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Fotografías por Daniel Ojeda.

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A un año del 19S

Protesta y catástrofe: Así se vivió la marcha del 19S

A la una con catorce minutos de la tarde, el silencio cubrió una zona del sur de la ciudad: el Multifamiliar Tlalpan. No era casualidad, hace un año a la misma hora un edifico se derrumbó en esa unidad habitacional.

Artículo publicado por VICE México.

La jornada de hoy comenzó temprano, de hecho empezó hace un año cuando una onda sísmica cimbró el suelo de la Ciudad de México y sepultó a cientos de personas. Desde entonces algo rompió la vida de los capitalinos. Se dieron cuenta que 365 días después aún tienen escombros convertidos en emociones dentro de su cuerpos.

La tragedia nunca se fue, ha permanecido 12 meses a su lado. Pero durante ese tiempo las voces de aquellos que lograron sobrevivir no se cansaron de exigir una reconstrucción, no de sus vidas, eso es una tarea casi imposible, sino apenas de sus hogares. Por esta razón, ayer salieron a enfrentar al miedo, a la indolencia gubernamental, al dolor y, sobre todo, a la memoria que no ha dejado de golpear sus cabezas.

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A la una con catorce minutos de la tarde, el silencio cubrió una zona bastante poblada del sur de la ciudad: el Multifamiliar Tlalpan. No era casualidad, hace un año a la misma hora un edifico se derrumbó en esa unidad habitacional. Fue uno de los puntos más golpeados por el terremoto. Ahora, justo en ese punto se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas, todos levantaron sus brazos y el ambiente enmudeció.

Dos minutos después: a las 13:16 horas la alerta sísmica, el sonido más temido del país, volvió a sonar en los altavoces de toda la urbe. No todos lo aguantaron. En el multifamiliar, a varios los quebró el perturbador estruendo que acompaña a una una voz masculina que repite una y otra vez: “¡Alerta sísmica! ¡Alerta sísmica!”, pero no por el miedo de que fuera a temblar de nuevo —todos sabían que era un simulacro— sino por el dolor de recordar lo que había pasado el 19-S, como nombraron a ese día.

Las lágrimas de varias personas recorrieron sus mejillas, otras se abrazaron, unos más sólo guardaron silencio y apretaron los dientes viendo a un sólo punto mientras tragaban saliva, su piel se erizaba y su estómago se estrujaba. Luego un grito en forma de pregunta rompió el momento: “¿Dónde está el dinero que el mundo nos donó? ¡Con eso nos alcanza para la reconstrucción!”. Un clamor que además de exigir que se haga buen uso del dinero destinado a los damnificados, buscaba darles fuerza.

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Poco después de las cuatro de la tarde, inició una marcha para evidenciar que las demandas de los damnificados del sismo no han sido resueltas. Además de los vecinos del multifamiliar, marcharon habitantes de las colonias Roma y Condesa, Xochimilco, Iztapalapa, Tláhuac, Obrera y otras donde hubo edificios que colapsaron.

No estaban solos, los acompañaban ciudadanos que, aunque no fueron afectados, se unieron para apoyarlos. También padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, campesinos de San Salvador Atenco que se oponen a la construcción de un aeropuerto, estudiantes de la UNAM que exigen que se detengan los ataques en su contra y hasta miembros de Mexicali Resiste, un colectivo que lucha contra la privatización del agua en el norte del país.

Marcharon por la Calzada de Tlalpan, una avenida que conecta el sur de la ciudad con el centro, después atravesaron Lucas Alaman y dieron vuelta en Bolívar. Los vecinos salían de sus casas para grabarlos con sus celulares y los choferes de trailers sonaban sus bocinas en forma de apoyo. Vecinos de Tepito acudieron a la manifestación: “¡Tláhuac, Tepito está contigo!”, gritaban al paso de los contingentes de las colinas afectadas en el sur oriente. “¡Tepito, amigo, Tláhuac está contigo!”, respondían.

Minutos antes de las seis de la tarde llegaron a Chimalpopoca, una calle que albergaba una fábrica textil donde aproximadamente 20 obreras perdieron la vida. Ahora el predio luce como un hueco entre dos construcciones en donde las ofrendas dejadas a las mujeres fallecidas ya han sido cubiertas por el polvo y la basura comienza a acumularse. Ahí, en medio del terreno, familiares de las víctimas colocaron una cruz de flores para honrar su memoria.

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Sólo las cámaras fotográficas irrumpieron el silencio del momento, mientras los asistentes levantaban el brazo izquierdo. Fue uno de los momentos más emotivos del recorrido. Minutos después continuaron su paso hacia la plaza principal del país.

“¡Damnificados unidos, serán reconstruidos!”, gritaban evocando la vieja consigna de izquierda: “El pueblo unido jamás será vencido”. En sus carteles expresaban su descontento por el abandono del gobierno. Uno de ellos decía: “Megasimulacro, ¿Megareconstrucción?”. Después los gritos se dirigieron hacia el jefe de gobierno José Ramón Amieva Gálvez: “¡Entiende, Amieva, con la gente no se juega!”.

Casi a las 7 de la noche ingresaron por la avenida 20 de noviembre, para de inmediato iniciar un mitin que en un momento fue opacado por el Himno Nacional que comenzó a sonar a través de las bocinas colocadas por el gobierno. Buena parte de los asistentes comenzaron a entonar el canto que representa a los mexicanos como lo hicieron en medio de los escombros y el polvo el año pasado. Al fondo la bandera ondeaba a media asta. Después comenzó la lluvia y la gente comenzó a retirarse.

Fue así como se conmemoró el primer aniversario del sismo del 19 de septiembre de 2017, un día marcado con una cruz negra en la historia del país. Sin embargo, las secuelas del sismo continuarán presentes en la memoria y en el patrimonio de los ciudadanos afectados. Mientras las autoridades parecen no escuchar los reclamos de cientos de damnificados que aún viven en la calle.

Algo nos queda claro: en esta ciudad no dejará de temblar y aunque la solidaridad y la prevención es vital, es importante saber que aunque la catástrofe es natural, la tragedia no lo es.


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