Drogas

Dentro de la guerra entre narcos por la que han descuartizado a un chico de 17 años

Miles de usuarios han compartido vídeos y fotografías macabras del conflicto entre bandas por las redes sociales.
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Keane Mulready-Woods. Fotos vía Facebook 

La tarde del 12 de junio de 2019, Keane Mulready-Woods, un chico de 17 años, caminaba por el centro de Drogheda, en Irlanda, vestido con un traje de Hugo Boss y una chaqueta de Canada Goose. La última vez que alguien lo vio, cruzaba el puente de Saint Dominic con su familia sobre las seis de la tarde. Nadie sabe con seguridad qué pasó después.

Al día siguiente, a casi 50 kilómetros al norte de Dublín, en Coolock, un grupo de niños descubrió algo aterrador en una cuneta: una bolsa de deporte con lo que parecían ser miembros humanos. Los restos pertenecían a Keane Mulready‑Woods, a quien habían secuestrado y descuartizado. En menos de 48 horas, encontraron más partes de su cuerpo en el maletero de un coche en llamas en Ballybough, una localidad cercana.

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El brutal asesinato de Keane es una más de las repercusiones de una guerra entre dos bandas callejeras que ya se ha cobrado la vida de tres personas. Se sospecha que ambos grupos están involucrados en el tráfico de drogas, pero el conflicto ha ido en aumento hasta convertirse en un cruel e inhumano ajuste de cuentas.

La violencia comenzó en Drogheda en julio de 2018, cuando un narcotraficante trató de asesinar a un presunto camello, que quedó paralítico tras el tiroteo. A este incidente le sucedieron una serie de represalias y ataques con cócteles Molotov que acabaron con la vida de otras dos personas. Keane Mulready‑Woods estaba relacionado con el hombre a quien dispararon en 2018 y había sido imputado recientemente por extorsionar a una familia para saldar deudas vinculadas con la droga.

"Desde el comienzo del conflicto, las bandas han hecho uso de las redes sociales para publicar y compartir vídeos con la única intención de provocar y hostigar a sus rivales"

El macabro asesinato ha conmocionado a Irlanda. Muchos asesinos desmiembran a sus víctimas para ocultar las pruebas, pero nunca para intimidar. Además, se investiga la posibilidad de que la agresión se haya grabado y enviado a los socios de Mulready‑Woods antes incluso de que se conociera el crimen. Se han denunciado varias imágenes del asesinato que supuestamente circulan por grupos de WhatsApp. La Gardaí, policía irlandesa, insta a los usuarios de esta red a que no compartan este tipo de contenido con nadie.

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Desde el comienzo del conflicto, las bandas han hecho uso de las redes sociales para publicar y compartir vídeos con la única intención de provocar y hostigar a sus rivales. Estas grabaciones muestran ataques, agresiones, incendios provocados y hombres enmascarados que amenazan al bando contrario. Un mensaje viral que circulaba por los grupos de WhatsApp especulaba que el asesino de Mulready‑Woods había planeado depositar los restos mutilados frente a la puerta de las casas de dos reconocidos criminales a modo de advertencia.

El año pasado, uno de estos delincuentes estuvo involucrado en la grabación de un vídeo en el que agredían al sospechoso y que más tarde subieron a internet. Además, se tomó fotos con la ropa deportiva del agredido a modo de humillación. La teoría se confirmó cuando varios periódicos irlandeses informaron de que la Gardaí lo estaba investigando.

El doctor Páraic Kerrigan, profesor adjunto de la facultad de Información y Comunicación de la University College Dublin (UCD), dice que los vídeos tienen que entenderse como parte de un fenómeno más amplio en el que los crímenes se graban para que los vea un público determinado. “Para empezar, hay muchísima gente viendo estos vídeos. Además, ese público está dividido, ya que las bandas intentan criminalizar y deslegitimarse mutuamente a través de esta plataforma pública”.

"Estos criminales a menudo facilitan las pruebas que acaban incriminándolos”

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En Irlanda, varios grupos cerrados con muchos seguidores en redes sociales han facilitado el acceso a este tipo de vídeos. Con frecuencia, se comparten historias de diferentes pandilleros como si fueran celebridades que muchos jóvenes acaban idealizando. Los expertos advierten del peligro de que, con este tipo de publicaciones, se promueva la violencia y los actos criminales. Y aunque WhatsApp, Twitter y Facebook no son los culpables de estos crímenes, es importante entender que las redes sociales pueden empeorar la situación, creando incentivos para que los crímenes se vuelvan más brutales y públicos.

“Creo que la cultura del famoseo y el deseo de conseguir seguidores tienen un papel importante en todo esto”, afirma Kerrigan. “Lo irónico es que estos criminales a menudo facilitan las pruebas que acaban incriminándolos”.

El asesinato de Keane Mulready‑Woods ha suscitado un encendido debate en las elecciones generales que se celebran en el país. El primer ministro Leo Varadkar ha prometido facilitar “cualquier recurso necesario” para acabar con la guerra de bandas; el líder de la oposición, Micheál Martin, ha solicitado la ampliación del tribunal encargado de juzgar a los miembros del IRA durante el conflicto norirlandés.

Pero a pesar de la importancia de las políticas de emergencia para aplacar el problema en el menor tiempo posible, se necesitan soluciones alternativas que se centren en la causa principal por la que jóvenes como Mulready deciden delinquir. Drogheda ha sufrido numerosos recortes en servicios básicos y medidas austeras del partido conservador Fine Gael, que llegó al Gobierno en 2011 tras la crisis económica.

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“Cuando vives en zonas sin recursos, es increíblemente fácil convencer a un adolescente de 12, 13 o 14 años para que quebrante la ley”

Como consecuencia, desaparecieron muchos programas e iniciativas que servían de barrera para evitar la delincuencia juvenil. Además, el narcotráfico ofrece una vía rápida para conseguir dinero, en un momento en el que se ha disparado el consumo de cocaína en el país.

“Cuando vives en zonas sin recursos como Rathmullen [cerca del lugar donde se cometieron los asesinatos], es increíblemente fácil convencer a un adolescente de 12, 13 o 14 años para que quebrante la ley”, dice Declan Power, concejal independentista de Drogheda. “No tienen dinero ni ayudas, ni en casa ni en ningún lado”.

En un país en el que decenas de personas han muerto a manos de la violencia de bandas en los últimos años, es cada vez más obvio que las medidas del Gobierno irlandés no sirven para nada. A menos que se encuentre una solución a largo plazo que acabe con el problema de raíz, es cuestión de tiempo que las calles de Drogheda se llenen de pandilleros armados y que jóvenes como Keane Mulready‑Woods mueran por una guerra sin sentido.

@BigPaulieDoyle

Este artículo apareció originalmente en VICE UK.