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Género

Que te quede claro, UPB: nos vestimos de falda

"Ya que la universidad se refirió a la comodidad como excusa para hablar de nuestro vestuario, existen situaciones más incómodas que distraer a los hombres con la ropa que llevamos puesta".

A comienzos de esta semana, en un pasillo de la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín, un chico fue grabado agarrando a una estudiante y levantándole la falda a la fuerza. Con aparente intención de ridiculizarla, el estudiante le sostuvo la prenda arriba por un momento y al soltarla, por la presión ejercida en defensa, ella cayó al suelo.

El video fue montado en las redes sociales de Asobuitres UPB (@asobuitresupb_oficial), una cuenta que comparte memes relacionados con la universidad. La publicación generó tal indignación por parte de los seguidores, estudiantes y personas externas a la institución, que la página eliminó el video. Sin embargo, muchos pudieron guardar la constancia de este: el rechazo hacia el video tenía razones indiscutibles.

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Coincidencialmente, por estos mismos días, la Universidad compartió a través del correo institucional varios artículos de interés común en el que incluyeron uno que titulaba ‘Cómo vestirse para ir a la U’. En él daban tips de comodidad, presentación personal y combinación de acuerdo al clima y al lugar. Aunque varios de ellos eran extensivos tanto para hombres como para mujeres, muchos puntos fueron dirigidos específicamente a nosotras, tales como sugerir evitar usar prendas ajustadas, vestidos, shorts, faldas y escotes profundos, con la excusa de que podrían distraer la atención de compañeros de clase y profesores.

La reacción de los estudiantes fue inmediata en redes sociales. Con hashtags como #UPBYoDecidoComoVestirme y #UPBEnFalda, tanto mujeres como hombres hicieron visible su inconformidad: ¿cómo era posible que en pleno 2018, con todas las discusiones actuales sobre acoso universitario y problemas de equidad de género en las universidades colombianas, la UPB estuviera metiéndose con nuestra manera de vestirnos? No conformes con el hashtag, muchos estudiantes hicieron un llamado a protestar en contra de esta publicación, yéndose a la universidad con las prendas que esta misma sugería no utilizar. El apoyo fue total. Las faldas inundaron la UPB, y las usaron tanto mujeres como hombres.

Pero no hay que ser mujer ni estudiante de la UPB para darse cuenta de que el problema no está en el cuerpo femenino, ni en la manera en la que lo vestimos. Aprendimos qué es ser mujer por cómo ellos lo han definido. La concepción de feminidad es una invención masculina que se nos ha impuesto porque así adquirimos sentido y reconocimiento para ellos y, en consecuencia por lenguaje, para nosotras.

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"No hay que ser mujer ni estudiante de la UPB para darse cuenta de que el problema no está en el cuerpo femenino, ni en la manera en la que lo vestimos"

Históricamente hemos construido nuestra identidad a partir de una relación de dominio, donde las dominadas hemos sido nosotras. Estaba prohibido definirnos por nuestra cuenta y conocer nuestros cuerpos. Si nos reafirmábamos y nos aprobabámos a través de algo diferente a ellos, transgredíamos las reglas y éramos sometidas a vergüenzas y culpas. Sobre nuestro cuerpo y nuestras libertades se sigue ejerciendo esa opresión.

Ahora, después de luchar por poder usar jeans sueltos y cómodos y subirle el ruedo a las faldas, la Universidad decide recordarnos que el cuerpo femenino sigue siendo un campo de batalla, una lucha de poderes donde ellos creen que siguen ganando. Y que nuestra libertad atenta contra la integridad viril del hombre hoy, porque no pretendemos ser aprobadas sino que buscamos el sí en nosotras. Entonces deciden que es mejor taparnos el cuerpo, antes que admitir que las aulas de la UPB son espacios amenazaste para las estudiantes, y que sus cuerpos siguen siendo instrumentos de cosificación y opresión, algo que afecta totalmente el desarrollo académico. Señores de la Pontificia Universidad Bolivariana: ¿es preferible decir que nuestra ropa distrae a profesores y estudiantes antes que darse cuenta del problema de machismo galopante que tienen dentro de sus aulas?

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La Universidad eliminó el artículo de su página web y publicó dos comunicados escuetos en los que se disculpó “si en algún momento el texto afectó a alguien por la interpretación que se le diera”. Además, explicó que este solo estaba direccionado a dar sugerencias, sobre todo para los estudiantes nuevos, sin condicionarlos a usar algún código de vestuario. Una respuesta ambigua que prolonga los cuestionamientos. Según la institución, la niña grabada asegura que los estudiantes implicados son sus amigos y estaban jugando. Pero en el vídeo ella se muestra sorprendida por el hecho y cae fuertemente, mostrándose indefensa. El rector de la Universidad, Pbro. Julio Jairo Ceballos Sepúlveda, afirmó esta mañana en la W que el hecho está en investigación, refiriéndose al video.

Pero la Universidad, más allá de aclarar el artículo, debió esclarecer qué se hizo ante la situación y sensibilizar a los estudiantes sobre el tema, generar conciencia y respeto, no desde el vestuario, sino desde las actitudes de acoso que se viven tanto dentro como fuera de la institución.

No es una tema exclusivo de la UPB. Por fuera de cualquier institución somos vulnerables a situaciones que atentan contra nuestra integridad física y psicológica. Este hecho requiere una importancia especial para hablar con los estudiantes, nuevos ciudadanos. Hasta el momento no hay un plan para la seguridad frente a situaciones de acoso dentro de las instalaciones de la UPB, ni este evento fue suficiente para crearlo, entonces me pregunto: ¿por qué sí hay lugar para sugerencias de vestuario y no hay lugar para sugerencias de comportamiento y respeto?

Y ya que la universidad se refirió a la comodidad como excusa para hablar de nuestro vestuario, me gustaría recordarle a las directivas que para estudiar hay situaciones más incómodas que distraer a los hombres con la ropa que llevamos puesta, como no tener ventilación en muchos salones donde el calor es infernal y no poder abrir las ventanas porque están malas, encontrar los video beams y los computadores dañados, tener dificultad para trabajar porque el wifi es perverso y hasta ver algunos techos corroídos a punto de despedazarse. Si quieren empezar a procurar nuestra comodidad en la institución, comiencen por eso.