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La chica del tren: la forma apropiada de convertir un best seller en película

Antes de volverse una película, La chica del tren, la novela escrita por la británica Paula Hawkins, ya había vendido más de 40 millones de copias. El proceso de la película es un ejemplo perfecto de cuando el cine reinterpreta los bestsellers.

La escritora inglesa Paula Hawkins estaba sentada en el tren que a diario tomaba para llegar a su oficina en Londres cuando se le ocurrió la idea: ¿qué pasaría si un día, desde el tren, viera algo terrible pasar en una de las casas que estaba acostumbrada a ver a diario? ¿Se involucraría? ¿Se arriesgaría a servir de testigo? ¿Seguiría con su vida y su rutina diaria tratando de olvidar que alguna vez había visto lo que había visto? Esa fue la semilla de La Chica del Tren, la novela que la lanzó a la fama y que hace unas semanas llegó a la pantalla grande con una adaptación escrita por Erin Cressida Wilson —Secretary (2002), Chloe (2009)— y dirigida por Tate Taylor —The Help (2011)—.

Rachel es la protagonista de La chica del tren, una mujer que ahoga en vodka la depresión y frustración de una vida que tenía y que al final no pudo ser. Las protagonistas también son Anna y Megan, la primera, la nueva esposa del que una vez fue el esposo de Rachel; la segunda, una mujer que Rachel espía desde las ventanas del tren cada vez que pasa frente a su casa.

Un día Rachel ve algo distinto en el patio de la casa de Megan y días después se entera de que Megan ha desaparecido. Convencida de que tiene información clave para saber qué pasó con ella, Rachel se empieza a involucrar en una historia de la que antes sólo era espectadora. El problema es que la palabra de Rachel es poco confiable: toma mucho, casi todo el tiempo está borracha, y casi siempre se enlaguna. Mientras más se involucra en la historia, Rachel se da cuenta de que lo que ha perdido entre los vacíos de su memoria puede cambiar todo: el misterio de Megan y su propia historia. La chica del tren, la película, es una de las muchas producciones que han llegado al cine inspiradas por historias que antes de ser películas fueron libros. The Shinning (1980), A Beautiful Mind (2001), Harry Potter (2002-2011) y hasta las películas de Bourne (el super agente protagonizado por Matt Damon) han sido todas grandes producciones que antes de ser un éxito en taquilla fueron best-sellers en librerías. Todas historias que por las potentes imágenes descritas en palabras demandaron su adaptación en imágenes. Ese potencial, el de una historia que funcionaría en pantalla grande, lo vio la editorial de La chica del tren incluso antes de que el libro saliera a la venta. Antes de que el nombres de Paula Hawkins se volviera familiar entre los lectores, la editorial ya le había vendido los derechos de la historia a una productora para volverla una película. Días antes de que el libro estuviera disponible para el público, Erin Cressida Wilson, la guionista de la película, ya había entregado el guion de La chica del tren sin sospechar el éxito que tendría el libro. La novela, publicada a inicios de 2015, fue un éxito instantáneo. En febrero de ese año el libro era número uno en la lista del New York Times de los libros de ficción mejor vendidos. Y ahí se quedó por 13 semanas más, momento en el que ya llevaba más de millón y medio de copias vendidas. En total, según un artículo de The Guardian, fueron 88 semanas consecutivas en las que La chica del tren estuvo en la lista de best-sellers del New York Times, seis millones de copias las que vendió solamente en Estados Unidos y más de 15 millones las que vendió alrededor del mundo. Al final, la novela de Hawkins se publicó en 50 países y se tradujo a más de 40 lenguas. Todo un hit. El éxito del libro, según Sarah Adams, la editora de Hawkins, aunque un poco inesperado, tiene que ver con la hipótesis que plantea y que resulta en un escenario posible para cualquiera que, a diario, recorre la misma ruta y ve las mismas casas de camino a su trabajo o casa: ¿qué haría usted si de repente se sabe testigo de un potencial crimen? A partir de ahí, La chica del tren se constituye como una historia adictiva que, muy al ritmo del thriller, mantiene enganchado al que se sumerge en su lectura. De ahí en adelante, el boca a boca y páginas de reseñas y recomendaciones literarias como Goodreads se han encargado de que la novela siga estando en varias listas de bestsellers incluso un año después de su publicación. La historia, además, llegó en el momento justo: uno en el que la literatura se ha llenado de autoras cuyo interés está en el thriller protagonizado por personajes femeninos complejos que no sólo sirven como amantes o esposas, es decir, como excusas para desarrollar las historias de los personajes masculinos protagonistas. Basta pensar en Gone Girl, de la escritora Gillian Flynn,para darse cuenta de un fenómeno al que, además, el cine le ha puesto el ojo encima. Pero, como todo libro adaptado al cine, hay cosas de la novela que cambian y se quedan por fuera. En el caso de La chica del tren, una historia que originalmente tiene a Londres como escenario, la historia pasa a ser contada en Nueva York, y algunos personajes que son explorados con más profundidad en el libro tienen que ser recortados y adaptados para que quepan en la hora y media de tiempo en pantalla. Aún así, la película funciona como un thriller cinematográfico que puede ser entendido y disfrutado por los fans de Hawkins y por los que no tienen ni idea de que la historia es originalmente una novela. El trabajo de los actores le es fiel a la complejidad y profundidad de los personajes de la novela y le da solución a la fantasía de todo lector que sueña con ponerle una cara propia a los personajes con los que se ha conectado. Esa preocupación por serle fiel a la historia original en ocasiones es tanta que incluso se incluyen partes de la trama de la novela que, en cine, pueden llegar a sobrar, pero que es una forma de satisfacer a la base de fans de la novela.

No obstante, la película logra mantener el misterio y la intensidad del libro de Hawkins. La angustia de seguirle los pasos a una mujer que lucha por recordar algo que parece fundamental para su historia y la historia de la mujer que espía no pierde fuerza en las imágenes y tensiona y tiene al borde de la silla a fans y no fans por igual.

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