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Noisey

Contra la música buena: Culturcide

Troleando al boss desde 1986.

Montaje hecho por el autor.

La radio fórmula apenas ha cambiado nada desde su maléfica invención en los años 50. Quizá las formas o las herramientas en el estudio de grabación, pero su base permanece: hacernos tragar un estilo de vida ultra capitalista, homogeneizando todo lo que tiene de hermosa la música para conseguir un sonido uniforme y vacío que sirva de hilo mientras nos venden algo que nunca habíamos necesitado hasta entonces, creándonos de paso una dinastía de modelos de conducta más bien ridículos que todavía persisten. Un cromo.

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Muchos artistas han intentado sacarle la careta a la radio fórmula pero pocos han llegado tan lejos como Culturcide en su segundo disco Tacky souvenirs of pre-revolutionary America .

Culturcide se formaron alrededor de la tienda de discos donde trabajaba Jim Craine en Houston, donde Perry Web solía acercarse a hablar con el de sus grupos favoritos. Su mutuo amor por Throbbing Gristle les llevó a crear su propio grupo y haciendo honor a su nombre, enseguida dispararon hacia la cultura local con una de los primeros hitos del post-punk norteamericano, el single "Consider museums as concentration camps" dedicado al Museum Of Fine Arts de Houston.

No estaban solos. Ésta primera formación compartió sus primeros pasos con algunos de los grupos más locos de la época como Big Boys, Really Red o Butthole Surfers. En sus primeros conciertos solían usar samplers caseros hechos con casetes, por los cuales pasaban decenas de filtros y ruidos de sintetizador. Las posibilidades de esos aparatos junto al afán destructivo del grupo les llevó a incluir pequeños números para molestar al público, poniendo canciones comerciales del momento y boicoteándolas en medio del concierto. Siempre había alguien que se enfadaba. Supongo que les debía gustar mucho porque acabaron grabando un disco entero con esa idea.

El chiste enseguida se convirtió en tortura para el grupo, que se peleó varias veces con unos técnicos que no entendían nada de nada: Llegaban con unos singles de Bruce Springsteen para usarlos en una de las pistas de la grabación tal cual, añadirle críticas y burlas hirientes encima, ruidos irritantes y toda la mala baba de la que fuesen capaces, en un asesinato a todo lo que la industria musical nos había dicho que era el buen gusto.

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La grabación acabó durando tres años durante los cuales el grupo se deshizo en varias ocasiones. El primero en saltar del barco fue Jim Craine, al que no le hacía gracia llevar la historia tan lejos. Parece mentira que un disco como Tacky souvenirs of pre-revolutionary America tuviese una gestación tan ardua. Suena como un escupitajo soltado en un momento de rabia, pero después de escucharlo será imposible volver a esas canciones con la mirada limpia. Es dañino.

Leed, por ejemplo, lo que canta encima de "Dancing in the dark": "Me despierto por la tarde y grabo un nuevo LP. Llego a casa por la mañana, me voy a la cama y todo el mundo me quiere. Estoy cansadísimo, estoy cansado y aburrido de mí mismo. Pero soy un héroe de la clase trabajadora y se supone que eso debería querer decir algo para aquello que vendo. No puedes mover el producto sin una cara" . ¿Veis por dónde va la cosa? Aquí quien pilla es Bruce Springsteen y la hipocresía con que se presenta al mundo por parte de la industria, pero no es la única estrella del momento que lo hace. También reciben críticos musicales, la escena punk demasiado uniformada o cualquiera que se os ocurra.

Es muy posible que os parezca una tomadura de pelo monumental pero no lo es menos que la misma existencia del Boss, ¡y llena estadios en medio mundo! Tampoco os sintáis mal, la cosa está preparada para que así sea: "En todos lados hay música, música comercial controlada por los medios de comunicación. Pero les gusta hacer que suene como si estuviese hecha para la gente así que le llaman rock and roll. El corazón del rock and roll es el provecho. Es un producto y todos lo compran" , dicen en su perversión del "Heart of rock and roll" de Huey Lewis, acompañándolo de una lista de grupos que representan esta idea: el mismo Huey Lewis, Culture Club, Billy Joel, Loverboy, Pat Benatar, Michael Jackson, Eurythmics, Billy Idol, Men At Work, Cyndi Lauper. Por fortuna algunos de estos nombres ya están olvidados, pero la mayoría todavía suenan día sí, día también, hasta el punto de considerarlos "clásicos modernos" que han servido tanto de banda sonora en grandes centros comerciales como para torturar presos en Guantánamo.

El disco salió en 1986 y la edición se agotó rápidamente. No lo reeditaron nunca más para no tener que pasar los años siguientes asistiendo a juicios, pero el mal ya estaba hecho. Si tenéis algún disco editado por una multinacional de la época es posible que os suene la etiqueta "Home taping is killing music". Visto con el tiempo es uno de los intentos más patéticos de la industria por parar lo inevitable. Ellos hicieron su propia etiqueta para el disco: "Regrabar los discos en cintas está matando a la industria de la música, así que sigamos haciéndolo. Que este disco sea el master para vuestra propia edición en casete". Desde entonces no ha parado de correr de mano en mano en ediciones caseras o piratas hasta llegar a manos de la discográfica madrileña Afeite Al Perro, que hizo 100 copias que distribuyó a precio de coste hará un par de años. Afeite Al Perro es una de las discográficas más inspiradoras que conozco, comandada con mano dura pero cariñosa por Jose, alma máter de Atomizador, conspirador anti-dogma y a favor del arte libre, el DIY, el feminismo y el punk.