Todas las fotos y el texto, de Álvaro Solar. ***Durante dos semanas del pasado mes de marzo, los Protistas nos embarcamos por tercera vez en nuestras carreras a tierras norteamericanas. Esta vez, a diferencia de las anteriores, nos concentramos en tocar más en Estados Unidos. De igual manera, tuvimos cuatro fechas en nuestro México querido, que fueron todas especiales a su modo.
Cuando la gente pregunta "¿Cómo te fue en la gira?" Para mi es muy natural decir "¡Súper bien! Andábamos con la buena estrella". Siento que muchas veces esa pregunta va directo al tema sobre cómo nos fue en los shows: si estuvieron llenos, si sonaron bien. Pero para mi, una gira es mucho más que eso.
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En primer lugar es importante destacar que no hay mejor experiencia que conocer gente a través de la música. Y en ese sentido una gira (internacional o nacional) es un privilegio. Llegas a todos los lugares y entras de inmediato al núcleo de la cultura del lugar (cosa que cuesta mucho siendo turista), te haces nuevos amigos donde constatas las diferencias y similitudes que tienes con ellos por el hecho de pertenecer a diferentes culturas. Todo impulsado por el lenguaje universal que es hacer música.
En segundo lugar, están tus compañeros: Alejandro, Andrés y Jose. El primero en el bajo, el segundo en la batería y el último el hombre encargado del trabajo duro de ser el tour manager (y comprar vinilos para su tienda :D) durante la gira, que pasó por Los Angeles, Orange County, San Pedro, Tijuana, Austin, Monterrey y Ciudad de México.
Los grandes movimientos entre California y el resto, curiosamente siempre fueron con escala en CDMX. Creo que al menos un tercio del viaje lo pasamos esperando en la sala de embarque del aeropuerto Benito Juárez, ahí otra cosa que hemos aprendido en este mundo, asumir una actitud paciente frente a la espera. Por suerte, en esos instantes siempre estás junto con tus compañeros, ya sea cruzando los dedos para que en Estados Unidos el gobierno de Trump deje entrar a todos (no está muy fácil ese tema), buscando la forma de obtener marihuana medicinal en Los Ángeles (le mando un gran abrazo a los amigos de allá que hicieron eso posible), descifrando para qué lado nos está mandado Google Maps, poniéndonos de acuerdo a que hora dejamos la fiesta y nos vamos a acostar o el tema más delicado, que clase de chatarra comeremos hoy.
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Mención aparte es el tema de las largas travesías en autos, donde todos sabemos que el peor asiento que te puede tocar es al medio-atrás, y donde los choferes de ûber nos salvaron más de una vez de morirnos del aburrimiento. De cualquier forma, el más grande de todos los compañeros en la carretera fue Cristian Morales de qvolecollective, quien nos introdujo a mucha nueva música.
Por último, están los shows y todo lo que guarda relación con "a lo que fuimos": conciertos, prensa, fotos, sesiones, y debo decir que eso en particular estuvo hermoso. Tocando al atardecer en el rooftop de un edificio en L.A. para las chicas de solyart, compartir una gira de cinco shows junto a la banda de nuestro nuevo amigo Rudy de Anda, lograr tener fechas con una energía súper intima y otras que fueron un desmadre total (aprovecho para disculparme con la persona a la cual un zapato mío le llegó por el aire y aterrizó en su nariz en el Patanegra de CDMX). En Tijuana nuestro amigo Julio Pillado se subió al escenario a tocar dos canciones con nosotros, en The Observatory de Santa Ana pusimos a una gran cantidad de gringos a bailar y en el showcase de Ruidofest en SXSW compartimos el mismo escenario con su majestad Silverio.
Y luego de vuelta Chile, a grabar canciones nuevas, a ver como paramos la olla en nuestro país donde muchos lugares para tocar no tenemos (a pasar de la tremenda música que en general se está produciendo). Siempre al volver, aparece un sentimiento especial por el lugar que dejamos atrás: "Ojalá regresar y seguir conociendo haciendo música". Y esperamos que esta vez sea pronto.
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Abajo el resto de las fotos de la gira de Protistas.
