"Más de dos locas juntas o redecoran el mundo o ponen una cantina": Marrakech Salón

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Gracias por su preferencia sexual

"Más de dos locas juntas o redecoran el mundo o ponen una cantina": Marrakech Salón

¡Ya reabran el Marra, queriiida!

Fotos por Irving Cabello.

Hace un par de años, unos jotos que se sentían de mucho mundo —pero sólo por ser más viejos que yo—, me preguntaron con aires de grandeza si todavía no visitaba el Marrakech Salón, una cantina como ninguna otra del centro del DF y que las locas ahí sí eran de atar. Su pregunta en realidad cándida me daba la pauta para cruzar la pierna, encender un cigarro que —aunque no he fumado nunca— me diera una pose teatral y decirles: "Pues yo iba al Marra desde que las dueñas te servían quesadillas a la par de la cubeta de cheves". Y es cierto: visité el Marra tres meses después de su apertura, era junio de 2007 y yo estaba de fiesta junto a otras locas que como yo comenzaban a escribir y participar en múltiples eventos de mantelito en la capital.

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Mi respuesta parecía dicha solamente para bufar, por presumir que conocía a los dueños (Juan Carlos Bautista y Víctor Jaramillo) del mismísimo Marrakech, mucho antes de que el bar entrara en el Top Ten de los sitios de ambiente de cierta revista de aerolínea, es decir: una cantina recomendada y que se consideraba en un área segura para turistear a pie, tanto para chilangos como para foráneos. Pero esto cambió hace un par de semanas, según las autoridades de la ciudad de México, pues clausuraron los templos LBGTTTI de la calle de República de Cuba, curiosa predicción a la muerte de Fidel Castro en noviembre de 2016, el dictador cubano. Los clausuraron sin decir "agua va". Doce lugares en los cuales trabajan más de 200 empleados, que ahora están sin una entrada económica estable y, tal parece que el asunto "se quedan así este fin de año y es posible que la pugna se alargue hasta febrero próximo". Lugares como el Río de la Plata que funciona desde los años 20, el Viene desde los años 50, cantinas de entrada libre, incluyentes y divertidas. Todas cerradas: lo podemos ver en las fotos de Irving Cabello.

Los bares de República de Cuba, previamente a las recientes clausuras, mantenían el estandarte del no-cover, la bandera del que todos pueden entrar, mirujear, tomarse algo o nada, y luego irse al bar de al lado, y entonces bailar, ligar, tomarse dos tequilas o media cerveza y vivir a lo loco lo efímero que es también lo más hermoso de México: su noche de ronda. En estos bares se vive la eterna noche de la interclase social que tanto aqueja la felicidad y la libertad de los seres humanos que nos ha dividido en complejos y distancias idiotas. En el Marrakech se podía acceder a la multiculturalidad, la diversidad, entrar y salir, riendo o llorando, o sin duda de que aquel que se te ha quedado mirando sus ojos eran para enamorarte, aunque sea por una noche, que para arrancarte la cartera o el corazón. ¿Andarse con cuidado? Por supuesto: pero eso lo sabemos todos los que habitamos este país.

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Tan cierto es esto que también durante el 2016 los mexicanos hemos vuelto a estar expuestos a una violencia del mismo nivel de horror vivido en el sexenio pasado. Quizá peor, aseguran algunas voces. Todo esto parece otra vuelta más a la espiral del horror, sin embargo quienes hemos estado concretamente más vulnerables y expuestos son las bio-mujeres, las mujeres trans, los travestis, los homosexuales, los bisexuales, las lesbianas, los intersexuales, los diferentes, los anormales, los cyborgs, los que hemos formado familias distintas a la regla cristiana y católica, y más. El 2016 es el año en el que el lado femenino ha sido punto de golpizas, matanzas y censuras. El lado femenino de cualquiera se ha visto cercenado en cada una de las noticias de asesinatos o desapariciones, muchas de ellas que desgraciadamente no obtendrán justicia.

Precisamente, para que este asunto de las clausuras y de los espacios públicos que son cooptados por nuestras autoridades quede en el olvido, platiqué con Víctor Jaramillo, uno de los socios de Marrakech Salón, quien me contó algunas historias de la calle República de Cuba.

