Veinte años después, "Drinking in LA" sigue siendo un GRAN himno existencial para huevones

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Música

Veinte años después, "Drinking in LA" sigue siendo un GRAN himno existencial para huevones

El tema más famoso de Bran Van 3000 es tan pinche borracho que literalmente alguien grita: "¡CERVEZA!" en el segundo coro.
Emma Garland
London, GB

Hay apenas un puñado de cosas que recuerdo de los siete años que fui a clases de natación cuando era niña, y absolutamente ninguna de ellas implica estar en el agua. Recuerdo apretar los botones frenéticamente de la máquina expendedora para asegurar una bolsa de papitas después de cada clase. Recuerdo comer las papas en el coche de mi papá, la sal mezclada con el olor a cloro en mi pelo húmedo, limpiar la grasa de las migajas en mis tenis Adidas. Y recuerdo una canción sonando a todo volumen con mayor frecuencia que otras, a través de las bocinas del centro de recreación al que iba a tomar mis clases: "Drinking in LA" de Bran Van 3000.

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Históricamente conocido como el primer hit internacional de Bran Van 3000 y más coloquialmente conocida como una de las canciones para echar el bajón más grandes de todos los tiempos, "Drinking in LA" es un himno pacheco para huevones que se ha negado a morir en los 20 años de vida que tiene ¿Por qué una eufórica oda al tedio de los veinteañeros hecha por un grupo que tomó su nombre de un vodka sueco de mala calidad, resonó con una chavita de ocho años de edad? O es sombríamente profética o es un simple testimonio de la repercusión universal de sus tres primeros acordes. Pues sobre todo es ese loop – esas tres notas descendentes, más el estribillo de "What the hell am I doing drinking in LA at 26?" – la piedra angular de un clásico que, si no fuera por esa combinación de acordes y coro, hubiera sido perfectamente inaccesible.

Desde el verso con el que comienza el tema: "Hi, my name is stereo Mike" y otras abstracciones bobas en la intro, hasta las observadoras y vagas letras plagadas de chistes locales, "Drinking in LA" es una canción muy pinche rara. Tendiendo un puente sonoro entre trip-hop y lo-fi indie, como una especie de primo fachoso de Sneaker Pimps, esta rola llegó justo cuando la etiqueta "rock alternativo" podía significar cualquier cosa, como explicó Greg Bouchard en su reseña retroactiva sobre el disco debut de Bran Van, Glee: "desde electronica hasta Metallica el término rock alternativo podía significar cualquier cosa, y junto a artistas como Len, Beck, Soul Coughing, y Primitive Radio Gods, Bran Van 3000 encarnó la crisis de identidad a principios del milenio".

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En teoría, "Drinking in LA" es un potencial coro de Underworld encima de un riff de guitarra que suena como yo aprendiendo a tocar covers de Nirvana en un amplificador de segunda mano y aunado a un montón de proto-raps que hablan sobre literalmente nada y que fueron grabados para sonar como alguien hablando por teléfono. Sin la voz de Stéphane Moraille imprimiendo un sentido de urgencia y profesionalismo, el track sonaría como algo hubiera compuesto Linkin Park en el Mario Paint de Super NES. Pero es exactamente esa matiz de materia no refinada que hace a "Drinking in LA" una rola tan perfecta. No estamos ante un banger meticulosamente elaborado y diseñado para llenar pistas de baile o servir como puente entre diferentes canciones. Más bien "Drinking in LA" es un momento de lucidez que logra capturar una sensación realmente abstracta de una manera muy específica, y es casi imposible fabricar algo así intencionalmente.

