentándose en directo por teléfono. Esta ha sido la escena más impresionante que he presenciado".

Claudiu lo pasó mal en su primera vez. La segunda vez era simplemente hacer tu trabajo. La tercera, "ya casi no sientes nada". Todo esto le ha pasado factura, no es de piedra. "Pero tarde o temprano lo superas, después de que se haya convertido en rutina".

Pero incluso si estás preparado para ello, a veces la gente a la que fotografías no lo está. "Si son más pobres o menos educados, hay quien se vuelve agresivo. '¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿Quién te ha dejado entrar?' Se calman en cuanto les digo que la familia me llamó. Hay otros que ni se percatan de mi presencia. Algunos me miran como su fuera un loco".

Claudiu tiene un corazón de artista. Incluso ha filmado el funeral del padre de la gimnasta Nadia Comăneci. "Yo no quería, pero los sacerdotes me llamaron". Cuando la familia lo vio, dijeron "Gracias, pero no, gracias". Los sacerdotes insistieron, así que la gente preguntó a Nadia sobre ello. La exgimnasta acabó accediendo.

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"Tenía la sensación constante de que el aire a mi alrededor podía cortarse con un cuchillo. Yo era lo último que necesitaban allí".

Un vídeo de sacerdotes en un velatorio junto a un fallecido en Onesti, Rumanía

De los momentos más espeluznantes a la cara de los amados en la foto de la mesilla de noche

Laurențiu Blidar, fotógrafo, camarógrafo independiente, y colaborador ocasional de la funeraria Silentium Aeternum, me explicó que ha visto funerales en los que los asistentes se reúnen alrededor del ataúd solo cuando se dan cuenta de que hay una cámara. Estos eventos no son pan comido para ellos, tampoco.

"Hubo ocasiones en las que me marché con algún 'recuerdo' de los fallecidos, pero lo superas con el tiempo. Te adaptas. El más espeluznante fue cuando tuve que fotografiar a un chico de unos 13 o 14 años que había muerto de cirrosis o de alguna enfermedad así. Créeme, no lucía muy bien. Es un poco asqueroso pensar que hay un menor de edad enfrente de la cámara".

¿Pero quién querría una foto así, de todas maneras? ¿Y por qué?

"¿Qué quieres decir? Pues para recordar al fallecido años después, lo que hacen es ver el funeral", explica Dorel sin paños calientes. A su vez, Claudiu piensa que podría ser un truco para labrarse una imagen. "Mucha gente lo hace porque puede. Es guay tener a un cámara dentro filmando. Quizá nunca vean la grabación, pero la tienen porque así es como hacemos las cosas. También influyen un poco las ganas de presumir".

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Si quieres ser fotógrafo de funerales, debes saber qué fotografiar

El aspecto general de las fotos y los vídeos tomados en funerales normalmente depende del cliente y del proveedor del servicio. Para Laurențiu, ya es una rutina de trabajo: "Fotografías la familia del fallecido alrededor del ataúd, besándolo, poniendo el ataúd bajo tierra y las coronas de flores colgando por el jardín. También he estado en funerales romaníes y lo hacen un poco diferente: tuvimos que fotografiar la comida, a los familiares llorando cerca del ataúd y, por último, las coronas funerarias".

Pero también hay espacio para un enfoque artístico. Eso es lo que Claudiu prefiere. Evita filmar al cadáver, porque "no le encuentra sentido".

"Prefiero transmitir emociones a través de los vídeos. Cuando tomo fotos, lo hago con la técnica del claroscuro. No tomo fotos de las caras compungidas de la gente que ha estado llorando; es horrible. Tomo fotos del sermón del sacerdote, de detalles de la iglesia, siempre por encima de la cabeza del fallecido; fotos que sugieren qué evento es, pero que no suponen una gran impacto emocional".

Quiénes son los que quieren fotos funerarias

Cristian Porcolean, de Silentium Aeternum, me dijo que cerca del 20 por ciento de sus clientes piden servicios de foto y vídeo. La mayoría de ellos son ricos, romaníes o tienen parientes que no pueden asistir al funeral.

