Este texto fue publicado originalmente en agosto de 2016.Como todos sabemos, Hillary Clinton fue elegida como la candidata presidencial por el Partido Demócrata. Sin importar lo que piensen sobre esa trajeada arpía/princesa guerrera, una cosa es cierta: fue un evento histórico que uno de los dos principales partidos de Estados Unidos haya nombrado a una mujer como la candidata presidencial.No se convirtió en presidenta, pero Clinton escribió su propio capítulo en los libros de historia, en los cuales hay una marcada ausencia de mujeres. Más importante aún, dejó una impresión duradera en las mujeres y niñas de todo el mundo de que algún día ellas mismas podrían tener ese tipo de poder. Las niñas en particular podrían beneficiarse de esa inyección de confianza: un reciente estudio británico reveló que la confianza de las niñas disminuye a medida que crecen.
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Pero ese momento cuando te das cuenta que tienes el poder de cambiar tu vida no tiene que llegarte en la forma de un traje sastre. Nuestras oficinas de VICE en todo el mundo preguntaron a mujeres de entre 16 y 55 años acerca de la primera vez que se sintieron poderosas.Crecí en la localidad andaluza de Jerez. Tuve que crecer rápidamente, porque la situación era dura: las peleas, las drogas, la violencia y las redadas policiales son bastante comunes —en mi familia también. Cuando tenía 10, empecé a cuidar de mi hermana, que es un año más joven que yo. Tenía que limpiar la casa, cocinar y cuidarla, lo que me impedía hacer la tarea. Cuando tenía 12, una chica de nuestro barrio que es un poco mayor que nosotras empezó a molestar a mi hermana. Un día me cansé de ver a mi hermana aterrada, por lo que tomé el cuchillo que guardaba bajo la almohada y salí a buscarla. Cuando la encontré, comenzó a gritarme. Saqué el cuchillo y lo puso en su garganta, con una frialdad que ahora me resulta aterradora. Ella comenzó a llorar y me rogó que la dejara ir, lo cual hice. Luego trató de golpearme, pero cuando saqué el cuchillo de nuevo salió corriendo.Nunca me he sentido tan poderosa como cuando intimidé a esa bully. En retrospectiva, no me siento orgullosa —sólo quiero enfocarme en mejorar mi vida ahora. Pero hace cuatro años, esa era mi realidad. Fue la primera vez que me di cuenta de que tengo el poder de cambiar mi vida para mejor.
TANIA, 16, ESPAÑA
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KATHRIN, 22, AUSTRIA
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ELISE, 29, HOLANDA
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Decidí estudiar literatura después de graduarme, para especializarme en algo que me encantaba. Al releer ese plan cinco años después fue un momento tan poderoso, porque me enseñó que si bien las cosas habían salido de otra manera a lo que había planeado a los 12, todo había salido mucho mejor. A los 12 años no podía imaginar lo que era capaz de hacer a los 17, y a los 17 no podía imaginar lo que era capaz de hacer en cinco o diez años. He sido insufrible desde entonces.El día del entierro de mi abuelo, vi a mi padre por primera vez en años. Básicamente somos extraños, ya que mi madre ha cuidado de mi hermana y de mí desde que éramos pequeñas. Mi padre nunca tuvo una buena relación con sus propios padres, pero nosotros sí la teníamos: nuestros abuelos siempre trataron de compensar la ausencia de su hijo en nuestras vidas. Cuando mi abuelo murió, esperaba que mi padre se apareciera a pesar de su relación con ellos. Lo hizo y nunca olvidaré lo que pasó. Casi 20 años después de que nos abandonara, se me acercó y sólo dijo: "¡Hola!" Quedé sorprendida y sin habla por un segundo, y entonces me dijo: "¿Ni siquiera vas a darme la mano?"Eso fue todo. La fantasía de mi padre que siempre tuve en mi cabeza desapareció inmediatamente. Mi madre nunca nos había dicho nada malo de él, pero de repente todo fue claro para mí. Cuando uno de tus padres te abandona a una edad temprana, vives con un agujero en tu corazón. Incluso si tu otro papá hace todo lo que puede por ti, aún así te sientes incompleta, sientes que no eres lo suficientemente buena o digna de ser amada y todo eso. Cuando descubrí que mi padre era un patán increíble, ese agujero desapareció. De hecho me sentí aliviada de que ese tipo nunca hubiera estado en mi vida, y que no lo fuera a estar nunca. Eso fue un poderoso descubrimiento. Después del funeral, mi hermana y yo fuimos a fumar en el estacionamiento, nos miramos la una a la otra y de repente nos echamos a reír en voz alta.