"Drinking in LA" eres tú en el tercer semestre de la peda. Es el sonido de botellas vacías tintineando en la basura mientras te tambaleas al salir del antro con la luz del sol dándote los buenos días. Es esa colección de apáticos chicos "rudos" que se quedan en la peda hasta después de las 10: 00 AM, hablando pendejada y media mientras inhalan más rayas. Es todas y cada una de las retrospectivas de ojo Remi sobre los raves y ser raver en los años 90; todos y cada uno de los estereotipos del estudiante universitario que "no hace nada" que ha habido a lo largo de los siglos; y todos y cada uno de los bajones como algodón acolchonado que ha habido también en la historia del mundo; todo esto y más, enrolado en una sola pieza sonora didáctica. Durante el segundo coro literalmente alguien grita "¡CERVEZA!" – así de borracho es este hit imperecedero. Y para dejar constancia de su compromiso con la peda, el video es un collage lúdicamente obvio de imágenes como en ácido de banda tomando chelas, cambiando equipo y simplemente pasando un rato agradable ataviados con sus overoles y vestidos de noche. Es como la peli esa de Hackers pero si se hubiera tratado de gente común que no es particularmente buena para nada.

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Ahora, eso no hace que el track sea insípido o nihilista. Con todo y su postura color de rosa sobre fumar mota, "Drinking in LA" es menos sobre la fiesta como tal y más sobre ese momento de la noche en el que empieza el camino hacia la sobriedad y entonces reflexionas sobre donde estás, lo que has hecho y todas esas decisiones de vida que tuviste que tomar para vivir ese momento exacto. Como la letra misma lo relata, originalmente el co-fundador de la banda James Di Salvio era un director de cine viviendo en Los Ángeles y tratando de escribir un guión (¡ay aja!), pero pasó mucho más tiempo en las discos y haciéndola de DJ por lo que más bien terminó haciendo lo que sería su primer disco, Glee. "Es como dejar de estar enamorado de un medio de expresión para enamorarte del que sigue", le dijo a VH1 en su momento. "Cuando le impones a tu vida tienes que hacer las cosas por tu ego, tienes que lograr tanto a una cierta edad pero quieres hacer otra cosa y entonces tienes que dar ese paso al vacío y hacerlo".

El resultado es una canción en la que flota nuestro narrador a través de un paisaje de Los Angeles vívidamente pintado de chicas malas, hombres enojados y gente haciendo plata – y todos ellos se ríen de él, lo intentan golpear o son súper desagradables. Bajo cualquier parámetro, el estado de ánimo debería ser agresivo o deprimente, pero en su lugar es relajado y cómodo, como tomar gin tonic en el camión a casa mientras el mundo a tu alrededor se derrumba. "Drinking in LA" es la entrada en un diario de alguien que sabe exactamente donde quiere estar, pero no tiene ninguna prisa por llegar. Consciente de, pero no afectado por, las presiones internas y externas de una ciudad llena de prejuicios y una industria llena de rechazo, nuestro narrador barre la circunstancia a su alrededor y dice, sin culpas: "Lo haré mañana".

La realidad, por supuesto, es que "Drinking in LA" no estaba en alta rotación cuando iba a clases de natación. Probablemente sólo se escuchó un puñado de veces a través de varios años entre miles de otras canciones, pero por alguna razón es la que ha sobrevivido en mi memoria. El matizado balance entre ambición y ambivalencia no era algo que hubiera descomprimido a la edad de ocho, mientras me zambullía en una alberca  y soñaba con bolsas de papitas. Pero sin importar que sea una asociación que sucedió más adelante en mi consciencia o se formó en retrospectiva, la canción me recuerda consistentemente al agua – la sensación de sumergirme en un gran cuerpo de agua y flotar, pensando en cosas pero con la conciencia de que no puedes hacer nada al respecto porque, justo, estás en una alberca. Es similar a esa desagradable sensación de comenzar a sentir que ya no estás pedo, mientras sostienes un bote con cerveza caliente en la mano, sentado en un asqueroso sofá en la casa de tu amigo. Sabes que en algún momento tienes que ir a casa y arreglar tu vida – salir de la alberca, por así decirlo. Pero cuando son las 7:00 AM y esa sensación ni siquiera la sientes en las encías, entonces no hay mucho que decir más que "fuck it" y llevarlo hasta sus últimas consecuencias.

(Todas las imágenes vía YouTube)