VICE: ¿Cómo era la vida nocturna de República de Cuba antes que sirvieras como representante del Marrakech Salón?
Víctor: Juan y yo llegamos a vivir al centro en 1995, a la calle de San Ildefonso —que es la misma de Cuba pero al oriente—., Juan tenía la beca del FONCA y trabajaba en Difusión Cultural de la UNAM, y yo estudiaba la Universidad, también en la UNAM. Para salir a comer en el Centro había de dos sopas: los lugares caros o las garnachas hirvientes en pozos petroleros. Entonces se juntaron el hambre con las ganas de poner una fonda, y con una mano en la cintura montamos la fonda el Generalito, y a la par se acabó la beca FONCA, pero nació la Fonda para la Cultura en las Tardes, y entre el bistec apache y el rollo macumba (nuestros platos estrella) organizábamos expos y tertulias con los amigos. En una expo llegó Teresa Margolles y Santiago Sierra y nos sentimos mucho y muy acá. Teníamos la fonda muy arreglada, ya sabes que a uno le da ilusión todo eso. Ahora, cuando paso por esa zona del centro, siempre me encuentro a mis parroquianos y me saludan con mucho gusto. Hice una pila de amigos y hasta parezco líder de los ambulantes por esos rumbos, pues es pura saludadera y chisme, muy buenos recuerdos. Juan ahora me hace burla, pues siempre tenía al borde de la quiebra el changarro. Dice que la FAO debe darme una presea por alimentar a tanta gente con tan poco, tenía a muchos abonados anotados en el hielo. Pero aún así salió para poner otro changarro —era la época de Fox— y con Juan nos hicimos del Ántequera, un restaurante que funcionaba desde los años 50, y así nació el Generalito 2.

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El Centro no era lo que ahora es, sólo había dos restaurantes en Filomeno Mata. La música me vuelve loco desde muy chamaco, y cuando hay música agogo, cumbias psicodélicas y mambo sólo un repentino desmayo me puede parar. Por las tardes en la fonda empezaban a llegar los amigos, salían las chelas y la música, y más de dos locas juntas o redecoran el mundo o ponen una cantina. Entonces de ahí nos íbamos al Viena que me gusta mucho, del Oasis me corrieron por bailar yeye-yemayá (un ritmo que yo inventé) y azotarme en el piso en pleno show travesti, y la verdad me lo merecía, pues no era mi número. Las cantinas del centro siempre nos han gustado, no se parecen a ninguna otra, son relajadas y con mucha mezcla. Toda cantina del centro es en potencia un antro gay.

Juan tenía mucha ilusión de tener una cantina y unos 10 años antes del Marra ya había pintado los cuadros que algún día colgaría, en uno de ellos había tres hombres descamisados: moreno, rubio y apiñonado como los Reyes Magos pero con una gran erección por regalo. La que empezó la onda gay fue el Viena allá por los años 50, también más al oriente estaba el Famoso 42, con un show travesti que nunca vi —dice Wenceslao Bruciaga que parecía set de película de David Lynch—, junto estaba la Perla, donde en los 90 Miguel Calderón enloquecía a las protomodernas con su Intestino Grueso.

Pero la onda era el Viena y cuando no cabía nadie pues te pasabas al Oasis que era buga y no había nadie, entonces se pusieron las pilas y un día amaneció gay. Pero algo hacía falta, un lugar donde hicieras loqueritas, llevaras un antipeinado y combinaras rolas alocadamente; que usaras mandil con botas vaqueras, pero que no dejara de ser una cantina del centro, un lugar llevado por gays y no gay por accidente. Yo en la Zona Rosa no me hallo, soy fan de hacer el ridículo y estar siempre en situaciones tontas y eso en la Zona Rosa es ser marciano. Juan y yo somos muy curiosos y chismosos, hemos recorrido el Centro por todos sus rincones, todas las tardes salíamos a caminar e inventar cosas que al otro día se nos olvidaban, pero un día ¡eureka con K! había un lugar en renta en la calle de Cuba. A la semana teníamos las llaves, pero la licencia nos costó unos cuatro meses, y así llegaron las rolas alocadas y llegaron los antipeinados.

