Tecnología

Nunca olvidemos el adaptador de casete para el coche

Aunque recientemente ha perdido popularidad en los coches, la omnipresencia del reproductor de casetes en décadas pasadas fue tal que hizo de los adaptadores para el jack de audio una necesidad para cualquiera que quisiera conectar un teléfono o iPod. ¿Có
Car Cassette Adapter
Image: Getty Images 

Si tienes un coche antiguo, tal vez aún lo uses para hacer que Google Maps suene por esos viejos altavoces.

Para generaciones anteriores, quizá sirvió para conectar un iPod o un Discman de Sony. Se trata de un dispositivo bastante barato que, aunque pudiera parecer un cinta, actuaba más bien como una especie de amplificador.

Hablo, claro está, del adaptador de casete para el coche, un aparato que se ha convertido en un artículo de primera necesidad para cualquiera que aún tenga reproductor de casete en su vehículo. Si alguna vez has tenido uno de estos prodigios de la tecnología, quizá te hayas preguntado cómo funciona, sobre todo porque en realidad la casete no tiene ninguna cinta.

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Su creador es Larry Schotz, ingeniero eléctrico y prolífico inventor responsable de una serie de grandes innovaciones en equipos de audio y vídeo durante las décadas de 1980 y 1990, como los sintonizadores FM, antenas de televisión de formas extrañas y uno de los primeros sistemas de audio inalámbricos.

La genialidad de la creación de Schotz radica en que alteraba el mecanismo de la cinta de casete conocido hasta entonces. Un reproductor de casete transmite señales electromagnéticas recogidas en una cinta a través de un “cabezal”, que las convierte en sonido analógico y las amplifica. En muchos aspectos, el adaptador de casete funciona transmitiendo la señal directamente del cabezal, en lugar de la cinta. Al eliminarse la cinta magnética, se reducían también los ruidos mecánicos, como el clásico siseo, durante la reproducción.

Extracto de la patente del dispositivo de 1986:

En un extremo, se acopla un conductor eléctrico, como un cable bifilar, a un enchufe compatible con el jack de auriculares normal del otro dispositivo reproductor de audio; por el otro extremo, se conecta al cabezal de grabación mediante un circuito de audio. Cuando se inserta el adaptador en el reproductor de casetes y se ponen en funcionamiento dicho reproductor y el otro dispositivo, las señales producidas por este último se acoplan, mediante el mencionado conductor y circuito de audio, al cabezal de grabación, desde donde se transmiten al cabezal de reproducción del reproductor de casete y, de ese modo, se reproducen por el sistema de audio.

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Pero ¿qué generó la súbita demanda de ese producto a mediados de los 80? Pues muy fácil: el reproductor de CD, que había empezado a comercializarse en su versión portátil en 1986, era aún demasiado novedoso y caro como para que estuviera equipado en muchos coches.

Como quizá recuerdes, los primeros reproductores de CD portátiles tenían el problema de que, al mínimo golpe, saltaban las canciones, un problema que poco podía hacer el adaptador por solucionar, aunque al menos te permitía reproducir la música por los altavoces del coche.

El invento de Schotz, que inicialmente comercializaba una empresa llamada Recoton, fue una de las tecnologías muy promovidas por la industria electrónica para llevar el audio a las pletinas de antaño. La otra fue el “adaptador FM”, con el que se creaba una diminuta emisora de radio que podías emitir desde el coche a determinada frecuencia. Según la reseña de un prototipo del adaptador de casete de Recoton de 1986, escrita en la revista Popular Mechanics junto con otra de un adaptador FM de la marca Sparkomatic, ambos dispositivos, en la práctica, funcionaban de la misma forma, aunque el adaptador de casete, decía el texto, resultaba más práctico.

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“De los dos adaptadores, el de Recoton es el más práctico porque no requiere de ningún tipo de instalación”, señalaba el autor de la reseña, Terry Shea. “Sí requiere, sin embargo, disponer de una pletina de casete y, a diferencia del adaptador de Sparkomatic, no incorpora un alimentador para el reproductor de CD”.

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Al final, el adaptador de cinta ganó popularidad gracias a su bajo precio y la comodidad de uso. Cabe decir, no obstante, que durante la década de 2000, con la llegada del reproductor de CD a los salpicaderos de los coches, hubo un resurgimiento del adaptador de FM.

Hoy, es prácticamente imposible encontrar un reproductor de casete en un coche moderno —el último modelo se fabricó hace una década—, por lo que el adaptador ha pasado a ser una reliquia de otra época. Y aunque el dispositivo ha ido evolucionando con el tiempo debido al menor uso del jack de los auriculares —ahora se puede comprar un adaptador de casete con conexión Bluetooth incorporada—, es solo cuestión de tiempo hasta que acabe por quedar totalmente obsoleto.

Pero hubo un tiempo en que las cintas de casete fueron una novedad y también requerían de adaptadores. A principios de los 70, uno podía comprar adaptadores de ocho pistas, que utilizaban un mecanismo con cabezales similar al de los adaptadores de casete. Como se indicaba en Popular Mechanics en 1972, estos convertidores permitían el uso de casetes compactas. Incluso era posible comprar un adaptador para añadir una radio FM al sistema estéreo de un coche que no la tuviera.

Si eres muy nerd, te recomiendo que te hagas con un adaptador de ocho pistas a casete, lo conectes a un adaptador de casete con entrada para jack de auricular y este, a su vez, lo conectes a tu iPhone 6s. Quién sabe, incluso puede que funcione.

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Este artículo se publicó en VICE US.