Salud

La vida sin papel higiénico es mucho mejor

Una vez que domines la técnica, te vas a arrepentir de no haberlo hecho mucho antes
mujer sosteniendo botella de agua

Una de las cosas más alarmantes que hemos visto estas últimas semanas es la obsesión apocalíptica con el papel higiénico. A pesar de que los expertos aseguran que hay de sobra, la gente se empeña en llenar sus carritos con rollos de doble capa.

Este tipo de miedo infundado que a veces asoma entre la gente, como los payasos espeluznantes, las sectas satánicas e incluso las teorías del fin del mundo, dice mucho de la sociedad. ¿Pero qué podemos decir del SAPH (síndrome de ansiedad del papel higiénico)?

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Este es un tema que me concierne mucho porque hace unos años, cuando viajaba por el mundo, solía tener el mismo miedo. Durante mucho tiempo viajaba con mi propio rollo de papel porque tenía miedo —más bien pánico— de acabar en un lugar donde no hubiera.

He estado muchos sitios así: África Oriental y Occidental, el Sudeste Asiático y el Caribe. Lo único que había era una manguera, un lavabo, una botella o una jarra junto al retrete. Pero yo desconocía el protocolo, la logística y el decoro que requería. Viví en Italia un año entero de intercambio con un bidé en mi habitación pensando que era una especia de lavabo raro.

Primero, hagamos un ejercicio: si estás caminando descalzo por el campo y de repente notas que pisas una desagradable caquita de perro que se escurre entre los dedos de los pies, ¿cómo reaccionarías? ¿Pensarías, “¡Dios! Ahora tengo que encontrar papel higiénico para limpiarlo”?

No. Buscarías la manguera o lavabo más cercanos, jabón y te frotarías el pie con las manos.

Lo cual nos viene a decir que el papel higiénico no es el mejor sistema.

Dicho de otro modo: en realidad no necesitas papel higiénico.

No está mal, pero lo seres humanos llevamos sin él al menos 70 000 años (creo que lo leí en Sapiens), o más. Ha sido recientemente cuando algunos países han comenzado a depender de estos rollos inmaculados.

¿Qué usaban antes? ¿Qué utilizan ahora miles de millones de personas? ¿Y qué deberíamos usar nosotros?

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Agua.

Y una mano.

Ya lo he dicho. Nadie habla de ello, pero deberían. Salvaríamos muchísimos árboles y ahorraríamos una cantidad de agua impresionante, además de miles de horas de preocupación.

Limpiarse de esta manera no es difícil. La técnica es simple. Es la barrera mental y cultural la que impide hacerlo. ¿Pero qué te espera al otro lado? Un trasero como los chorros del oro.

Dependiendo del agua que tengas a tu disposición, se puede hacer de varias formas.

En Japón, tienen retretes sofisticados que echan agua en todas las direcciones y a todas las temperaturas.

En muchas partes de Europa utilizan bidés.

En Tailandia tienen aerosoles para las manos en los servicios.

Y en otros sitios, ponen botellas y jarras junto al retrete.

Normalmente, en Estados Unidos, puedes pedir cualquier tipo de bidé para el baño, (ahora mismo, quizás no es el momento). Pero estrictamente hablando, este tipo de cosas son solo derivados de la misma cuestión: limpiarte el trasero con agua y para eso no necesitas nada especial. Con el bidé, es mucho más fácil, pero con un recipiente simplemente echas agua y lo limpias de forma natural.

Si quieres, y puedes permitirte el lujo, puedes usar un poco de papel higiénico para acabar o comprobar que todo ha ido bien. Pero no hace falta. Una vez lavado con agua, estás listo. Si queda algo de agua, márcate un Taylor Swift y el resto se irá solo. Créeme.

Después, lávate las manos con jabón. Mientras frotes más de seis veces y enjuagues con agua, las bacterias se irán eficazmente.

Lleva tiempo acostumbrarse, y no creo que la gente lo vaya a aceptar de repente. Pero una vez que domines la técnica, te vas a arrepentir de no haberlo hecho mucho antes.

Te preguntarás cómo acabamos así, usando papel higiénico, y tendrás la esperanza de que todo el mundo lo deje. Al menos hasta que nos quedemos sin jabón.

Este artículo se publicó originalmente en VICE Estados Unidos.