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Música

La curiosidad según Babasónicos

“En los barrios acomodados no hay tanta hambre para tener una banda de rock”

- Lo de las etiquetas era justo por algo que dijo Adrián Dárgelos: “somos una banda de rock, no nos fijamos mucho en los detalles”

- Y sí. Yo estaba pensando que tal vez todas estas definiciones existen por déficit del que escucha música, que puede ser están más vagos. Internet y toda la situación de buscar se hace como más, o sea, buscan la explicación de las cosas y no se ponen a escuchar o a ver una banda en vivo. Ya eso es una locura. Cuando nosotros éramos chicos íbamos a ver bandas que no sabíamos ni qué eran y ahora es difícil que un joven vaya a ver una banda que no conoce de nada sin antes googlear a ver de qué se trata, o que un periodista le diga ‘no, esta banda es a go go, psicodélica’.

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Mariano Domínguez, guitarrista de Babasónicos, siente cierta molestia ante la falta de curiosidad de “los jóvenes”:

- En gran parte la culpa es de internet y la otra de los jóvenes que no tienen ganas de ser curiosos, que presentan cierta haraganería para hacer cosas, sea música, sea todo, un libro, algo, cualquier cosa. Hay cierta haraganería provocada por la facilidad que los medios les dan y creer que lo saben todo rapidito. Pero parezco un viejo cuando digo eso. Pero sí, soy viejo, ¿y? Tengo mal carácter.

Todo viene a cuento de una pregunta enraizada en algo que una vez dijo Frank Zappa –o Elvis Costello o Laurie Andersson-: “hablar de música es como bailar arquitectura”. ¿Para qué sirve hablar de música, qué sentido tiene? Un escritor dijo una vez que un poema no debería significar, solo ser, entonces, ¿qué es eso de las etiquetas, “trash metal, pop easy listening, psicodelia a go go, sampleos de electrónica, letras casi siempre demoledoras, uno de los resultados más contundentes de su extensa discografía”, todas expresiones ancladas a la música de Babasónicos?

Mariano dice que “solo queda reírse de algunas descripciones”.

Las etiquetas quizá sean una estupidez pero sirven para que uno sepa dónde anda. La cuestión es, ¿qué más da dónde ande uno? ¿Por qué no ir a un concierto sin saber previamente quién toca o qué se toca?

Mariano no lo entiende: ¿No nos conocen? Mejor, vengan a vernos. Aunque esa es una situación difícil de encontrar en México y América Latina en general: la prensa especializada sostiene que Babasónicos son herederos de Soda Stereo porque han alcanzado un nivel de popularidad similar. Con su último disco, Romantisísmico, que estos días presentan en México, vuelven a una gran disquera y ya no les parece una extravagancia ir a tocar al Japón. Aun no lo han hecho, pero es factible, eso dicen.

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Aunque Mariano dice también que nació en Mónaco –no en la provincia de Buenos Aires- y que se aburre hablando de las cosas del pasado. Pero en fin, las etiquetas, en su opinión, demuestran la “ociosidad” de los plumillas y la desidia de la clase imberbe: la música es para escucharla, no para explicarla.

*

Mariano, guitarrista, viene acompañado de Diego Panza, baterista y Diego Uma, guitarra y voces. Uma es hermano de Adrián Dárgelos, vocalista, depositario del carisma de la banda y ausente esta tarde. Mariano habla más que los demás.

Entre los tres despachan entrevistas como latas de cerveza –una cada quince minutos-. Visten jeans y lentes oscuros. Diego Uma calza unos puntiagudos zapatos de brillante color azul que contrastan con la oscuridad del auditorio que la disquera presta para las entrevistas. Se sientan al borde del escenario, hablan de la curiosidad, de internet y un poquito de Lanús, el barrio del conurbano bonaerense que les vio nacer.

Un chico de Buenos Aires que tiene un programa de radio en la 89.1, Alejandro Tévez, dijo en una nota en Gatopardo que es extraño que salgan de Lanús…

- Bueno, no todos, dice Mariano, algunos, la mitad. Pero viste que las bandas tienen que ser de algún sitio.

Él decía que era extraño que una banda surgiese de allí, la cuestión es ¿por qué es extraño?

- Lanús, sigue Mariano, es como una zona suburbana de Buenos Aires, mayoritariamente de clase obrera, pero en general las bandas surgen de esas zonas, no surgen de los barrios acomodados, me parece. En general de los barrios acomodados surgen otras cosas, no hay tanta hambre como para tener una banda de rock. Las bandas de rock surgían en la época que surgimos nosotros porque era gente joven que no tenía ganas de trabajar de nada, que estaba revelada con sus padres, que no le importaba nada y lo quería era tocar música de rock. Si no se hubiesen ido a la facultad o a trabajar. No sé ahora, en ese momento para nosotros era eso. Con el tiempo tener una banda de rock, ahora, es como medio una salida laboral, en ese momento…

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A su nivel es una salida laboral, pero…

- No, no, pero yo creo que sí, hay condiciones mucho más benévolas para un joven de 18 años o de 16 que forma una banda, que cuando nosotros empezamos. Es una batalla ganada. Tener una banda no es un elemento muy rebelde contra la generación anterior.

Con Romantisísmico, la banda lleva 11 álbumes de estudio, cinco de rarezas, tres de grandes éxitos, cuatro devedés… Ya queda lejana la primera visita que hicieron a México, en 1995, para iniciar una gira que no pudo ser.

- No, fuimos a Los Ángeles a mezclar el disco –Panza se refiere a Dopádromo- y con esa excusa nos endeudamos y surgió lo de hacer una gira acá, pero la gira como que falló y terminamos en ese hotel y de ahí empezamos a tocar en un par de festivales en el DF. Y también fuimos a Guadalajara.

Babasónicos vivieron un mes en el hotel Isabel la Católica, cerca del Zócalo, mientras tocaban en locales pequeños los fines de semana y algún que otro festival. Entonces nadie los conocía, poca gente. Su disco Jessico aún no existía y aunque a veces renieguen del punto de quiebre que marcó, lo cierto es que todo empezó a cambiar a su amparo. Ahora hablan de irse a Japón. “Cuando tocamos en lugares de otro idioma”, explica Mariano, “pasa algo raro que a mí me gusta. Una vez tocamos en Amberes, en Bélgica, y tocamos para un público que no sabía quiénes éramos ni conocía nuestras canciones ni nos entendía. Pero yo lo recuerdo como un show bueno. Tal vez ayudó mucho que el público, como te decía al principio, fuera con curiosidad, como que existe un público que va a ver algo que no sabe qué es y ves que lo disfrutaban al mismo tiempo que lo conocían. Es la reacción de cero, visceral, no hay preconcepto. También está bien hacer shows con fans que se saben las canciones, es satisfactorio, nos da orgullo. Pero me gusta tocar para público que no te conoce. Y eso aquí es muy difícil, eso nos da orgullo. Para que no nos conozcan tendríamos que irnos a Amberes o a Tokio”.