Este artículo forma parte de Covering Climate Now, una colaboración internacional entre más de 250 medios para dar mayor cobertura a las noticias sobre el medioambiente.En el año 1888, tras quince años de explotación de las minas de Riotinto por parte de las compañías mineras británicas se organizó en Huelva la que fue la primera lucha ecologista de la Historia. La Liga Antihumista estuvo formada por un grupo de terratenientes, agricultores y ganaderos que, junto a los sindicatos obreros que canalizaron el malestar de clase por las pésimas condiciones laborales con un modelo de gestión autoritario, se organizaron para luchar contra la explotación y el maltrato del medio ambiente en la zona. Los gases tóxicos de la minería, observaron, tenían un coste muy alto tanto para su salud como para la del ganado y las tierras de cultivo.
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Convocaron entonces una huelga general, a la que se sumaron comunidades tanto obreras como campesinas para reclamar, además de derechos laborales, un aire y a un ecosistema limpios para una mejor calidad de vida. La manifestación organizada en la jornada de huelga, el 4 de febrero del 1888, que movilizó a miles de personas, se saldó con una represión salvaje y más de un centenar de muertos. Dos años después, en 1890, la Real Academia de Medicina negaba que hubiera pruebas del impacto negativo de los humos en la salud y la actividad minera, cesada hasta entonces, se retomó.
MIRA:
Un fracaso que, echando la vista atrás, significó sin embargo el primer precedente de la lucha por el medio ambiente y la primera huelga medioambiental. "La huelga de Riotinto tiene todos los elementos de una lucha ecologista moderna: todas las dinámicas de poder, los intereses empresariales, la utilización de la ciencia para justificar esos intereses empresariales o las luchas transversales desde líderes locales a comunitarias", señala José Luis Fernández Casadevante en un artículo de Eldiario.es publicado al respecto.Entre aquella huelga y la del viernes 27 han pasado 131 años. La lucha medioambiental no ha cesado de hacer esfuerzos en nuestro país desde entonces, a excepción del parón forzado que supuso la dictadura franquista. Javier Raboso, sociólogo y activista por los derechos humanos, responsable de la campaña de Democracia y Cultura de Paz en Greenpeace España, se ha encargado de estudiar estos movimientos de protesta medioambiental y de recopilarlos en el informe "Democracia y contrapoder, 40 años de movilizaciones ecologistas y pacifistas", publicado por Greenpeace España el pasado año, en el que se pone de relieve la contribución de las protestas pacíficas y la desobediencia civil en general y en el ámbito medioambiental en particular, al fortalecimiento de la democracia en nuestro país.
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Un fracaso que, echando la vista atrás, significó sin embargo el primer precedente de la lucha por el medio ambiente y la primera huelga medioambiental. "La huelga de Riotinto tiene todos los elementos de una lucha ecologista moderna: todas las dinámicas de poder, los intereses empresariales, la utilización de la ciencia para justificar esos intereses empresariales o las luchas transversales desde líderes locales a comunitarias", señala José Luis Fernández Casadevante en un artículo de Eldiario.es publicado al respecto.Entre aquella huelga y la del viernes 27 han pasado 131 años. La lucha medioambiental no ha cesado de hacer esfuerzos en nuestro país desde entonces, a excepción del parón forzado que supuso la dictadura franquista. Javier Raboso, sociólogo y activista por los derechos humanos, responsable de la campaña de Democracia y Cultura de Paz en Greenpeace España, se ha encargado de estudiar estos movimientos de protesta medioambiental y de recopilarlos en el informe "Democracia y contrapoder, 40 años de movilizaciones ecologistas y pacifistas", publicado por Greenpeace España el pasado año, en el que se pone de relieve la contribución de las protestas pacíficas y la desobediencia civil en general y en el ámbito medioambiental en particular, al fortalecimiento de la democracia en nuestro país.
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Y la política al margen de las instituciones en el ámbito medioambiental en nuestro país pasa por la huelga del 27 de septiembre, pero ha pasado antes por las protestas contra la contaminación industrial —cementeras, incineradoras, refinerías—, por la visibilización del coste medioambiental de infraestructuras de transporte como macroaeropuertos, carreteras o trenes de alta velocidad, por los trasvases e incluso por las recientes manifestaciones que ponen de relieve la problemática de la España vaciada.Le pedimos a Javier G. Raboso que acotara algunas de las más importantes, de las que marcaron un antes y un después en la historia del activismo medioambiental en el ámbito nacional y estas fueron sus respuestas.
DÉCADA DE LOS 70 y 80: NUCLEARES NO
"La oposición a la energía nuclear fue el hito fundacional del movimiento ecologista en España"
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En el estudio realizado por el sociólogo de Greenpeace se recoge cómo los espacios de oposición a las nucleares en España pasaron, en primera instancia, por las protestas por los vertidos nucleares al mar. "Hasta su prohibición en 1982, se lanzaron a la Fosa Atlántica 140.000 toneladas de residuos nucleares", desarrolla el estudio. Después se sucedieron las protestas para el cierre de las centrales nucleares de Vandellós, Zorita o Garoña y aún se sigue trabajando en los de Almaraz (Cáceres), Cofrentes (Valencia), Ascó y Vandellós II (Tarragona) y Trillo (Guadalajara). "Más recientemente", señala el estudio, tenemos "las protestas contra el ATC (Almacén Temporal Centralizado) para residuos nucleares de alta actividad, proyectado en Villar de Cañas (Cuenca) en 2009, cuyo proyecto de construcción está paralizado".
El coste medioambiental de las nucleares pasa por la creación de residuos peligrosos para la salud y el medio ambiente que tardan cientos de años en degradarse, así como en la posibilidad de accidentes nucleares que pueden arruinar regiones enteras y desencadenar desastres naturales. En España se han producido incidentes de nivel 1, 2 y 3 tras el desarrollo nuclear de nuestro país, que comienza durante el régimen franquista, tras la II Guerra Mundial.Sin embargo, no es hasta el período de apertura del régimen cuando se proyecta la primera central, en 1951. Las protestas contra las nucleares en España corren en paralelo y en muchas ocasiones nutrieron las bases de las de oposición a la entrada de España en la OTAN, ya que "la energía nuclear toca muchos los pilares de las dinámicas de poder que existen", según comenta Javier Raboso: "las grandes infraestructuras y empresas energéticas, un modelo de desarrollo cuyo consumo creciente de energía ha sido cuestionado desde el ecologismo junto a su potencial uso para conflictos bélicos".
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DÉCADA DE LOS 90: SOS ITOIZ
DÉCADA DE LOS 2000: NUNCA MAIS
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