De hecho, es un trabajo como otro cualquiera, porque la muerte, igual que todo, es parte de la vida. Pero no nos pongamos filosóficos, la gente solo quiere un último recordatorio del fallecido.

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"Quieres volver a vivir el momento y ver la cara de la persona que falleció", concluye casi poéticamente Cristian, incluso aunque el rigor mortis ya haya llegado a la cara.

Para entender mejor el fenómeno, hablé con el psicólogo Mihai Bădică:

"La imagen es la prueba de que tu persona amada ya no existe, de que está muerta. De hecho, es un testimonio de la realidad. El luto es un doloroso proceso que nos separa de nuestros allegados. La primera etapa del luto es la negación, el shock que experimentamos en tales ocasiones y rechazar la pérdida que hemos sufrido".

Básicamente, la fotografía ayuda a sanar. Reduce el dolor, pero también hay algo de ritual en ello. "Igual que poner los clavos de la tapa del ataúd o echarle encima la primera pala de tierra, es un gesto de reafirmación de que no te lo estás imaginando. Esta muerte es todo lo tangible que puede ser.

Esta tradición parece que está desapareciendo de los funerales occidentales

Hay otros que, sin embargo, se quejan de que ni la muerte es lo que era. El antropólogo Vintilă Mihăilescu dice que la práctica de fotografiar los funerales ha desaparecido a lo largo del siglo pasado.

"¿Cómo y por qué las culturas occidentales contemporáneas han dejado este tipo de conmemoración de la muerte? Hasta hace más bien poco, la muerte era parte de la imaginación colectiva y de las prácticas sociales actuales. Al experimentar la muerte como un fenómeno natural, la gente se ha preparado con antelación para ello, y lo exponen así. Hoy en día se ha convertido en un eufemismo y la ocultamos detrás anunciando a los cuatro vientos el mito de la juventud sin vejez y de vida sin muerte. Nadie ni nada nos puede impedir que seamos responsables de nuestra propia felicidad. Rumanía, que es mucho más rural y 'tradicional' que el mundo occidental, ha mantenido las viejas costumbres. La visión de un ataúd abierto de camino al cementerio aterroriza a los extranjeros, incluso aunque sea un suceso que allí ocurre diariamente. Como dijo un antropólogo francés, hoy en día, exponer la muerte se equipara a la 'pornografía'".

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No pude evitarlo, así que también llamé a la Iglesia

Hay un elemento principal que falta en este retrato de la muerte: la Iglesia. Sin ellos, no puedes ni celebrar un funeral ni una sesión, a menos que lo que quieras sea enterrar un cadáver rápida y eficientemente en tu jardín.

Le pregunté a Eugen Tănăsescu, sacerdote de Constanza, la posición que tomaba la Iglesia en relación a esas prácticas, que no necesariamente parecen muy cristianas:

"No sé por qué alguien querría algo así, pero no le veo ningún problema mientras no conviertan mi iglesia en un estudio de rodaje. Los funerales son un asunto privado. No tenemos nada en contra de ello y no echaremos a nadie mientras haya decencia. Y no va en contra de las enseñanzas de la Iglesia. No se contradice con los registros históricos, igual que la cremación, porque no tiene relevancia para el alma".

Sin embargo, el sacerdote Tănăsescu me contó que "sacarse un selfi con el fallecido es una forma de narcisismo. Pero puede ser útil para recordar que también nos acabará llegando nuestra hora".

En otras palabras, adelante, sácale todas las fotos que quieras al ataúd, mientras no montes un drama.

Al fin y al cabo, cada uno supera el duelo a su manera. Si a la gente le sienta bien tener una luz cegadora mientras están de luto al lado del muerto, ¿quién soy yo para decirle nada? El hecho de que algunos elijan un acercamiento a la muerte de una manera tan festiva como en otros grandes eventos de la vida casi parece como una forma de ser relajada ante ello, una forma de aceptación.

Sí, todos morimos. Probablemente iré con mi cámara en mano, pero no me gustaría estar al otro lado del objetivo cuando vengan a presentarme sus respetos.