Los chalecos reflectantes son la clave para entrar gratis a todas partes
All photos by Sean Foster

FYI.

This story is over 5 years old.

Actualidad

Los chalecos reflectantes son la clave para entrar gratis a todas partes

La llave que abre todas las puertas del mundo tiene forma de chaleco de alta visibilidad: entrada libre al zoo, al cine e incluso al concierto de mi grupo favorito, Coldplay.

Vivimos en un mundo estratificado en el que la gente importante tiene acceso a sitios exclusivos. A los demás no les queda otra que pagar un montón de dinero o conformarse con observar desde fuera, encaramados a la valla. Sin embargo, existe un limbo del que podemos beneficiarnos, si así lo queremos, para tener acceso gratuito a los sitios. Simplemente hace falta fingir que somos alguien importante, y las personas que llevan chalecos de alta visibilidad lo son, en el sentido de que se encargan de arreglar cosas de las que nadie más se preocupa. Si ves a alguien con uno de estos chalecos cruzar al otro lado de una barricada o pasar junto a un segurata, lo primero que piensas es que van a arreglar algo. Podemos concluir, pues, que un chaleco de alta visibilidad es la clave para una vida de éxito.

Publicidad

O al menos eso es lo que siempre hemos creído mi amigo Sean y yo. En la foto de arriba, Sean es el tío al que están echando vino en el gaznate la noche que decidimos probar la teoría de que estos chalecos ponen el mundo a tus pies. A nuestros pies. Al día siguiente, nos compramos unos chalecos fluorescentes, un par de walkie-talkies de pega y nos dispusimos a iniciar nuestra aventura.

Empezamos con una meta no demasiado ambiciosa. ¿Cuál es el sitio en el que todos los chavales de 12 años se estrenan en esto de colarse sin pagar? Exacto: el cine. Ataviados con nuestros chalecos, Sean y yo avanzamos con paso firme dejando atrás al tipo de la entrada y nos metimos en la primera sala que pillamos. Pan comido.

El único inconveniente era que estábamos a merced de la película que estuvieran proyectando en ese momento, que resultó ser Office Christmas Party. Para nuestra sorpresa, no estuvo nada mal, aunque quizá se debiera a que estábamos embriagados de la euforia por haber cometido con éxito nuestro pequeño delito. Era momento de aumentar la dosis.

El zoo supuso un reto más complicado, pero de carácter psicológico. Estuvimos un cuarto de hora merodeando frente a la entrada, fumando un cigarrillo de liar detrás de otro intentando enmascarar nuestro nerviosismo. Ninguno de los dos confiábamos en poder entrar, y no exagero ni un ápice cuando digo que mientras avanzaba hacia las taquillas del zoo me sentía como un soldado desembarcando en Normandía.

Publicidad

Al final resultó que el peligro estaba solo en nuestras cabezas: fue tan fácil como en el cine, y Sean incluso tuvo la cara dura de saludar al de la taquilla con un alegre "¡Buenas!". No podíamos creer lo fácil que había sido. Una vez dentro, empezamos a reírnos como colegialas y, cada vez que nos cruzábamos con algún trabajador del zoo, saludábamos con un ligero movimiento de cabeza. Hasta las familias se tragaron nuestro engaño y de vez en cuando nos preguntaban a qué hora cerraba el zoo o dónde estaba la jaula de los monos.

Este soy yo junto al espacio de los lémures y con cara de decepción. Los lémures son mis animales favoritos, pero por alguna razón, justo esa sección estaba cerrada. En ese momento se me acercó una familia y me preguntó cuándo volverían a abrirla, y les contesté que pediría a los encargados que se pusieran con ello cuanto antes y fingí que hablaba por el walkie para "arreglarlo".

Hay algo en los uniformes que infunde una confianza casi ingenua. La gente confía en los uniformes. La mayoría de nosotros obedecemos ciegamente la palabra de cualquiera que vaya enfundado en un uniforme hasta extremos realmente preocupantes.

A medida que el día avanzaba, Sean y yo fuimos sintiéndonos cada vez más seguros y cómodos con nuestros chalecos. Yo me olvidaba constantemente de que lo llevaba puesto. Haber podido entrar en el zoo era mucho más de lo que esperaba de nuestro pequeño experimento, pero no soy de los que se apoltronan en la zona de confort. Teníamos que demostrar hasta dónde podíamos llevar aquella falacia.

Publicidad

Intentamos subir al bus turístico, pero no se la colamos al conductor. Al parecer, el bus turístico de Melbourne cuenta con la mejor empresa de seguridad de toda la ciudad.

Cogimos un coche de Uber de vuelta al centro y nos comimos el atasco de la hora punta. Mientras estábamos parados, Sean se acordó de que los putos Coldplay tocaban esa misma noche. Perfecto. Llegamos al estadio y nos cambiamos los chalecos amarillos por naranjas, para encajar mejor con la estética del personal. Para que luego digan que no somos previsores.

En honor a la verdad, debo decir que colarnos en el estadio no fue precisamente fácil. Tuvimos que probar por varios accesos y retroceder unas cuantas veces, pero esa vez estábamos mucho menos nerviosos de lo que deberíamos. La cosa es que Sean digamos que conocía a alguien de la organización, por lo que supusimos que, si las cosas se ponían muy feas, siempre podríamos mencionar su nombre y todo iría bien. Sin embargo, no hizo falta porque pudimos entrar sin problemas.

Una vez al otro lado, Sean mandó un mensaje a su amigo para que viniera a saludarnos. Obviamente, nuestra idea de los chalecos le pareció ridícula y vergonzosa y nos dijo que intentaría conseguirnos un par de pases. Pero bueno, lo importante era que habíamos llegado hasta allí gracias a los chalecos.

Coldplay no me gustaban especialmente hasta que los vi con un chaleco de alta visibilidad puesto. Aquel día fue memorable. Me marché del estadio sintiendo una cálida sensación en el estómago, supuse que causada por la emoción de hacer cosas ilegales y por los chalecos fluorescentes.

En resumidas cuentas, aquella experiencia venía a demostrar un hecho del que siempre había estado convencido: que hay que probar las cosas para saber si funcionan. La vida muchas veces se muestra permeable de formas totalmente inesperadas. Gracias a estos chalecos, pudimos entrar gratis a tres sitios. Supongo que si tuviera que extraer un consejo, sería este: hazte con un chaleco de alta visibilidad; es todo lo que necesitas saber de la vida.

Sigue a Dave en Instagram o  Twitter.

Sigue a Sean en Instagram.

Traducción por Mario Abad.