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El binarismo de género es un concepto absurdo

Antes se consideraba que los hombres y las mujeres eran miembros del mismo "sexo esencial". ¿Qué pasó con eso?

Este artículo se publicó originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

Muchos de los argumentos contra los derechos de las mujeres que más nos irritan se originan en las diferencias biológicas (ostensiblemente) evidentes entre los sexos. Las mujeres no pueden ser presidentas porque son demasiado irracionales cuando tienen la regla. Las mujeres deberían ser las principales cuidadoras porque las hormonas de sus tetas las hacen mucho más cariñosas. La cultura de la violación es un subproducto natural de la lascivia y agresividad masculinas y de la pasividad natural de las mujeres.

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Nuestra inferioridad está supuestamente escrita en nuestros cuerpos y siempre lo ha estado. Si nos remontamos a la época victoriana, nuestros delicados nervios eran el motivo por el que no podíamos trabajar. Y en la Edad Media, las mujeres se consideraban menos valientes y aventureras que los hombres porque sus testículos eran más pequeños y estaban más fríos.

Hasta el siglo XVIII, muchos médicos y filósofos daban por hecho que los humanos solo tenían un sexo biológico: el masculino. Las mujeres eran simplemente hombres inferiores cuyos penes estaban vueltos del revés e introducidos en sus cuerpos. Galeno de Pérgamo, uno de los médicos más influyentes de la Roma Antigua, era un gran defensor de esta teoría. Creía que las mujeres eran hombres cuyos genitales no habían conseguido desarrollarse "perfectamente" dentro del útero materno.

Thomas Laqueur ha bautizado esta concepción del sexo biológico como "modelo del sexo único". Su libro, Making Sex: Body and Gender from the Greeks to Freud (La creación del sexo: cuerpo y género desde los antiguos griegos hasta Freud) , explora cómo y cuándo cambió la sociedad occidental su pensamiento de un único sexo "esencial" al modelo binario que empleamos hoy. "En lugar de existir dos sexos opuestos, eran contiguos y jerárquicos", explica a Broadly. "Existía una jerarquía de género y una continuidad de cuerpos".

"Alguien a quien le sangraba la nariz estaba experimentando en principio el mismo proceso fisiológico que se produce durante la menstruación"

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Los hombres y las mujeres podían subir y bajar en la escala del sexo mediante diversos comportamientos y procesos biológicos. Por ejemplo, "alguien a quien le sangraba la nariz estaba experimentando en principio el mismo proceso fisiológico que se produce durante la menstruación", afirma Laqueur. Algunos textos médicos medievales también mencionan a las mujeres que podían convertirse en hombres durante la pubertad, cuando sus genitales invertidos finalmente salían hacia fuera.

Los médicos anteriores a la Ilustración también creían en los cuatro humores: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. Toda forma de vida poseía esos cuatro líquidos en su cuerpo en diferentes grados. Cada humor estaba vinculado a un elemento y se consideraba húmedo o seco y caliente o frío. El calor se asociaba con la actividad y, por lo tanto, con los hombres y su arrojo. Las mujeres eran más frías y, por lo tanto, mucho más miedosas que los hombres. La apertura de la cavidad vaginal se consideraba un déficit de carácter: si sus cuerpos son físicamente permeables, sus mentes/almas también lo son. Pero todas las personas tenían algo caliente y frío, abierto y cerrado y duro y blando en su interior. Era una cuestión de grado o nivel, que podía cambiar con la edad, las estaciones del año y el momento del día.

Así pues, ¿cuándo y por qué pasó la medicina de considerar un solo sexo a considerar dos? Muchos académicos sitúan el cambio durante una época que los británicos han bautizado como el "largo siglo XVIII", entre 1688 y 1815. Este período de tiempo cubre la Ilustración en Europa y el período de revolución política que le siguió. Fue durante ese tiempo cuando se concibieron muchas de las ideas acerca de los derechos inalienables del hombre.

Antes del "largo siglo XVIII", las sociedades occidentales se regían por el feudalismo, que presupone que las personas no nacen iguales. Los reyes eran mejores que los señores feudales y estos eran mejores que los campesinos, y este sentido de superioridad se extendía a sus cuerpos físicos. "Los aristócratas tienen mejores cuerpos, los cuerpos se separan por razas", indica Laqueur, resumiendo la idea. "El cuerpo es abierto y fluido y es consecuencia de una jerarquía establecida en el cielo". Los detalles de esta carne corruptible tienen menos peso que el alma. Todos éramos siervos en el Reino de los Cielos, que se encargaba de establecer la jerarquía en la tierra.

Los médicos anteriores a la Ilustración también creían en los cuatro humores: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. Toda forma de vida poseía esos cuatro líquidos en su cuerpo en diferentes grados. Cada humor estaba vinculado a un elemento y se consideraba húmedo o seco y caliente o frío. El calor se asociaba con la actividad y, por lo tanto, con los hombres y su arrojo. Las mujeres eran más frías y, por lo tanto, mucho más miedosas que los hombres. La apertura de la cavidad vaginal se consideraba un déficit de carácter: si sus cuerpos son físicamente permeables, sus mentes/almas también lo son. Pero todas las personas tenían algo caliente y frío, abierto y cerrado y duro y blando en su interior. Era una cuestión de grado o nivel, que podía cambiar con la edad, las estaciones del año y el momento del día.

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