Como Kim Kardashian, me hice un facial con mi propia sangre para rejuvenecer mi piel
Todas las fotos por Paulina Munive.

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Salud

Como Kim Kardashian, me hice un facial con mi propia sangre para rejuvenecer mi piel

El mismo tratamiento que Kim se realizó hace años atrás para lucir mejor.

Artículo publicado por VICE México.

Mostrar la mejor parte de nuestra imagen en redes sociales. Los selfies. El ángulo perfecto. Los likes. La presión social que sentimos para generar engagement y mostrar una parte falsa de nuestras vidas. Y quizás los culpables más grandes de todo este desastre han sido los mal llamados influencers. Somos una generación que se caracteriza por pertenecer. Queremos caer bien. Queremos muchísimos likes. Nos levantamos de la cama con el pie derecho para que en alguna de las fotos que subimos alguien nos comente: "¡Qué bien te ves!", el Santo Grial de las redes. Casi no importa que en nuestra vida real nos vaya bien. Es preferible tener likes en la foto que subimos de un café medio malo, que realmente haber disfrutado ese café de cinco dólares. Pero, mágicamente, si ese café tuvo más de 100 likes, se convirtió en una "buena experiencia".

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Todo esto va de la mano con la imagen corporal. Las celebridades, comerciales, y otra vez los mal llamados influencers han logrado que la manera en la que vemos nuestra vida y nuestro cuerpo gire hacia callejones irreales y absurdos. No podemos tener la piel perfecta todos los días. Hay épocas en las que engordamos, perdemos peso o nuestro cabello está menos manejable de lo normal. Perdemos el trabajo, cortamos una relación importante, o llenamos nuestros vacíos con comida o alcohol, pero vemos el Instagram de Kim Kardashian y todas sus fotos son absurdamente perfectas.

Vía Instagram de Kim Kardashian.

Recuerdo estar en Instagram, hace algunos años, y haber visto una foto de Kim Kardashian con la cara llena de sangre. El "Vampire Facial", le llamaban. Pensé en la irracional presión que debe sentir Kim para tener cada poro de su piel en perfecto estado, que tuvo que recurrir a usar su propia sangre para rejuvenecer o hacer que su piel se viera mejor. "Drácula tenía razón", me dije a mí mismo. Kim Kardashian tiene 116 millones de seguidores actualmente. No sé cuántos tenía para esa época, pero seguro eran decenas de millones. Eso significa que cada historia o post que hace es visto por más gente de la que el resto del mundo va a conocer en todas sus vidas. Yo nunca tendré esa cantidad de seguidores ni tampoco me siento muy animado en conocer a tantas personas, pero los años de excesos, poco sueño y trabajo a deshoras, han hecho efecto en mis 29 años. Así que decidí realizarme el mismo tratamiento que se hizo Kim Kardashian para lucir mejor.

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Fui al consultorio del Dr. Mauricio Zamora, especialista en tratamientos estéticos, para hacerme un facial con mi propia sangre y rejuvenecer mi piel. La presión social había logrado su misión en mí y sentí que tenía que verme de la mejor manera posible para siempre.

Mi sangre.

Llegué al consultorio. Me sentí un poco nervioso y ansioso. No sabía si me iba a doler, o si mi propia sangre iba a oler terrible y haría que mi cara tuviese ese aroma por algunos días. O que me diera algún tipo de infección por llenarme de sangre y que quedara desfigurado para siempre. Soy una persona ansiosa. El Dr. Mauricio me ofreció un jugo, y luego de firmar papeles acerca de mi condición física, fuimos a que me sacara la sangre. "Empezó la acción", me dijo el Dr. Mauricio mientras buscaba agujas para pinchar mis venas.

El facial de sangre o plasma rico en plaquetas, se obtiene de la propia sangre del paciente. Se saca la sangre para centrifugarla y separar los glóbulos rojos y plasma. "Tu procedimiento va a tener cuatro pasos", me dijo el Dr. Mauricio mientras ya yo estaba acostado en la camilla listo para recibir el tratamiento. Los pasos fueron:

— Sacar mi sangre.

— Centrifugarla para separar los glóbulos rojos y el plasma.

— Poner el plasma en mi cara con un aparato especial.

— Tres inyecciones de plasma en barbilla y pómulos.

— Tomar los glóbulos rojos y hacerme un facial con ellos.

Sacar la sangre fue el paso más sencillo. Vi cómo entraba en la centrifugadora, y por suerte, según el Dr. Mauricio "mi sangre se vía bien"; porque me había comentado que en algunas ocasiones, hasta se puede ver el exceso de triglicéridos en el aspecto que toma la sangre. "Bien, una pequeña victoria", le dije al Dr.

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Hablamos mucho durante cada procedimiento. Le pregunté al Dr. sobre qué tipo de personas se hacían estos tratamientos. "Cada vez son más. Actualmente, diría que hay entre 60% de mujeres y 40% de hombres que se lo hacen. Está muy de moda, y sí quizás tuvo que ver que Kim Kardashian lo popularizara tanto. Pero cada vez más hay estudios sobre los beneficios de este tratamiento y la gente se está empezando a animar más", me dijo el Dr. Mauricio mientras yo esperaba que pincharan mi cara.