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¿En qué momento el Marrakech Salón pasó de ser un bar que incluso servía quesadillas a los clientes, al estallido de público de tal diversidad de preferencias, gustos y orientaciones sexuales que a la hora de la fiesta era lo menos importante?
Las quesadillas eran buenísimas, las teníamos pues nuestra primera licencia era bar con venta de alimentos, pero varios kilos después y cuando llegó la licencia de solo bar nos olvidamos de darle de pellizcos al sope. Me gusta provocar situaciones y me gusta la gente que es diferente, entonces cuando veía llegar a un parroquiano con onda, le alborotaba la loquera, le mandaba unos tragos de cortesía, al señor de los quesos le daba una cubeta de chelas y "súbase a bailar a la barra", y ahí lo tenías enseñando la trusa; al mayate le decía "anda baila y enseña los pelos" y así se armaba el ambiente. Antes en los bares de Cuba no dejaban entrar a las chicas trans o les hacían el feo, hasta a Regina Orozco la confundieron con su propio travesti y la sacaron del Oasis. A mí la mezcla me gusta en todo, ver al albañil besándose con el artista de moda, el cura, los estudiantes, la triple de Paquita la del Barrio, el fresa, el cineasta, las chavas bugas, los punks, los hippies, darks, reguetoneros, eso me encanta, pues también así son mis amigos y de todos tengo, pero en común tienen el mal de la loquerita.

¿Cómo vivieron ustedes el proceso de la desestigmatización de la zona centro que se consideraba turbulenta tanto para los chilangos como para los turistas, sin importar clase, orientación o preferencia sexual? ¿Cómo se vivió aquello desde detrás de la barra del bar?
Cuando llegamos en los 90 al Centro nos decían: "ay, qué peligroso, qué oscuro" pero yo vivía de chamaco en Neza, así es que más bien me dije, "ay qué fresita está por acá". Pasaron cosas (usaré una palabra que cae gorda) mágicas, pasó que había mucha banda gay que pensaba igual, no le gustaba la Zona Rosa, la pose y ser excluidos que excluyen. La gente se sintió cómoda, libre para llegar en pijama o peluca, de la oficina o la escuela. También nacimos en el 2007 junto con las redes sociales, y de pronto los mismos parroquianos armaban las fiestas en Twitter o en Facebook. Así convocábamos y se hizo una red, la gente empezó a llegar al bar y de pronto todos eran amigos. Carlos Monsiváis le dio un toque, la gente al verlo decía "aquí hay onda". Llegaban luchadores (sociales y de la Lucha Libre) y todo era un carnaval. También nacimos con el arribo de Marcelo Ebrard como alcalde, y había un aura de orgullo por la Ciudad, por caminarla, por salir en bici y creo que tenían una visión de la vida nocturna más amplia. Muchos empezaron a mirar al centro, a gozar de sus edificios y su vida nocturna única en la ciudad.

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¿Hay algún antecedente de una cadena masiva de clausuras a los bares de República de Cuba? ¿Qué nos puedes contar sobre esta zona que tengo entendido frecuentabas antes de que instalaran el Marrakech Salón?
Cállate, en 1995 la ciudad la gobernaba el PRI y había un delegado de la Cuauhténis también marido de Talina Fernández "La Dama del Buen Decir", que mandó clausurar un chorro de lugares gays, entre ellos el Taller, El Oasis, el Viena y una pila más. Y el muy sonso declaró a la prensa "no conozco la moral de Amsterdam, pero sí la de la Cuauhtémoc y la voy a defender" y en nombre de las buenas costumbres cerró esos lugares, con el argumento de la época: "la decencia". Y pues con unos amigos de meñique alzado y mirada lánguida alzamos las cejas y nos lanzamos a la acción: el delegado también era del club de la pluma del ganso (es decir escritor), presentaba su libro en Bellas Artes a los pocos días, y muy educados y atildados nos dejamos caer con los amigos a la sala Manuel M. Ponce. Los ponentes derramaron un torrente de elogios y el respetable aplaudió ganoso por los generosos canapés, y ahí aparecimos en escena con pancartas y coros, y haciendo chunga y mofa de sus declaraciones en la prensa por la clausura de los bares. Nos rodearon sendos guaruras y a un amigo lo empezaron a manojear, pero llegó Monsi en defensa del zarandeado y gracias a su intervención, no pasamos la noche en las mazmorras entregándonos a los presos.

