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Cultură

Historias de tratamientos caseros para enfermedades sexuales que salieron muy mal

No importa qué tan bueno seas, hay límites para los remedios caseros.

Ilustraciones por Alex Jenkins

Resolver las cosas por ti mismo te da cierto orgullo. Hace unos años se cayó la batería de mi computadora. Resultó que le faltaba un tornillo y, lógicamente, no tenía tornillos de sobra en mi casa. Lo que sí tenía era un curita y lo utilicé para pegar mi batería. Ese es el mayor esfuerzo de reparación casera que he hecho en mi vida y ha mantenido a mi laptop con vida estos últimos tres años.

No importa qué tan bueno seas, hay límites para los remedios caseros. En mi caso, el límite es de la cintura hacia abajo. Se necesita mucho compromiso al espíritu amateur –o muy poco dinero en la tarjeta– para someter tus partes privadas a los experimentos médicos no probados que lees en internet. El curita logró mantener intacta mi computadora, pero estoy seguro de que no puede curar verrugas genitales.

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Pero, claro, eso no impide que la gente lo intente. Las historias a continuación son de personas que probaron remedios de salud sexual sobre los que escucharon o leyeron y la mayoría tuvieron resultados desastrosos. Por favor, no intenten esto en casa.

Kevin

Conocí a una chica en la universidad, salimos y tuvimos sexo sin protección. Poco después, me empezaron a salir unos ganglios amarillentos que parecían acrocordones en la cabeza de mi pene. Ya había escuchado de las verrugas genitales pero creí que se veían como verrugas normales. Una noche tomé demasiado, se las enseñé a un amigo y gritó "¡Tienes verrugas genitales!". Busqué en internet y encontré muchos foros donde decían que podía tratarlas en casa con vinagre de sidra de manzana.

Según lo que decía en el foro, tenía que limpiar el área primero con peróxido de hidrógeno, pero me salté esa parte porque una vez vi un video en YouTube donde un niño usaba esa cosa para una bomba casera. Tomé una bolita de algodón, la sumergí en el vinagre y la coloqué sobre las verrugas. Me ardió muchísimo pero en el foro decía que era normal. Me puse vinagre todos los días.

Después de una semana, algunas de las verrugas se volvieron blancas y mi pene estaba rojo e irritado. Hasta ponerme los pantalones era una agonía. Fui al doctor y me dijo que tenía quemaduras químicas. Cuando le expliqué lo que había hecho, me dijo que fue como usar un lanzallamas para matar a una mosca.

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Vanessa

Hace como un año tuve sexo con un chico. Como ya casi me bajaba, me tomé un paracetamol y un poco de vino porque pensé "¡A la mierda! Voy a andar de romántica y depresiva y lo voy a disfrutar". El sexo no tuvo nada de extraordinario pero al día siguiente mi vagina estaba irritada. Supuse que había sido mucho sexo y que no me había dado cuenta porque mi mente estaba en otro lado.

Después me salieron unas ampollas en el interior de la vagina, eran tan grandes que sobresalían. Nunca me había pasado algo tan horrible. Era como una tortura medieval. Se sentían como cortadas con papel pero en la vagina. Esa noche me dio fiebre y empecé a sudar mucho. Pensé que era gripa. Dos días después encontré ampollas en mi ano y pensé "¡Oh, Dios, también tengo hemorroides!". No entendía nada.

Por fin fui a la clínica cuando las ampollas exploraron, me dijeron que tenía herpes y me recetaron un antiviral. Después hablé con una amiga que estaba muy metida en eso de la medicina holística y me dijo que podía tomarme el antiviral o dejar que mi cuerpo luchara solo. Me explicó que si lo hacía de forma natural, era menos probable que me diera otro brote en el futuro. Y confié en sus palabras. Utilicé sales de baño, tomé mucha vitamina C, aceite de árbol de té y miel de manuka –la cual, por cierto, cuesta casi 1000 pesos el frasco–.

También me recomendó usar una lámpara como tratamiento. Por lo visto, el herpes no puede vivir en la luz, sólo en lugares oscuros y húmedos. Entonces compré una lámpara que simulaba luz solar y la dejaba prendida frente a mi vagina casi todo el día. También usaba mi lámpara de brazo para tener luz bajo mis sábanas. Si estaba en un lugar privado, aprovechaba la luz del sol. Me iba al fondo de la habitación y abría las piernas frente a la ventana. Y funcionó: los brotes disminuían después de unas horas de luz.

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Andrés

Cuando era adolescente, tenía una novia que me gustaba mucho. Me moría por perder mi virginidad con ella pero lo único que me dejaba hacer era dedearla. Eso sí, metía y sacaba mi dedo como un motor de pistón. Ahora que lo pienso, no creo que lo haya disfrutado mucho.

Una noche, mis papás salieron y todo ese tiempo me la pasé dedeándola en el sillón. Yo siempre usaba un anillo feísimo en el dedo medio pero después de un rato de estarla dedeando nos dimos cuenta de que ya no lo traía puesto. Nos turnamos para buscarlo dentro de ella pero no lo encontramos. Mi novia entró en pánico y quería ir al hospital. En ese momento me acordé que mi papá tenía un sujeta clips de madera en forma de pez. El pez era magnético para que los clips se quedaran pegados. Supuse que podía usarlo para sacar el anillo. Entonces, cubrí de lubricante el pez de madera y lo metí en la vagina de mi novia. Lo moví en todas direcciones pero nunca encontré el anillo.

Al día siguiente lo encontré tirado en el piso de mi recámara. Tuve que decirle a mi novia porque no quería que siguiera preocupada por tener mi anillo dentro. Poco después terminó conmigo. La persona que más sufrió en esta historia fue mi papá, que tuvo ese sujetador de clips en su escritorio por años sin saber dónde había estado.


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Ian

Soy sexólogo. Hace unos años, llegó un paciente que tenía problemas de eyaculación precoz. En ese entonces, mi paciente tenía veintitantos y estaba comprometido. Me contó que en la universidad tuvo muchos altibajos con las mujeres por su problema. Su eyaculación precoz se volvió tan grave que de plano tuvo que poner pausa a su vida sexual hasta que, un día, una chica que estaba enamorada de él le dijo que quería pasar la noche en su casa. Quería hacer algo para mejorar su desempeño y había escuchado que la cocaína servía como un anestésico si se esparcía un poco en la cabeza del pene. Decidió intentarlo y trató de comprar un poco antes de su cita.

Me contaron que algunas estrellas hollywoodenses como Jack Nicholson usan la cocaína para eso pero nunca he conocido a alguien que lo haya hecho. Regresando a la historia, este chico salió a conectar un poco de coca en la noche pero la policía del campus lo atrapó. El pobre debió estar aterrado como para haberle contado a la policía todo su plan de poner coca en su pene para durar más. Al final su honestidad lo ayudó porque las autoridades de la escuela lo dejaron libre y le permitieron seguir estudiando.

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