Deseos mexicanos en los árboles de Yoko Ono

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Aquí, a la vuelta

Deseos mexicanos en los árboles de Yoko Ono

Para eso de los deseos los mexicanos nos pintamos solos.

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Hace un par de meses Yoko Ono vino a México a presentar "Tierra de esperanzas", una muestra donde reúne algunas de sus piezas más emblemáticas, que tienen como tema la paz, la violencia y el género. Entre las 16 obras que fueron colocadas en diversos puntos de la capital mexicana, una de las más visitadas es "Árboles de los Deseos".

No es porque entre los mexicanos sea muy conocido el trabajo de esta artista conceptual como para ir a buscar su obra a alguno de los museos donde se exhibe. De hecho, la mayoría de nosotros no recordamos a Yoko por su obra, sino porque es la culpable de la separación de los Beatles. Lo que pasa es que la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México tuvo la idea de colocar arbolitos en ciertas estaciones del metro (Insurgentes, Universidad, Mixcoac, Santa Anita, El Rosario, La Villa-Basílica, UAM-I, Mixiuhca, Parque de los Venados y Periférico Oriente).

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La obra consiste en un árbol o varios colocados en macetas y situados en algún pasillo rumbo a los andenes o en el espacio libre. El espectador toma un cartoncillo largo del ramillete puesto en el tronco (como los que se utilizan en las tiendas departamentales para poner los precios de la ropa), escribe algún deseo en él y lo cuelga en las ramas.

Pero esto no es una ocurrencia de la viuda John Lennon. El árbol de los deseos es una tradición antigua que se practica en países como Japón, China e India; incluso en Escocia e Irlanda hay algunas leyendas que aluden a esta costumbre.

Cuenta Yoko Ono que de niña veía los árboles de los patios de los templos japoneses repletos de deseos que la gente colgaba. Ella misma escribía deseos en un papel y lo ataba alrededor de la rama de un árbol. Al mirarlos desde lejos, dice, los papeles parecían flores blancas.

En México hay tantos deseos reprimidos que la gente no ha perdido la oportunidad de expresarlos en los árboles. De hecho, una vez terminados los cartoncillos de la obra, los espectadores han escrito sus solicitudes en hojas de cuaderno, boletos de cine, volantes y hasta papel de baño. En cada petición colgada en los árboles mexicanos se manifiestan las carencias, no de una persona, sino de todo el país: el éxito, el bienestar económico, un buen gobierno, la felicidad —lo que sea que eso signifique para cada persona—. Sí, hay quien como Miss Universo pide que se acabe la corrupción o la violencia; no falta el que desea trabajo, y hay muchos, de verdad, muchos que lo que quieren es amor.

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Y por otro lado están los más auténticos: el que ya no quiere ser culero con las otras personas, el que sólo pide que el metro sea gratuito, la que quiere que el tipo que le gusta la saque de la friendzone o el chavoruco que quiere sacar el Xbox del empeño. Para eso de los deseos los mexicanos nos pintamos solos.

Aquí una pequeña muestra.