Finalmente llegó el sábado, día del perdón para algunos y día de fiesta y música para todos los demás. En el corazón rarito de la Ciudad de México, en una casa vieja, se llevó a cabo un festival de corazón autentico y aspecto excéntrico. Esto es lo que vimos en Raymondstock. Puras propuestas arriesgadas de Norte y Latinoamérica que enmarcan una perspectiva de la escena independiente, o por lo menos desde las manos de la gente que se encargó de alinear las filas que compusieron esta edición. Larga vida al Raymondstock.
Publicidad