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¿Qué fue lo que sucedió en este "bloqueo a la Cuba capitalina", como he escuchado que ironizan? ¿Recibieron aviso sobre una clausura? ¿Hubo quejas de la clientela ante el trato de la fuerza pública? ¿Qué irregularidades hubo?
Fue muy irregular, apenas hace medio año también estábamos clausurados, y para poder reabrir tienes que estar al cien porcienta, el Bar Cuba Libre apenas tenía dos meses de reabrir. La autoridad te visita para darte el visto bueno y luego te sale con que ya no. La verificación del Marra fue a las 8:30 de la noche y a esa hora estamos bien tranquilos, hasta los meseros bailan cumbia y ensayan sus pasos cachetones. Había poca gente pero nos cerraron según por tener clientes de más. Llegaron con la consigna de cerrar y punto, ni nos dieron tiempo de mostrar las licencias, y las tenemos todas, justo la ambiental nos llegó un par de días antes. Hubo un trato muy rudo y lleno de absurdos, todo fue muy rápido. Lo curioso es que nuestro aforo permitido y emitido por la misma autoridad, es mayor al registrado el día de la suspensión de actividades.

¿Qué pierde la vida nocturna de la ciudad de México estando una calle entera que concentraba a cientos de ciudadanos y turistas por noche?
Hay dos áreas principales de encuentro para la población gay de la Ciudad de México, La Zona Rosa y la Calle de Cuba. Las dos son muy distintas, en la calle de Cuba todos los lugares son de entrada libre, y los parroquianos hacen la visita de las siete casas: empiezan por el Río de la Plata, las Pecosas y Cuba Libre y así se van pasando a los demás, y a las tres de la mañana ya debemos estar todos cerrados. Atendemos a una población joven, popular que en su mayoría usa el transporte público, que se divierte en lugares legales y que queremos estar bien y mejorar. La calle de Cuba es diversa, incluyente, alegre y relajada, con personalidad propia, ningún lugar es genérico, hay sentido del humor y de pertenecia. Aquí vienen los gays desde los 18 años hasta los más ruquitos. En la Zona Rosa los gays mayores no existen, se vuelven invisibles, y aquí en la calle de Cuba, el Viena y el Oasis intercambian las dentaduras con singular alegría. En la Purísima se voguea con cumbias exquisitamente mezcladas, y en el Marra te encuentras a tus amigos bugas joteando de lo lindo. Hay un sesgo clasista, un rayo gentrificador con un toque de homofobia, no se me hace casualidad que la mayoría de los clausuras sea a bares gay. El gobierno de la ciudad de México nos orilla a escoger entre dos sopas: o la ilegalidad o ser excluyentes: pero ninguno de esos será el Marra.

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¿En qué momento creyeron necesario que hubiera un Marra 2.0? ¿Y cómo escogieron ese concepto?
El Marra 2.0 era el Generalito 2, el lugar tiene una licencia desde 1955, la renovamos para ser bar pero no la usábamos. En la calle de Filomeno Mata antes casi ni pasaba gente, pero aquello cambió con la remodelación del centro. Cambió mucho la calle y también nosotros, ya habían quedado atrás mis lejanas primaveras, ahora a mí me gusta estar más en una mesa de un bar y poder platicar con mis amigos. Así nació el Marra 2.0, la gente lo empezó a nombrar así, y así se quedó, nosotros le habíamos puesto Marra-lonche en honor a las antiguas loncherías. Ha nacido en la Ciudad de México una comunidad Trans muy vital, y el Marra 2.0 es uno de sus centros.

¿Qué podrías decirnos sobre este 2016 que pese a que no ha terminado está marcado por la violencia contra las mujeres (en distintos planos de la vida diaria tanto en los videos personales que se vuelven virales como en las noticias de feminicidios no sólo en México sino en el mundo entero), así como los múltiples casos de transfobia que van de la injuria al asesinato de trans que ejercen el trabajo sexual? ¿Hay un patrón que ha ido enloqueciendo de pronto o es que hasta ahora los medios como las redes sociales han puesto atención?
Los cierres de los bares ha dejado algo positivo, y es conocer a mis vecinos (la mayoría de los dueños de bares también son vecinos de Cuba) y son gente bien padre, de trabajo, gente honrada. Me hacen sentirme orgulloso de que tengamos lugares para todos, con trans, gays, bi, lesbianas, heterosexuales, cuirs y todo lo que surja en la semana. Me da temor que la ciudad pierda su vitalidad, que pase lo que sucedió en Monterrey con el Barrio Antiguo, que el narco y la violencia acaben con la vida nocturna, y encima de la atmósfera de violencia, la autoridad te trate como enemigo. Los bares de Cuba aportan originalidad, diversidad e inclusión, empleos y alegría a la ciudad. Las mujeres hetero gustan mucho de los bares gays, aquí no son acosadas, o no como en otros lugares. No nos podemos llamar una ciudad amigable con la comunidad gay y no tener diversidad de lugares. La fiesta de la calle de Cuba no se mudó a ninguna colonia rica o pobre de la ciudad. La fiesta en la calle de Cuba era un lindo experimento democrático, ojalá que no sea un recuerdo ante el horror y la violencia que nos acecha.

