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Hablamos con el tipo que lanzó el primer Tinder español hace más de 10 años

Un español ex-gurú de Internet en 2001 nos revela los trapos sucios de las primeras redes sociales, que hoy serían ilegales.

Las redes sociales nos hacen a todos más cabrones. El que no consigue hacer el comentario más ácido por lo menos intenta retuitearlo. Pero si hoy parecemos tontos, ni te imaginas lo estúpidos que éramos hace 15 años.

En el año 2001 se estrenó el uso comercial de la tecnología WAP, la abuela de las redes móviles de hoy, y ya entonces se empezaron a diseñar las primeras apps. Un territorio virgen y sin competencia, sin legislación y con usuarios inexpertos que flipaban con Matrix pero que apenas tenían un móvil con dos líneas de texto en blanco y negro. Era la época de los tonto-phones, lo de enviar mensajes de texto además de ser caro era lo único original que podían hacer, hasta que llegó el WAP y sus apps, y un puñado de españoles ricos empezaron a fliparlo.

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MGJ fue el gurú de una empresa de tecnología made in Spain que por aquellos años, tras vender su primera compañía a Microsoft, se dedicó a desarrollar aplicaciones móviles para un mercado demasiado verde, el de las redes sociales y el entretenimiento móvil español. La mayoría de sus apps tenían la inteligencia de un Nenuco: escribían un poema con tu nombre y el de tu pareja, fabricaban un insulto para tu peor enemigo o te contaban chistes personalizados. Chorradas que ayudaban a pasar el rato a la élite tecnológica de este país: los usuarios que se podían permitir un Nokia 9000 y pagar la factura de conexión WAP.

El futuro en 2001. Imagen vía

Entonces MGJ se dio cuenta de que entre sus aplicaciones, la que tenía más éxito era la que menos respeto tenía por el usuario, la que le trataba como a un gilipollas: El Oráculo. Se trataba de un chat en el que los usuarios podían escribir sus dudas, inquietudes y problemas, y recibían como respuesta una frase al azar, cualquier cosa, tuviera o no que ver con la pregunta que el usuario le había hecho, porque aquella aplicación no era inteligente, era la hermana tonta de Nenuco. Pero era móvil, eso era lo novedoso. MGJ jamás imaginó que los usuarios fueran a tomar en serio esta app, así que ni se molestó en programarla con una pizca de intelecto.

Hasta ese momento la legislación sobre protección de datos en Internet acababa de nacer y España no es precisamente un país rápido de reflejos, así que MGJ no tenía que remangarse mucho los escrúpulos para acceder a los logs del servidor y leer los números de teléfono de quienes accedían a El Oráculo, la hora de conexión y las frases enviadas y recibidas. MJG se pasaba la horas muertas fisgando, flipando, y llamando a sus amigos para decirle lo increíblemente estúpida que es la gente.

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Una chica escribe casi veinte mensajes explicando que es del Opus, con fecha para la boda, y ha perdido la virginidad con su primo. La app de 'El Oráculo' le responde: "el que no se arriesga no cruza la mar"

A las 9:00 de la mañana una chica escribe a El Oráculo casi veinte mensajes seguidos explicando como se jodió la vida anoche: por fin se tiró al chico que NO debía, ella del Opus, con fecha para la boda y pierde la virginidad con su primo. MGJ flipa leyendo esto a las 12:00, mientras hacía una visita de mantenimiento a los logs de El Oráculo. La chica explica en esas líneas de "chat" que lo que realmente quiere saber (¡Oh, Oráculo sabio!) es si está embarazada, porque lo hicieron sin condón, por no levantar sospechas en la farmacia, y ahora ni de coña va a comprar un predictor, para que todo el barrio se entere de que es una puta. El sistema le ha ido devolviendo una memez tras otra por cada una de sus frases, del tipo "El que no se arriesga no cruza la mar", "Por muy dura que se ponga la vida, no te olvides de sonreír", y la tía se despide de El Oráculo a las 9:50 con un "Gracias guapo, luego te escribo, que entro a clase".

El smartphone de la prehistoria os saluda. Imagen vía

A las 17:00 cumple su promesa, la niña del Opus vuelve a escribir para preguntar qué hay de lo suyo "¿Estoy embarazada o qué?". En ese momento MGJ está delante del ordenador leyendo logs, y ve que el mismo número de teléfono de esta mañana ha vuelto a probar suerte con El Oráculo, accede a teclear manualmente la respuesta: "Eres tonta, ¿cómo me preguntas eso? Sólo soy una máquina, no puedo saber si estás embarazada". Ella responde: "Bueno, por lo menos dime si mi novio se enterará algún día de esto, y si mi primo se acostaría de nuevo conmigo…". MGJ recuerda hoy que en el fondo la única prueba de que sus apps funcionaban era que su cuenta corriente aumentaba, porque si no fuera por eso pensaría que quienes estaban al otro lado, usando El Oráculo, eran otros robots de la competencia, y no personas reales con dinero real. La gente real se comportaba como auténticos gilipollas, porque precisamente su sistema parecía mas inteligente que todos ellos.

Cada vez había más gente que quería tirarse a El Oráculo, había quien pasaba las horas muertas preguntándole guarradas… Así que MGJ decidió mejorar su tecnología y hacia 2003 lanzó uno de los primeros "Tinders" de Internet en castellano. Un sistema que luego también lanzó Telefónica. El móvil decía reconocer por GPS dónde estaba el usuario y le buscaba posibles parejas cercanas que también estuvieran conectadas y quisieran charlar un rato. Tal vez el de Telefónica fuera real, pero el de MGJ ni accedía a la localización geográfica del usuario, ni la gente que encontrarías allí era real. Como al principio no había una cantidad suficiente de usuarios activos para que las búsquedas funcionasen, MGJ puso a todos sus empleados a chatear con usuarios reales. Hasta las limpiadoras de la oficina hacían horas extra ligando por internet, suplantando la personalidad de perfiles falsos para dar rienda suelta a las ansias de ligue de los usuarios reales, fingiendo otro sexo, otra edad, y contando trola tras trola, poniendo cachondo al personal o prometiéndole una cita para algún día de estos… Con la esperanza de que la voz se corriera, y poco a poco este "Tinder" primitivo lo petara. Pero no lo petó porque no había suficiente gente que usara la tecnología WAP, era cara, lenta, y generalmente falsa, y sus usuarios demasiado estúpidos. MGJ se pasó cinco años tratando de dar gato por libre a gente como la que hoy utiliza Facebook, tal vez fue un adelantado a su tiempo.

Hoy MGJ no utiliza Facebook ni Twitter, desconfía de los gurús tecnológicos y cree firmemente que la gente es gilipollas, y quien usan la tecnología para relacionarse todavía más.