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Helado Negro. Foto por Iszrael de la Torre.
Noisey

Helado Negro: la música suena fuerte de maneras tan silenciosas

Con ‘This Is How You Smile’, el productor de origen ecuatoriano dota de nuevas dimensiones a la identidad musical latina, homogeneizada en su forma contemporánea. Hablamos con él de su sexto LP.

La música de diáspora latinoamericana está en la cima comercial de su historia. Temas interpretados por artistas latinos se posicionan en el top mundial de Spotify y Latinoamérica es la región con mayor crecimiento económico en el último año. Hay más de 15 sencillos incluidos en el Billboard Hot 100 en lo que va de 2019 y Bad Bunny y J. Balvin van a la cabeza de los festivales de tendencia más relevantes del mundo. La grandeza en números. La dominación del mercado global. El Everest del español. Y sin embargo, parece haber un costo en la homogeneización de nuestra identidad, una identidad construida alrededor de 20 naciones y 600 millones de personas.

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Roberto Carlos Lange como artista, como músico, como migrante y como latino, siempre lo ha cuestionado. Un personaje que bajo el alias de Helado Negro ha hecho desde hace casi una década música de carácter íntimo y emocional que, sin embargo, nunca ha podido ni ha querido separarse del carácter político que implica ser latino en los Estados Unidos. Siempre representando pero, antes que otra cosa, autocuestionándose. “El sonido y la música pueden sonar muy fuerte de maneras muy silenciosas”, dice.

This Is How You Smile, su más reciente disco, es una seguidilla en su argumento y en la construcción de su discusión, una que cobra sentido en latinos desde Baja California hasta la Patagonia. Un discurso más consolidador que gritar “¡Viva latino!” en Coachella o que ponerse un poncho en un video. “El café no se va, solo brilla”, dice Helado en “Please Won’t Please” refiriéndose a su color de piel, reivindicando una de las cualidades más comunes y menos remarcadas de nuestra agenda sociocultural. Y como nacido en Miami de padres ecuatorianos, la idea de ese track, extendida a lo largo de su LP del avant-pop más íntimo y político que puede haber, es claramente responsable. Todo resumido en 40 minutos de una persona acercándose lentamente a nuestros ojos para revelarse de una manera genuina y libre de capas triviales.

Me reúno con Roberto en un hotel en la Ciudad de México. Con una playera morada bien fajada, una inmensa greña saliendo hacia todos lados y un cold brew en la mano para refrescarse del calor, me saluda. Mientras se quita el pelo constantemente de la frente, habla con la fuerza de alguien que apenas durmió, con un acento ecuatoriano condimentando y circulando en una mixtura de español e inglés que le ayuda a sacarse las ideas de la cabeza de la manera más fácil posible.

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NOISEY: Desde que conozco tu música, has incluido en ella un elemento discursivo y de reivindicación de tu color de piel, de ser moreno y ser latino, y es algo que me ha sacudido de manera particular. Me parece pertinente y responsable. ¿Cómo ha sido explorar esta parte de tu identidad —y nuestra identidad— dentro de tu música con el paso del tiempo?
Helado Negro: Para mí, que vivo y escribo en Estados Unidos, la mejor manera de explicar esto es que no puedes realmente sentir o vivir desde una perspectiva, esta perspectiva, si no eres café o negro. Eres quien eres. Cuando alguien me pregunta “¿cómo es vivir en esta era siendo moreno?” solo puedo responderles que no sé, porque es la única manera de vivir que conozco. Creo que eso es lo más importante que quiero decirle a las personas. Si digo algo es porque realmente lo siento, es porque es parte de mi identidad, fluye sobre todo lo demás.

Ser café es parte de mí, parte de lo que soy, así que es algo difícil de explicar. Por otra parte, he creado una relación entre la música y la poesía para poder entender cómo usar las letras de manera que funcionen con mi música, y que funcionen con la manera en la que cuento y hablo sobre mis cosas. Entender cómo el sonido y la música pueden ser tan fuertes de maneras muy silenciosas, y creo que es uno de los enfoques de este disco fue ese, encontrar sonidos tranquilos y silenciosos que se pudieran usar, casi como sonidos muy íntimos que te lleven a un lugar. A la vez, siento que son elementos que sirven mucho o tienen el propósito de ser reflexivos, y que no necesariamente intentan, por decirlo de alguna forma, cachar un trueno. Es interesante intentar que con elementos sencillos se formen cosas mucho más elaboradas.

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A pesar de este discurso ampliado, creo que sin verlo desde una perspectiva necesariamente egoísta, es un disco más hecho para ti que para los demás, un material casi terapéutico. ¿Lo sientes así?
Sí, toda la música que hago es para mí. Creo que al hacer algo creativo, algo que es una expresión, debe ser así. Tampoco creo que todas las cosas de las que quiero hablar deban estar articuladas en palabras, y en ese sentido tengo la suerte de poder hacerlo a través de la música para poder expresarlo. Lo que estoy tratando de decir es que a pesar de hacerlo quizás de manera egoísta, al compartirlo sé que la gente podrá interpretarlo a su manera, y no sé de qué maneras lo harán. Pero sí, siempre han sido cosas que hago para mí.

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Helado Negro. Foto por Iszrael de la Torre.

