Vivía dentro de un videojuego. El objetivo era pillar droga. Había obstáculos: dinero, enfermeras, psiquiatras, policías, encontrar agujas. Me volví “loca” y me escapé de una clínica porque no tenía “autorización de salida” y mi camello me estaba esperando fuera. Una enfermera llamó a la policía. Cuando volví, me pidieron cita en una centro psiquiátrico público y cuatro policías me llevaron hasta allí.El hecho de que cuatro policías me escoltaran hasta un centro psiquiátrico mientras llevaba dos bolsas de heroína en mi ropa interior supuso un obstáculo, pero conseguí sortearlo. Una agente me cacheó, pero no en profundidad. Durante más de dos horas, fui acabando con la paciencia del médico evaluador. No estaba loca, ni tenía tendencias suicidas, se trataba de un error. La enfermera me odiaba. Soy escritora de profesión, tuve un ataque de pánico, estoy bien y he aprendido la lección, por favor, dejen que me vaya porque llevo encima dos bolsas de heroína y quiero pincharme. Atravesé las puertas de cristal con aire triunfante. Le pedí al conductor de Uber que parara en la estación de servicio más cercana para que me diera tiempo a pincharme.Un día me dejaron salir de la clínica en pleno proceso de desintoxicación para “comprar tabaco”. Estaba enferma, vomitando, tiritando y desesperada por colocarme
Estas historias no tienen nada de espectacular. Apestan a muerte y desesperación. Cuento estas historias porque no pude desintoxicarme y aun así estoy viva y otros no lo están y yo ya no me pregunto por qué.La mayoría de la gente en Hope ya había estado en rehabilitación. Laura es una mujer de unos 50 años de Beverly Hills. Lleva intentando estar sobria los últimos 10 años, pero, hasta que llegó a Hope, no había conseguido estar sin beber más de 19 días. En 12 años, Arthur nunca había estado limpio más de tres meses. Ha estado en siete procesos de rehabilitación y desintoxicación. Lee: 11. Jester: 3. Akiko: 6. Dewey: 6. Alan: 3. Las cifras nos hacen parecer deprimentes.Cuento estas historias porque no pude desintoxicarme y aun así estoy viva y otros no lo están y yo ya no me pregunto por qué
Estudios recientes informan de que “más de dos tercios de las personas en rehabilitación recaen semanas o meses después de empezar un tratamiento contra la adicción”.“Más del 85 por ciento de las personas recaen y vuelven a consumir drogas en el año posterior al tratamiento”.Durante mucho tiempo creía que si me venía el mono de drogarme, tenía que hacer algo al respecto. La lucha interna era insoportable.Tuve un novio el año pasado que me decía que me compadecía de mí misma. Según él, me creaba mis propios problemas.“Ponte a ver BBC África”, me decía.Es solo el mono.“Tú vales más que eso”, me decía.Entendía de dónde venía eso, pero no estaba de acuerdo. Mi mono me rodeaba. Me iba a tragar.Durante mucho tiempo creía que si me venía el mono de drogarme, tenía que hacer algo al respecto. La lucha interna era insoportable
MIRA:
La rehabilitación no va a “arreglarte”. Es un comienzo, pero no una cura. Mucha gente va a rehabilitación y la dejan exactamente como estaba. Tú eres quien tiene que hacer el esfuerzo. He acudido a la misma rehabilitación dos veces y he obtenido resultados completamente diferentes. La primera vez estuve allí siete meses y después conseguí mantenerme limpia durante un tiempo considerable.La segunda vez fue unos cinco años más tarde. Estuve dos meses hasta que me escapé para drogarme con otro paciente que también se había hartado. Se hubiera parecido a Humphrey Bogart si a este le hubieran clavado un palo de billar en el ojo, como le pasó a Aaron. Apenas habíamos dejado el Suboxone y ya nos había vuelto el mono. Y después, un paciente con el que vivíamos, un amigo, murió.Gus había decidido emborracharse, aunque fuera adicto a la heroína. Cualquier cosa le servía. Atravesó corriendo los cañaverales hasta la ciudad más cercana para que no le vieran andando por la calle principal. Robó un cubo y lo llenó con cincuenta botellas de esencia de vainilla. Cuando volvió a rehabilitación, estaba borracho y cubierto de barro. Me persiguió por la clínica, suplicando que le diera el número de mi camello. Me negué.