KASIA, 29, POLONIA
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CAITLYN, 19, NUEVA ZELANDA
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RUXANDRA, 16, RUMANIA
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CATALINA, 33, COLOMBIA
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La lucha por la equidad de género ha sido la revolución social más eficiente y permanente de los últimos siglos, y se construyó con las manos de muchas mujeres, que como mi bisabuela, hicieron su parte, así fuera tan solo enseñándole a una nieta el orgullo de votar.El hermano mayor de mi padre tenía cuatro hijos y mi tío siempre se burlaba de él porque sólo tenía hijas. Mi padre solía decirle: "Cualquier cosa que tus niños hagan, mis niñas lo pueden hacer mejor". Se convirtió en una especie de competencia, y mi padre siempre estaba orgulloso del hecho de que pudiéramos hacer cualquier cosa que nuestros primos hicieran, desde trabajos escolares hasta labores manuales: Cuando mi padre estaba construyendo nuestra casa, mi hermana y yo cargamos bloques y ladrillos; trabajábamos en su tienda los fines de semana, y a los 17 años conducía un camión.Mis padres son gente muy fuerte. Mi madre llegó a Canadá en un barco desde Italia, cuando tenía sólo 14. Hizo ese viaje de 10 días por sí misma. El hecho de que mi madre fuera una mujer tan fuerte y que mi padre nunca se dejara intimidar por ella realmente me hace sentir poderosa. Pero también dificulta las cosas. La gente me dice: "Anna, no has encontrado a un hombre porque eres demasiado fuerte. No hay muchos hombres que pueden manejar una mujer así". No creo esa afirmación, pero en cierto sentido, ser una mujer poderosa puede intimidar a otras personas.
ANNA, 51, CANADÁ
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MARY, 54, GRECIA
JAIME, 38, ESTADOS UNIDOS
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Me sentí genial. Recuerdo el momento como si hubiera ocurrido ayer: cómo sus rostros y su lenguaje corporal cambiaron casi de inmediato porque me negué a ser pisoteada. Recuerdo lo que llevaba puesto: pantalones de poliéster a cuadros y una camisa de bolos de poliéster. Ese momento está grabado en mi memoria y recuerdo que pensé que siempre iba a defenderme desde ese momento en adelante.Mi momento decisivo llegó en la Navidad de 2001. Tenía 37 años y no tenía mucho que me había alejado de un matrimonio violento y abusivo. Mi hijo tenía seis años y mi hija sólo uno. Mis padres iban a visitarme para una comida navideña, mi hijo estaba afuera jugando con sus amigos y sus nuevos juguetes y mi hija estaba en la cama tomando su siesta matutina. Estaba preparando la comida y la casa estaba hermosamente decorada. Todo estaba en orden mientras esperaba a que llegaran mis padres. Tuve tiempo para sentarme y disfrutar de una copa de champaña. Recuerdo sentir una increíble sensación de calma y un incontenible sentimiento de amor por mis hijos. Fue en ese momento que me di cuenta de lo fuerte y capaz que era. No necesitaba a mi ex marido.No sabía en aquel momento que iba a tener que lidiar con su acoso por cerca de 12 años después de ese momento. Pero lo superé sin mayores complicaciones, con dos niños felices y saludables, que ahora tiene 22 y 16 años. En algún momento, un amigo mío que había tenido varias citas en línea sugirió que escribiera un libro sobre el tema. Así que entrevisté alrededor de 40 personas sobre sus experiencias de citas en línea y obtuve 50 pequeñas anécdotas. Fue publicado como un libro electrónico en 2013. Ese fue otro momento decisivo: me sentí poderosa como individuo, no sólo como madre.
JANE, 52, REINO UNIDO
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