Breve historia del punk en Mallorca

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Noisey

Breve historia del punk en Mallorca

"Por entonces no había nada en Mallorca: era perfecta para montar una escena punk. ¿No hay nada? ¡Entonces la vamos a montar nosotros!".

Los últimos años setenta fueron un momento extraño para la música mallorquina: la lenta resaca del beat y del pop de los sesenta, reforzada por el crecimiento de la industria turística, terminó por dar paso a un panorama grisáceo que no volvería a tener color hasta los primeros ochenta, cuando el pop/new wave de Forats Negres,

Furnish Time

, Zincpirithione, Peor Imposible o Nasti dieron forma a la oscura y periférica movida mallorquina. Por entonces, el punk se encontraba en hibernación, aunque lo cierto es que hubo algunas bandas que empezaron a acercarse a su estética, mensaje o sonido: Alquitrán, Mac, Bramulls o

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Sex Beatles

abrieron la senda a la vez que la isla acogía conciertos de La Banda Trapera del Río, Desechables o Las Vulpes. Fue un caldo de cultivo perfecto para desencadenar la epidemia en 1984, año en el que pioneros como

Eskoria

,

Ruina Social

o Cerebros Exprimidos vertebran la primera escena del punk mallorquín. El vocalista de esta última banda, Jaume Triay, sintetizó el momento de una forma bastante descriptiva: "

Por entonces no había nada en Mallorca: era perfecta para montar una escena punk. ¿No hay nada? ¡Entonces la vamos a montar nosotros!

".

Cop de Fona. Todas las fotografías por Aina Climent.

Con ellos llegaron los precarios fanzines fotocopiados (Mocos en Abundancia, 1987, Insurrecto , etc.) y una serie de primeros conciertos que, por norma general, acabaron con cargas policiales. La alta capacidad destructiva de la primera generación de punks isleños es casi legendaria y el Concert per la Llibertat d'Expressió, con La Polla Records como cabeza de cartel, es una muestra de ello: nada más empezar su actuación, el grupo Trazom Tzara fue víctima de una lluvia de piedras y botellas suficientemente feroz como para quitarles las ganas de volver a subirse a un escenario. Días después se disolvieron. Era mayo de 1986 y, poco después, Mallorca recibía a Eskorbuto, que presentaron en la Plaza de Toros de Inca su Antítodo. Entre el público se congregaron numerosos músicos, que poco a poco habían ido ampliando el abanico de posibilidades que ofrecía el punk: desde el proto-hardcore de los controvertidos Testículos de Jehová al el ska-punk de Skombros (antecesores de los Skarabajos y, por ende, de La Gran Orquesta Republicana) hasta llegar al primitivo psychobilly de Los Turkos que, un buen día, quisieron degollar una gallina sobre el escenario: " No tuvimos éxito. Preguntamos en el pueblo si alguien nos podía vender una y debieron pensar que queríamos droga. Ya sabes, 'caballo', 'gallina'… y todo ese tipo de drogas duras de la época" .

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as batallas campales que sucedieron a conciertos, como los de Decibelios e Ilegales en Palma, son paralelas a una mayor presencia de las drogas en la escena. Después de todo, el punk había terminado por convertirse en el nuevo enemigo público para la sociedad mallorquina. Víctimas de la heroína, el final de Eskoria marcaría un nuevo punto de inflexión en la historia del punk mallorquín: era el turno de Cerebros Exprimidos que, pacientemente, habían depurado su sonido hasta dar forma en 1989 a su histórico álbum debut homónimo. Contra todo pronóstico, la banda capitaneada por Jaume Triay (voz) y el icónico Juanmi Bosch (guitarra) se convertiría en una de las bandas locales más importantes de su generación al fichar por Munster Records, con los que editaron los clásicos Más Suicidios (1990), Bonzomanía (1991) o Demencia (1995).