En Estados Unidos hay una agenda de discusión mucho más abierta alrededor de las minorías, que al menos en cuanto a color de piel, no ha trascendido de la misma forma en América Latina. En este sentido, ¿qué tan cercano te sientes al asunto y qué pulso podrías calcular a la distancia?
Al no estar y no vivir acá no puedo saber, no estoy muy al tanto. En mi comunidad en Brooklyn tengo gente con la que comparto el estilo de música y culturas, hay una comunidad muy entera y muy compacta, que se reúne mucho en eventos. Creo que vivir en Nueva York es otro mundo separado del resto de Estados Unidos, es de alguna forma una burbuja, y cuando sales de esa burbuja, ves el mundo como es. Tengo esa suerte, pero cuando me voy de gira me doy cuenta que es demasiado complicado para otras personas. Pero es difícil, es extraño.

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De la misma forma, siento que tu discurso es un paso más allá en la construcción de la identidad latina desde el otro lado de la frontera. Es decir, algo que amplía la cosmovisión de lo que es ser latino desde la palabra y no necesariamente desde una banalización superficial de lo que supuestamente es latino. Quizás el ejemplo más obvio de esta homogeneización es J Balvin, pero también hay personajes como Cuco que funcionan desde un concepto distinto pero parecen servir un fin similar.
Creo que tiene que ver con cómo son manejadas las cosas por los formatos comerciales, y eso es parte de lo que pasa cuando estás compartiendo música. Yo tengo mucho respeto para el J. Balvin, el Cuco y demás, pero también creo que lo que pasa es que la industria te confunde bastante, y lo que te confunde es cómo la gente está consumiendo música y cómo la gente está compartiendo cultura. Bastante gente sabe que la cultura es compleja, es más compleja que usar un poncho o comer un dulce de tamarindo, que son cosas enteritas que puedes tomar en tu mano, pero que no resumen lo que somos. Desde mi manera de ver, lo más bonito que tenemos, lo que nos hace ser quienes somos como latinos, es all the complicated stuff: lo difícil, lo que sufrimos y nos cuesta. Yo creo que es mejor que esas cosas sean más difíciles de agarrar, que quizás sean menos tangibles, porque puedes protegerlas de mejor forma. Es importante que estén cuidadas, que estén protegidas.

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¿Por qué o desde qué sentido es necesario que estén protegidas?
El colonialismo aún existe en muchas partes y maneras del mundo, desde lo cultural aún tiene mucha presencia. El reggaetón es un ejemplo. Es un género viejísimo, y creo que va por ahí, empezó a colonizarse.

Ahora más que nunca. Lo han metido en una cubeta de cloro.
Sí, desde hace un par de años. Cuando el reggaetón comenzó a hacerse blanco fue cuando comenzó a tomar mayor forma comercialmente. La historia del reggaetón no tiene que ver nada con lo que está pasando ahorita, pero lo que está pasando ahorita es lo más relevante. Y está bien, hay tanto en Latinoamérica, tanto que escuchar, que ver, que consumir, que si el mundo comercial es el único que forma parte de tu radar es una pena para ti porque hay mucho más que escuchar. Nunca vas a escuchar lo más bonito del mundo a menos que realmente estés escuchando. Y tampoco creo que se trate de educar a los demás porque no es tú trabajo ni el mío, el mío solo es expresar mis sentimientos. Lo comercial siempre será así, y aunque haya gente que pretende justificarlo diciendo que es “por la cultura”, es solo un porcentaje muy pequeño de lo que realmente constituye un proyecto.

Y pasando a una idea más amplia del disco, ¿qué concepto buscas retratar más allá de todo esto alrededor de tu identidad?
Creo que es un intento de tratar de hablar de todo lo constante en mi vida, desde particulares y sentimientos muy sociopolíticos, pero también de otras cosas que son más íntimas. Hay una canción que habla de estar debajo de las colchas viviendo el invierno en Nueva York, esperando que todo se caliente afuera, con tu pareja o con quien compartes algo íntimo, y que por sí solo es un feeling, un estado de ánimo. Trato de poner todas esas cosas que me pasaron durante el año, cosas que eran importantes para mí decirlas o escribirlas. Importante no desde ese lugar muy íntimo, sino desde recordar los momentos en otros tiempos y espacios más específicos. La idea de la canción “País Nublado” es de mucha abstracción mental, de abstracción interna, de cómo las cosas se pueden poner muy complicadas.

También leí que parte de las ventas del disco se iban a donar a migrantes que forman parte de United We Dream. ¿Cómo fue en tu caso pasar coherentemente del discurso artístico a una acción humana mucho más aterrizada?
Fue una idea del sello, es una cosa que siempre hacen de acuerdo a lo que los artistas quieran donar. En mi caso elegí a United We Dream. Lo que pienso es que con las redes sociales tan activas tenemos noticias fuertes a cada instante, y luego no sabes qué hacer, es abrumador. Lo que he mirado e intentando es encontrar gente que está trabajando, que está haciendo cosas, y que quizás no están teniendo el apoyo económico necesario para materializar ese trabajo. Me he dado cuenta que de esta forma tan simple puedo ayudar, porque es algo muy simple, un apoyo económico para que puedan hacer su trabajo. Y sea mucho o sea poco, puedo seguir haciendo música, y seguir apoyando de esta u otras maneras.