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¿Cómo nació la idea de regalar calendarios al final del año a la clientela?
La barra es el corazón del Marrakech, y ahí siempre alborotamos a la gente para que se suba y baile. En un principio hacíamos todos los jueves un concurso, los chavos se subían, enseñaban calzón y pelos y medio desayuno (es decir un huevito) y el público decidía quién ganaba. Se le regalaban cubetas de chela a los participantes, cartones a las menciones honoríficas y 3 mil pesos al ganador. Los parroquianos enloquecían con el concurso. Empezaron a decir que ya se "juntaran ganadores para hacer un calendario", y así nació. Todo se realiza con los clientes: Noel Cruz es el fotógrafo, Gamaliel Islas hace el mínimo vestuario, al artista plástico Valerio Gámez la dirección de arte, Alex Caraza, que trabaja en cine, fue el maquillista del primer calendario. Y así hecho a mano y por todos nosotros: el Calendario Marra es gratuito, con chavos del mundo real. Lo anunciamos: "lleve su calentario para su taller mecánico o tortillería de ambiente". Pero este año estamos cerrados.

CANTAS DE MARRAKECH, EL LIBRO DE POEMAS

Los lugares de ambiente como El Río de la Plata, Las Pecosas, La Purísima, Cuba Libre, el Viena, el Oasis, o el mismo Marrakech Salón. Recuerdo que una de las pocas veces que vi a Carlos Monsiváis lejos del reflector literario fue en el Oasis, entre en un montón de viejos canosos como él, y que visto así no distaba nada del ambiente de mesita de mantel verde, micrófonos mal calibrados y botellitas de agua. Era una escena idéntica de escritores excepto porque esta vez el grupo de viejillos estaba siendo azotado por luces multicolores, y chocaban entre sí sus vasos de tubo repletos de bebidas fosforescentes, rodeados de muchachillos a los que yo encontraba parecido con los franeleros o diableros de las pulgas regiomontanas en donde crecí por los negocios de mi familia hasta que decidí escribir. Por eso mismo ahora estoy aquí hablándoles, para evitar que la cara me la carcoma la vergüenza y el silencio de lo que perdemos como pueblo ante la clausura generalizada en la calle de Cuba.

En 2004 conocí a Juan Carlos Bautista que siempre estaba detrás de la caja del Generalito 2, mejor conocido ahora como el Marra 2.0., en la calle de Filomeno Mata, y que siempre dejaba su puesto para platicar con la clientela. Sergio Loo me llevó a conocerlo para que me autografiara una copia de Bestial (2003). Juan Carlos había escrito el Cantar del Marrakech, un libro que se había vuelto inconseguible, editado primero en Tierra Adentro en 1993 pero que en ese justo momento la ex Conaculta lo había vuelto a editar en la colección La Centena. El libro evoca otro Marrakech, uno que vivió el mismo autor en su juventud y en el que vivió el arrebato a tal grado que la carne se hizo poema, y muchos años después junto a Víctor levantaron un Marrakech propio, que a su vez es nuestro. Cantar del Marrakech acaba de ser editado en España por Frac de medusas y tuve el honor de que Juan Carlos me pidiera escribir un postfacio para el público español.

Esta columna se llama Gracias por su preferencia sexual justamente por el Marrakech Salón, por esa maravillosa puerta de dos hojas que ostenta un orgullo más poderoso que cualquier censura del gobierno, la iglesia o la moralina, y gracias a que Víctor y Juan Carlos me dejan utilizarla como trinchera. A continuación, con permiso de Juan Carlos Bautista, reproducimos un fragmento del Cantar del Marrakech.

¡Ya reabran el Marra, queriiida!

@OscarDavidLopez