Lo expulsaron. Los empleados lo dejaron en un hostal de mochileros en la Bahía de Byron, pero nunca llegó al hostal. Murió esa misma noche en las vías del tren abandonadas. Había ingerido grandes cantidades de Seroquel, un antipsicótico común que te dan como caramelos en los procesos de desintoxicación.Estaba furiosa. Ni siquiera había consumido heroína y estaba muerto. Esta enfadada con el centro de rehabilitación por abandonarle a su suerte en la ciudad. Hice la maleta y en menos de una hora estaba vomitando en el jardín de mi camello.Tengo sentimientos encontrados muy fuertes acerca de Aaron, el hombre con el que dejé la rehabilitación, el que se parecía a Humphrey Bogart. En los últimos años, hemos pasado muchas cosas juntos. Éramos amigos, éramos amantes. Nos drogábamos juntos e intentábamos salir de ello juntos. Compartíamos un profundo afecto, pero teníamos la habilidad de sacar lo peor el uno del otro. Casi me mata de una paliza en dos ocasiones. Tenía una orden de alejamiento, así que técnicamente no podía acercarse a menos de cien metros de mí, pero con el tiempo, ignoramos la orden y nos colocábamos juntos igualmente.Me da envidia la gente que está en rehabilitación por primera vez. Envidio su ingenuidad y también envidio su entusiasmo
Conozco a una mujer que se llama Saffron que no puede dejar de esnifar cocaína. Tiene veinticuatro años, es de Canadá y es su primera vez en rehabilitación. Saffron es guapa, con el pelo decolorado, rubio y corto. Su padre murió por una sobredosis de cocaína y heroína cuando ella tenía ocho años. Lo está pasando mal con todo eso de la abstinencia total.“No voy a comprar coca”, dice, “solo me meteré rayas de fiesta”.En una semana, se rinde.“Soy una puta adicta”, anuncia. “¡No puedo tomar nada!”.Esto es lo que dice, pero Saffron no quiere quedarse en Hope más de un mes porque echa de menos a sus amigas y todo esto de “comer de verdad” en rehabilitación está haciendo que su esquelético cuerpo se vuelva “gordo”. Cuando te limpias, te entra hambre.Los empleados le dicen a Saffron que escuche la historia de mi vida. Es una historia de advertencia. Si pudiera ahorrarle a Saffron una pizca de sufrimiento, lo haría. Si pudiera conseguir que la rehabilitación se bebiese, se la haría tragar. Lo conseguirá o no, a su debido tiempo, pero el problema es que la gente se muere.Mi identidad se había vuelto tan enrevesada sin la heroína que lo normalicé. Solo en algunas ocasiones, en un momento de lucidez, me daba cuenta de lo poco normal que era ser adicta a la heroína
¿Quién soy yo sin la droga?Veo mi reflejo en una cuchara doblada: cóncavo.Mi identidad se había vuelto tan enrevesada sin la heroína que lo normalicé. Solo en algunas ocasiones, en un momento de lucidez, me daba cuenta de lo poco normal que era ser adicta a la heroína. Me acostumbré tanto que el proceso ya no me escandalizaba: la disposición de hacer cualquier cosa por la droga, el sangrado constante por intentar encontrar una vena. No hace mucho quedé con mi hermana, su novio y mi madre en una cafetería para desayunar. Llegué tarde porque tenía que meterme, pues si no lo hacía me encontraría mal. Me pinché en mi coche, escondí mi equipo debajo del asiento y entré. Según me senté y pedí un café con leche, mi hermana empezó a llorar. No me había dado cuenta de que aún tenía el brazo derecho cubierto de sangre. Me lo limpié con una servilleta y volví a mirar el menú. Mi hermana se fue.“¿Qué clase de persona encuentra atractivo fumarse una pipa de crack, ponerse hasta arriba y acabar sentado en un bordillo mientras te mean y te roban la cartera?”
Soy un cliché, una yonqui en una banda de rock and roll.Estoy sucia y enfadada, sobreviviendo con mi novio en la calle. Soy una mujer con un vestido corto esposada a un guardabarros.Soy una mujer que quiere un hijo.Soy una escritora, soy una adicta.Saffron y yo bebemos un café dietético de Thai Oil.Somos adictas, pero, ¿quién somos?“Eres mejor que eso”, me diría él.“Limpiarnos no significa que vayamos a volvernos aburridas, verdad?”, pregunta Saffron.Miro su camisa de los Boy Scouts y su sobrero de paja doblado y deforme.Sonrío y el sol se refleja brillante en nuestro pelo rubio decolorado.Sigue a Hannah en Instagram .Suscríbete a nuestra newsletter para recibir nuestro contenido más destacado.“Limpiarnos no significa que vayamos a volvernos aburridas, verdad?”