El Dr. Mauricio echó el plasma en mi cara. El plasma se sintió como gel en mis cachetes, un poco frío. Me lo pusieron con el Nanopore —un aparato parecido a una especie de máquina de tatuajes pero sin aguja, sino una punta que me recordaba a una lija—. Era como si estuviesen lijando mi rostro. Duele un poco, en una escala del 1 al 10 le daría un 2.5 de dolor. Algo muy manejable.

Después de terminar de lijar mi rostro, vinieron tres inyecciones: pómulos y barbilla. Admito que me puse un poco nervioso, jamás me habían inyectado la cara y sabía que me iba a doler. Cada inyección la sentí como un castigo. Como si las agujas tuviesen voz propia y me dijeran: "Acá te va esto por dormir seis horas al día", o "esta va por consumir drogas y tomar más alcohol que agua en cada fiesta a la que vas". Fueron 20 segundos tensos y dolorosos, pero todo bien. Ya iba a mitad del camino.

El último y más importante paso había llegado: el facial con mi propia sangre. "Este es el money shot, Diego"; me dijo el Dr. Mauricio, mientras colocaba los glóbulos rojos de mi sangre en un plato hondo. El Dr. puso sus dedos dentro del plato y se los llenó de sangre para untarlos en mi cara. Cuando mi propia sangre llenó todo mi rostro, pensé en American Horror Story y Madame Marie Delphine LaLaurie, el personaje de Kathy Bates que asesinaba a sus esclavos para hacerse faciales de sangre. Ella nació en 1787, y aquí estaba yo, en el 2018, presionado por mis seguidores de Instagram, haciéndome un facial con mi propia sangre —como ella— para felicidad de mis seguidores y el algoritmo.

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La sangre no tenía olor. Quizás separarla del plasma eliminó esto. Pensé en mis ancestros y en todas las imágenes de indígenas que he visto con sus caras llenas de sangre. Pero quizás lo que más me impactó fue que realmente tenemos propiedades dentro de nuestra propia sangre para mejorar nuestra apariencia y al final del día "rejuvenecer". Nuestro mismo cuerpo tiene una sustancia —la sangre—, que disminuye los daños que nosotros mismos, o los años, nos generamos. Y quizás en algún tiempo podríamos hablar de todas las cosas que nuestra propia sangre ayuda a curar. O no. No soy doctor, pero todo esto pasaba por mi cabeza mientras me masajeaban la cara con mi propia sangre.

Terminó el facial. Y el Dr. Mauricio trajo un espejo para verme, ya que no había visto cómo se veía mi cara llena de sangre. Mi reacción fue tremenda, me reí por bastante tiempo y pensé en esa foto famosa de Kim Kardashian "Oficialmente soy Kim Kardashian, pero sin dinero", le dije al Dr. Mauricio.

Unos veinte minutos después, me lavaron la cara y el tratamiento había terminado. Mi cara estaba inflamada y un poco roja. El Dr. Mauricio me dijo que era normal, y que procurara cuidármela esta semana. Me dijo que documentara mi rostro en estos próximos días para que viera el progreso. Apenas salí del consultorio, cada paso que daba sentía que la gente miraba mi rostro y notaban algo distinto, aunque no me conocieran. Así que fui a comer tacos de camarón frito para celebrar y luego me fui a mi casa a descansar. No sé por qué, pero tenía muchísimo sueño y dormí profundamente.

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Me levanté y lo primero que hice fue ducharme. Apenas salí del baño y vi mi cara, la noté mucho más limpia, roja y suave. Era como si me hubiese quitado algunos años de encima, mis pómulos estaban absurdamente suaves, "como nalgas de bebé", me dije al espejo.

Indiferentemente si este tratamiento realmente funciona a largo plazo o no, oficialmente había sido víctima de mí mismo y la presión social por seguir por el camino de la belleza. Yo, una persona con un trabajo normal, había recurrido a lo que Kim Kardashian en su Instagram de millones de seguidores me vendió. Y claro, mientras más excéntrico sea, probablemente mejores ventas tendrá. El tener mi propia sangre en la cara me hizo sentir parte de un club selectivo. No todos pueden costear este tratamiento y no todos pueden decir que se tratan la cara de la misma forma que Kim Kardashian. Además, hice exactamente lo mismo que ella: subí mi cara llena de sangre a mis historias. ¿Resultado? Fue la historia con más vistas que ha tenido mi humilde perfil de Instagram. Al final del día me había realizado un tratamiento para mejorar mi aspecto y posiblemente mejorar el engagement de mis redes sociales. Y nada más mostrar que me lo había realizado, recibí más respuestas, mensajes directos y visitas a mis historias que nunca antes. Si le contara a Kim Kardashian de seguro estaría orgullosa.

Acá les dejo una foto de mi cara luego del facial con mi propia sangre. 8:30 AM luego de levantarme de la cama al otro día. Júzguenla ustedes. Háganme sentir orgulloso de haber caído en el tratamiento de moda para ser relevante en redes sociales.

_[Puedes seguir a Diego en Instagram ](http://www.instagram.com/diegoaurdaneta)Puedes seguir al Dr. Mauricio en Instagram_