Mostros

Con los noventa comenzó la revolución del hardcore. Ya no se trataba de tocar más alto o más rápido, sino de depurar el mensaje y la actitud: las viejas consignas de los ochenta quedaron a comenzar desfasadas y, con una mayor concienciación ideológica, surgió una nueva red de fanzines, de distribuidoras y radios libres. La aparición del Kasal Llibertari del Polígon de Llevant (1994-1997) fue el principal reflejo del momento. A su vez, los alrededores de la Plaza Gomila, que décadas atrás habían acogido actuaciones de Jimi Hendrix, Marlene Dietrich o Ray Charles, se habían convertido en un avispero de pequeños locales de conciertos que contribuyeron a hacer, de la palmesana, una sub-escena mucho más cohesionada que la del resto de municipios de la isla.

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Al endurecer y acelerar su repertorio, Cerebros Exprimidos habían sido los principales motores del hardcore en Mallorca, aunque una parte del mérito también corresponde a los californianos Rich Kids On LSD (RKL): el concierto que dieron en Palma en agosto de 1993 fue tan decisivo y revelador como lo había sido, nueve años atrás, el de MDC para los punks catalanes. Recuerdo oír a Juan Carlos Riutort (Net Weight) decir que, una semana después de su actuación, empezaron a brotar como setas nuevas bandas de hardcore en la isla. De todas ellas, quizás la más relevante fue Bad Taste, que al año siguiente debutarían de la mano de Bcore con su reverencial Back to '82: veintidós canciones en apenas veintiún minutos.

Phogo

Los noventa fueron realmente prolíficos, abriéndose la veda a todo tipo de formaciones punks: Guadaña y Síndrome de Abstinencia (todavía activos), Jurasic Punk, O.G.T, Egan Suguía, Turmix Asesino y, más adelante, Síndrome de Stokolmo, Víctimas o los imprescindibles Oi! The Arrase, que hicieron de su etílica versión del "We're Not Gonna Take It" de Twisted Sister (" Somos de Mallorca, vivimos en medio del mar; si quieres conocernos, ¡ven aquí! ") uno de los temas más emblemáticos de su repertorio. Gracias a su único álbum, Anarkoi! (1998), terminaron por convertirse en uno de los grupos más conocidos de la escena mallorquina.

Lo mejor estaba por llegar: con primeros años del siglo XXI llegó el fastcore abrasivo de Net Weight, el dbeat de Disease, el acercamiento al power-violence de Último Preso o los aires de Boston de Mallorkäos, sin olvidar a todas esas bandas que, como Phogo, Mostros o Verval Diarrea, tuvieron argentinos entre sus filas. Por otra parte, la aparición de Take It Easy (1997) y, sobre todo, No Children (1999) provocó un boom del hardcore melódico lo suficientemente potente como para fracturar y dividir la escena. Thrash Out, One Foot, Bikeage, Acme Copyright, Fast Food Society, Drop Out, One Armed Drummer, Main Line 10, Painful, Unnamed, Fish Tail, Gatlink, Painful, The Little Kiss… La sobresaturación hizo que, a los pocos años, el impacto y popularidad llamado "punky patinete" decreciera de forma considerable. Recientemente, el hardcore melódico ha empezado a recuperar el terreno perdido gracias a iniciativas como el colectivo The Rawk, el festival Guarpet Tur (la versión mallorquina del Warped Tour), nuevas bandas (Limber, No More Time, etc.) o TuTuPa, el proyecto de investigación del periodista musical Alberto García.

Cop de Fona

A pesar de los inconvenientes geográficos y artísticos que provoca la insularidad o la escasa variedad de locales de conciertos, Mallorca ha sabido convertir sus debilidades en fortalezas. El punk sigue bullendo con fuerza en el underground mallorquín gracias a programas de radio, fanzines, sellos discográficos (Old Kids Brigade, Metadona Records, 1984 y unos cuantos más) y, por supuesto, grupos como The Quatermass, Usura, Trance, Orden Mundial, Wasted, Tigre Jet Jr, Decraneo, Aspirina Infantil, The Monster Ones, Broken Youth… El resultado es un microclima de disidencia social, política y cultural que se aleja de la típica postal de sol, playa y fiesta asociada irremediablemente a la Isla. Porque, después de todo, detrás del paraíso del turismo también se esconde la mugre y la furia.

Tomeu Canyelles es autor del libro "Breu història del punk a Mallorca". Puedes seguirle en Twitter.