Fotos íntimas de chicos de Brooklyn con sus motos

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Fotos íntimas de chicos de Brooklyn con sus motos

La fotógrafa Ysa Pérez formó un vínculo con un grupo de jóvenes que montan al sur de Williamsburg, Nueva York.
YP
fotografías de Ysa Pérez

Ysa Pérezes fotógrafa documental y retratista, nacida en Puerto Rico y criada en Rochester, Nueva York. En el verano de 2017 pasó un tiempo en Williamsburg, conociendo a un grupo de chicos de Brooklyn.

Caminaba en septiembre con una amiga a la estación de tren de Marcy, cuando de repente vi a dos tipos pasar rápidamente en motos de motocross azules.

Abandoné a mi amiga inmediatamente y les pregunté si podía tomarles unas fotos. "¿Cómo se llaman?", pregunté. "Kay" y "Noah", me dijeron. Nos vemos de arriba a abajo, pero en cuestión de minutos, estoy en la parte de atrás de la moto de Noah yendo a la casa de Kay para relajarnos un rato. Era muy tarde para ponernos a tomar fotos, pero quería presentarme, conocerlos y establecer una amistad.

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Los días siguientes intenté mantener el contacto con Kay, que es una forma corta de decir Kahlil, a través de mensajes directos y apariciones aleatorias en su edificio. Pero nunca pudimos encontrarnos. Eventualmente recibí una llamada de Kahlil. Se disculpó, me dijo que el Labor Day había sido de locos, y preguntó si podía ir un momento a donde él.

Kahlil

Llegué a un proyecto de construcción al que nunca había ido con cinco o seis tipos a quienes tampoco conocía. Reconocí a Kay, o 'Lil, junto a su moto, Baby Blue, y supe que todo estaría bien. Él era mi contacto, mi hombre, mi nuevo amigo. Él explicó que yo no era policía, que simplemente quería pasar el rato y tomar unas fotos.

Ese día los conocí a todos. Estaba Chris, el bromista del grupo, que además es muy tierno. En nuestro segundo encuentro, después de ver mi encarte, se ofreció a cargar mi maleta de equipos, y nadie hace esa mierda. Joel tiene pelo oscuro y unos hermosos ojos verdes que, estuvimos de acuerdo, era raro en un chico de ascendencia hispánica. Ted era un poco tímido, pero cuando hablaba, sus palabras siempre tenían valor. A mí no me importó porque yo era la extranjera. Simplemente agradecía poder estar en su espacio, en su mundo. Él vivía con su hermano menor, TyTy, quien me impresionó con su estilo y madurez. Jared y Darius, los amigos, también irían de vez en cuando. Estos eran los de siempre. Estos eran mis chicos.

Las siguientes semanas dediqué una gran cantidad de energía a ir a donde ellos y conocer su mundo. Yo era la "chica de la cámara" para sus amigos, y a veces era la mamá, que compraba pizza para todos. Conforme me fueron conociendo, me fui volviendo parte del grupo, me reía y bromeaba con ellos como si fuéramos amigos de verdad. Kahlil y yo nos conectamos más que nadie, gracias a nuestro amor mutuo por Baby Blue. Podría pasar por mi edificio con ella, y yo saldría corriendo, sin hacer preguntas, y me montaría como diciendo, "vámonos". Sabía que él me tenía tanto como yo lo tenía a él. Confió en mí lo suficiente como para permitir a una desconocida en su habitación, para presentarme a su madre y amigos, y para mostrarme su mundo. Así que yo le confié mi vida.

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Todos los chicos

Después de unas semanas en Nueva York, ya estaba lista para seguir con el siguiente lugar, porque en realidad nunca me quedo quieta. Cuando empecé a despedirme, sentí que Kahlil pensaba que nunca más volveríamos a hablar; que él era solo otro proyecto para mí. "Nos pasa todo el tiempo", me dijo en la cama de Chris. Luego me mostró la foto de un tipo que les había sacado unas fotos hace unos años, con un grado similar de intimidad. Pensé, ¿cómo puedes perder contacto con estos chicos? ¿Cómo puedes tomar algo de un grupo y no dar de vuelta? ¿O decir, 'qué tal todo' después de unos años?

Aunque me tenía que ir, no tenía ninguna intención de desaparecerme de él o sus amigos. De hecho me soñaba con volver, y reunirnos. Así que lloré un poco, con algo de vergüenza. Se suponía que yo fuera la adulta y mantuviera la compostura. "Nah, no pasa nada", me dijo Chris. "Así sabes que es algo real. No es algo de todos los días el conocer a alguien en la calle y formar un vínculo como el que tuvimos".

Tres días antes de irme, Chris me dijo que Kahlil había ido a vender su moto. Se me partió un poco el corazón, pero fingí no estar afectada. Cuando vi a Kahlil, le pregunté, "¿la vendiste?". "Sí", levantó los hombros, pero me aseguró que compraría una con todas las de la ley. "Pero voy a extrañar esa moto", le confesé. "Es la primera con la que me enamoré", Kahlil estuvo de acuerdo.

Las manos de Kahlil

Al despedirnos, me mostró en mi celular la nueva moto que compraría. Es una moto de verdad. Una en la que probablemente no sea lo suficientemente valiente como para montarme. Entonces me di cuenta por qué estaba triste. Perder esa moto significaba perder la inocencia para él. Está creciendo, está madurando, está confrontando más peligro al tomar un riesgo más grande. Pero eso hace parte de él, convirtiéndose en hombre. Así que lo acepto.

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No he visto a los chicos desde septiembre de 2017. Nos mandamos mensajes. Veo sus historias desde la distancia, como una hermana mayor preocupada que espera que les vaya bien. Los extraño. Extraño su energía y su risa. Extraño absorber su juventud. Pero lo que más extraño es nuestro proceso. Ver sus rostros mientras mirábamos las polaroids, verlos entender cómo alguien de afuera los percibía —alguien que creía en ellos—, significaba todo.

El vínculo es de por vida, y estas fotos son recuerdos de eso.

Noah y Kahlil

Las Instax de Ysa

Kahlil montando a Baby Blue

Kahlil

Chris

Darius

Joel

Tyty

Puedes seguir a Ysa Pérez y ver más de su trabajo en su Instagram.

Este artículo apareció originalmente en VICE US.