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Meeting of Styles

Grafiteros nos cuentan su peor experiencia con la policía

En marco del Meeting of Styles, cogimos a unos cuantos para que compartieran con nosotros una anécdota memorable con los tombos.
Todas las fotos: Mateo Rueda | VICE Colombia

Una Bogotá lluviosa recibió a más de 50 artistas urbanos de diferentes nacionalidades, quienes tienen por intención apropiarse de un pedazo de muro en el parque ubicado en la calle 72 con carrera 24 y dejar que las pinturas hablen por ellos. Obras que, aunque temporales, están cargadas de significado.

El grafiti no perdura. Esa es su esencia. Un grafiti está hecho para ser borrado, pese a que el método en algunos casos (el costo de las pinturas, el cuidado, las horas de trabajo) dicte otra cosa: los elementos para edificarlo son los contrarios a la causa misma. Es poesía pura: una ironía que adorna las grandes ciudades.

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La policía, además, pone su cuota para que esto sea así: en un afán de homogeneizar la ciudad, muchas veces los agentes persiguen a quienes le pintan las paredes. Esto es historia vieja. Historia patria, incluso: no hace falta recordar casos trágicos para que sepamos que así ha sido.

Los artistas en esta ocasión de noviembre pintan, la poca luz natural se esconde a sus espaldas, un CAI, el del parque, se levanta apasible al lado de ellos: hoy tienen permiso, un pedazo de muro cada uno. El Meeting of Styles, que se precia de ser el evento de grafiti más importante del mundo, los reunió aquí para que hicieran sus muestras durante dos días en los que, parece, no dejará de llover nunca.

Por todo esto, escogimos a algunos para que nos dijeran la peor experiencia que han tenido con los tombos. Esto nos dijeron.

Enter 217, México

Creo que fue de las primeras. Estaba pintando con unos colegas cerca de mi casa… Estaba bastante joven, ¿sabes? Estábamos pintando un lugar abandonado y llegó una redada, y pues éramos como 15 personas pintando ahí. Yo, la verdad es que corro bastante rápido, entonces, pues, de alguna manera fui el último en empezar a correr y el primero en salir, pero a mis amigos si los agarraron y los golpearon y ya después nos reunimos.

Otra. Este año estaba en México, en Guadalajara pintando trenes, terminamos todo bien. Quedaban dos minutos más para que terminara mi pieza y salieron unas personas de atrás y nos tocó irnos. Por la mañana regresamos a tomar una foto y nos agarraron. Y, pues, ahí hablando un poco y todo, pero esa vez si la vi solo negra, porque se me quedó mi libro de bocetos la noche anterior y el policía lo agarró, entonces, pues ahí tenía las cosas pintadas y tocó hablar. Pero mi mayor miedo es que pintar trenes es delito federal. Y mi amigo era español, podían deportarlo.

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Kno Delix

Mi peor experiencia fue con la limpieza social. Yo soy de Ciudad Bolívar, del sur de Bogotá, en la periferia, como ustedes saben, a veces se hace limpieza. Había un muro que yo pintaba en el barrio, el barrio se llama San Francisco, y yo siempre le hacía algo al muro, y preciso ya cuando iba a hacer algo más grande, le pedí a un amigo que me llamara si aparecía la policía. Efectivamente, sonó una moto de policía, que tiene un sonido peculiar, la escuché, pero no eran policías: casco negro, pinta negra. Una moto de policía, pero civil. Y se bajaron y los dos me cogieron con pistolas nueve milímetros y me apuntaron. Yo creía que me iban a matar ahí en el muro. Me trataron mal: "chino hijueputa, vaya pa su casa". Me pintaron las manos, me pintaron la ropa y se fueron. Me quitaron la pintura.

Skore

Una vez me puse grosero con ellos, no aceptaba los cargos, y el man para poderse poner encima de las cosas me puso como cosas falsas, como que llevaba marihuana, armas blancas, me detuvieron y tuve que estar en la cárcel de menores tres días, por culpa del poder. Solo estaba pintando en el caño al lado de un colegio. Fue la primera vez que lo hacía, la peor experiencia, pero la que me enganchó a no dejar de hacerlo.

El Pez, Barcelona

La peor: los mozos de escuadra nos cogieron una vez pintando al lado de una cárcel, en Barcelona. Y lo que iba a ser la peor experiencia se convirtió en una graciosa. Los mozos, como todos sabéis, apoyan a Cataluña, entonces nosotros decíamos que estábamos haciendo unas pintadas en contra del gobierno de España, en contra de José María Aznar, que era el gobernante en ese momento. Ellos acababan de llegar, era como gente que venía de las afueras, y no les pareció tan mal lo que estábamos haciendo, nos quitó las latas, mi amigo guardó dos y seguimos pintando toda la noche.

Ark

Veníamos de una pintada en el centro. Éramos como cuatro, y el año era el 2007. Ahí en el centro comercial San Martín, a un amigo se le dio por hacer un tag. Yo alisté la cámara para que él lo hiciera. Y entonces empezó a hacerlo, y yo a tomarle fotos, cargando también la pintura. Y de repente llegó el guardia, y ya estaba lleno de tags, y el tipo llegó muy agresivo y le empecé a tomar fotos. El tipo sacó la cacha del arma y me la puso en la cara y me abrió la ceja una gonorrea. Inmediatamente del golpe, me empezó a salir sangre. Y yo le tomé fotos, como disparando, pero fotos, tratando de agarrar. El tipo se metió en un edificio. La foto no fue suficiente prueba, pero como que dejó de ir a trabajar. A mí me jodió la ceja, pero con un centímetro más, me jode el ojo. Uno puede presentar la queja, pero los policías no hacen nada. Eso de desconfiar de la gente era muy bien recibido. Así se efectuaba la ley. Resultó que el tipo era un desmovilizado de los paramilitares. Tenían ese tipo de reacciones, estaban acostumbrados a eso.

FCO

Una vez estábamos con un amigo en la Carrera 30, por unas bodegas abandonadas que eran de Bavaria, y ahora son unos cristianos o de la Policía, no sé. Y nos subimos a hacer algo, los celadores nos vieron, empezó a llover y no quisimos bajarnos, sino quedarnos arriba. Nos encaletamos en una cajita de metal que había allá arriba y, de repente, llovía un montón. Los celadores llamaron a la policía. Subieron una escalera los policías y nos llegaron allá. Cuando nos vimos atrapados pues bajamos, nos mojamos un montón, nos llevaron en la patrulla, pero nos dejó ir. Les dijimos que estábamos transformando el espacio y nos dejaron ir, todo bien.