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Hacia mediados de la década de los 80 estalló en Lima un movimiento de hardcore punk que recibió el nombre de Movida de Rock Subterráneo. Para fines de dicha década la movida había diversificado sus opciones musicales hacia el post punk, la fusión, el techno y el noise. El escenario político y social en el que se había desarrollado dicha movida estaba determinado por una profunda crisis económica y un entorno violento producto del enfrentamiento entre grupos terroristas y militares que habían sumido al país en un clima de inseguridad y caos. El nihilismo que expresaban las letras y el sonido áspero y visceral de muchas agrupaciones del rock subterráneo era significativo de un sentimiento generacional. La ética del "hazlo tú mismo" del punk encontró eco entre dichos jóvenes que empezaron a gestar su propio circuito musical. En poco tiempo empezaron a publicarse maquetas y fanzines, y a organizar conciertos autogestionados. Como tenía que ser, el punk los había liberado de toda regla y pericia instrumental: lo importante era la expresión por encima de la destreza. Y eso llevó a que de la noche a la mañana muchos cogieran una guitarra y armarán una banda. Es aquí que se encuentra el germen para lo que será el pequeño movimiento de noise industrial en el Perú.
Quienes serían luego los encargados de activar un circuito de noise en Lima habían sido todos adeptos a la movida subterránea de hardcore punk como también a la escena paralela, tan o más grande, de metal en sus vertientes extremas. La aparición internacional del disco Scum (1987), de los ingleses Napalm Death, había sentado las bases para el surgimiento del grindcore, un género que consistía en la aceleración rítmica del hardcore y el trash metal hasta niveles inimaginables. ¿Se podía tocar más rápido y fuerte que esto? El grindcore prendió como reguero de pólvora en el underground alrededor del mundo y dio vida a géneros como el grindnoise o el noise core. Grupos como los australianos Seven Minutes Of Nausea ya estaban fusionando la velocidad con el puro ruido y sería otro gran referente para el noise en Lima. Y es que la bulla se hizo notar también al interior del Rock Subterráneo, para luego establecer su propio territorio, como lo prueba la aparición de fanzines especializados como Ruido Mundial o Bulla Extrema. Grupos como Atrofia Cerebral, Audición Irritable, Pulverized Necro Brain, Spasm, MDA, Obstrucción Intestinal, inauguran esa movida grind noise que aunque pequeña supo generar lazos importantes con el circuito internacional y participar activamente de la red de intercambio mundial de casetes.
Y es justamente aquí que empiezan a darse a conocer bandas y proyectos, estéticamente vinculados a los grupos de grindcore y noisecore, pero sónicamente alejados de cualquier estructura rock, aun subyacente en dichas bandas. Ya la suma de velocidad más baja fidelidad, de un disco como Matanza extrema de Atrofia Cerebral, significaba un hallazgo respecto a los niveles de radicalidad a los que se podía llegar a pesar de la desventaja técnica. La portada del casete estaba ilustrada con una imagen de la matanza de los penales, acontecimiento que marca un terrible capítulo de la guerra interna en el Perú, en la que tras el amotinamiento de presos acusados de terrorismo, perdieron la vida más de 300 reclusos de manos de fuerzas militares.
Y es que estos duros acontecimientos, como los carros bomba, los toques de queda y atentados, y sus consecuentes respuestas militares, llenaban las páginas de los diarios y se convertían en el cruento imaginario gráfico para una generación.
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