Un festival en el bosque. Os recomendamos a nuestros favoritos de este Vida

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El festival Vida se parece bastante a un paraíso en la tierra. Un pequeño bosque a un par de kilómetros de la playa y un cartel escogido en consecuencia, lleno de pop soleado, cantautores marcianos y alguno de los grupos de nuestra vida. Si hablo en estos términos es porque siempre ha sido fácil querer al festival, ya desde su experiencia previa, el Faraday, un festival organizado en colectivo por un grupo de amigos cada vez más grande, donde los habituales del festival acababan echando un cable a la organización por puro amor al festival, y los grupos grandes reducían sus cachés a bastante más de la mitad para poder disfrutarlo. Si a eso sumamos varias dianas con grupos entonces desconocidos –allí vimos a los Horrors mucho antes de petarlo, por ejemplo-, ya podemos ver de dónde viene la cosa.

El Vida ya era otro festival, más grande y profesional, pero la historia es la misma. Hacer un festival donde el público se sienta tan cómodo como el artista, donde dé gusto estar y con un cartel donde puedes ver que hay el gusto de alguien detrás. Y lo mejor de todo, esta tercera edición parece que han solucionado alguna de sus carencias más sangrantes, la falta de artistas de baile, con la inclusión de nombres como Lindstrøm, !!! o Delorean. Se avecina un gran fin de semana. Aquí os hacemos algunas recomendaciones:

De acuerdo que el último disco de Wilco no es precisamente lo mejor que han hecho, de acuerdo que su nombre pueda provocar un deja vu extraño, de acuerdo incluso con que

alguien

pueda tirarse de los pelos pensando que narices nos pasa. Pensad lo que os dé la gana, pero recordad que Wilco escribieron "I must be high", "Sunken treasure", "Misunderstood", "She's a jar", "A shot in the arm", "She's a jar", "Jesus, etc", "I am trying to break your heart", "Impossible Germany" y un larguísimo etcétera de canciones increíbles que sonaban a la vez clásicas y de su propio tiempo, que en directo siempre sonaron alucinantes y que verles entre los árboles puede que sea la mejor experiencia musical que vayamos a vivir este verano.

Un concierto de Emilio José es como un viaje en el tiempo por etapas, pasando del free-jazz a la tropicalia al hip hop más chalado, todo regado con diálogos absurdos, ironía ácrata, y una libertad que no veíamos desde hace décadas en un músico de aquí. En las presentaciones de "Agricultura libre" se ha bailado, se ha reído y debería decir que se ha llorado, pero es que no se ha llorado nada. Todo el mundo pedía más. Y el dio más. Tenemos muchas ganas de ver cómo funciona en un contexto más cerrado de festival.

Ultimate Painting son Jack y James de Mazes y Veronica Falls haciendo pop soleado como si hubiesen nacido en California, y hubiesen heredado no se sabe cómo algo del nervio del mejor kiwi pop. Country eléctrico con aliento de pop rápido, como si estuviesen a punto de ponerse a tocar "Range Life" o a grabar un disco entero de The Tyde. Es casi absurdo lo bueno que es "Green lanes", su último disco hasta la fecha, y habiendo visto a los Mazes y Veronica Falls en un par de ocasiones este directo solo augura excelencia.

Recuerdo ver a Joe Crepúsculo en Vilanova. Era un Faraday a altas horas. La gente bailó tan fuerte que apenas podía verse más que una nube por culpa de la arena que se levantaba. Vi a gente saliendo disparada y levantándose con una sonrisa de oreja a oreja, vi a adultos perder la voz en diez minutos y la litrona de Joe Crepúsculo ondeando victoriosa entre canción y canción. Joe Crepúsculo es siempre el mejor concierto para un festival. Es infalible. Siempre lo fue, haga bakalao-pop como en "Supercrepus" o la techno-rumba de "Nuevos ministerios": ¡Ningún festival sin su concierto de Joe Crepúsculo!

Rodrigo Amarante forma parte de la realeza de la música brasileña desde hace más de una década. Ha tocado con Gilberto Gil o Tom Zé, pero también ha coqueteado con Devendra Banhart o Adam Green, incluso formó parte de Little Joy Con Fabrizio Moretti (Strokes) y Binky Saphiro. Más allá de los nombres, sus discos son joyas que funcionan parecido a como lo hacía algunos de sus padres artísticos. Como los maestros tropicalistas, consigue que su música suene local y universal, con elementos de la tradición brasileña llevados al año que le tocó vivir. El es, probablemente, el artista perfecto para tocar en un festival como el Vida.

Más información en la web del Vida.