Cómo entrarle al cine del titán sueco: Ingmar Bergman
Todas las imágenes son capturas de Ingmar Bergman’s Cinema en Vimeo, a menos de señalarse lo contrario. 

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Cómo entrarle al cine del titán sueco: Ingmar Bergman

Grande como Hitchcock, Kubrick y Buñuel, y único como su legado, el director cumplió 100 años y ya es momento de que lo descubras.

Artículo publicado por VICE México.

¿Por qué Ingmar Bergman? ¿por qué ver una película que seguramente me hará sufrir? Por la misma razón que vas por un café, una chela o un mezcal con un amigo a platicar: porque necesitas que alguien escuche tus problemas y te de su honesto punto de vista; necesitas ponerte frente a otro ser humano, que te escuche y entienda, sienta, tu dolor; que te diga las verdades a la cara sin piedad para después mostrarte su empatía. Y así es con Bergman, con el cine y el arte en general. Es la catarsis.

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¿Por qué ver a Bergman si ya tienes tu oasis de catarsis en otro lado? Porque te hipnotizará: el misterio que se desenvuelve en cada secuencia, cada escena, los contra obscuros o la luz cegadora o su fetichismo con los espejos y las máscaras. ¿Te suena sensual aparte de misterioso? Es normal, porque lo es. Hay sensualidad de sobra en algunas películas, pero no es gratuita por sólo erotizar al público: es siempre una forma de rebelión o una manera de comunicar algo violento; un sufrimiento, una alegría desmedida o una forma de poder. Los personajes de Bergman lidian con preguntas existenciales a tal punto que muchas veces sientes que te vuelves loco con ellos porque no puedes evitar hacerte las mismas preguntas a través de ellos. Bergman innovó en la estética, estilística y narrativamente. Habla a través de sus personajes acerca de los artificios del arte, del dolor o los trucos de ser artista.

Este director sueco nacido hace 100 años, un 14 de julio de 1918, no dejó nada dentro de sí: cuando retratas al ser humano en toda su naturaleza y complejidad puedes hacer resonar a cualquier ser humano.

Si aún dudas en ver a Bergman te contaremos acerca de su genialidad en el pasado, presente y futuro para motivarte.

El nacimiento de un clásico

Bergman trabajó incansablemente y marcó la historia del cine de la segunda mitad del siglo XX. Con un repertorio de 60 películas y 10 teleseries, el director sueco atravesó distintas transformaciones del cine. Esta obra colosal comienza en la década de los cuarenta (En 1944 con el guión de Tortura o su primer dirección en 1946 con Crisis) y se extiende hasta el 2003 con Saraband por lo que proporciona un amplio panorama de la historia del cine: géneros, modas y la llegada del color, pero siempre cocinados a la bergmaniana. En la década de los cuarenta y principios de los cincuenta podemos ver comedias o dramas románticos en la que los personajes sienten una angustia del porvenir y se preguntan sobre su lugar en el mundo.

Desde estas primeras películas, podemos ver a personajes de artistas que hacen frente a un mundo obscuro, algunas veces afectado por la guerra, y cómo a través de su arte, logran tocar un ligero escape de las tinieblas. La dificultad de la comunicación y la supervivencia de las parejas es retratado con ternura y pesimismo a la vez. En efecto, en esta época Hollywood producía también dramas de pareja y aunque el tono o la escritura no tengan muchos parecidos, es la temática que marca su paso en la historia del cine en distintos países. Bergman ha afirmado que en esa época, sus grandes influencias eran los directores franceses como Jean Renoir o Marcel Carné, genios que también marcaron la historia del cine.

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Las obras maestras de esta época: Un verano con Mónica, Noche de circo (ambas de 1953) y Sonrisas de una noche de verano (1955) no sólo son testimonio de un estilo y una propia voz, sino son también las puertas hacia la revelación internacional causando un revuelo entre el público, la crítica —notablemente entre los críticos franceses como Jean-Luc Godard que se convertirían en los directores de la legendaria Nouvelle Vague—, y festivales — Sonrisas de una noche de verano forma parte de la selección oficial de Cannes y recibe un premio al “humor poético”.

Después, en los años 50, con un estilo único y la experiencia, vienen todas las obras maestras, año tras año, reflejo histórico de lo que los críticos de la Nouvelle Vague en Francia vienen defendiendo como “cine de autor”. En efecto, estos críticos que se convertirían en directores como Jean-Luc Godard, Agnès Varda, Éric Rohmer, François Truffaut, Alain Resnais, Claude Chabrol, Jacques Rivette, entre otros, defienden que las películas son obras de arte y sus autores son los directores. Este manifiesto es conocido como la “Política de autores”. Con figuras de directores como Alfred Hitchcock, Federico Fellini, Akira Kurosawa, Fritz Lang, Orson Welles, Robert Bresson, Jean Renoir, Luis Buñuel, Howard Hawks, Michelangelo Antonioni, y por supuesto, Ingmar Bergman; nace esta defensa del director en el que las películas tienen que dejar de clasificarse como género para verse mas bien como parte de la autoría y obra de sus directores.

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Por consiguiente, cada detalle de la puesta en escena de Bergman es una arena dentro de un desierto y la política de los autores defiende esta manera de ver el cine. Al ver la película en velocidad normal el espectador recibe infinitos granos de arena planeados con maestría, y al ser estudiados con detenimiento podemos vislumbrar la genialidad del autor. A pesar de que cada uno de estos emblemáticos directores sean figuras del Olimpo del cine, cada uno tiene su propio estilo y temas. Las películas bergmanianas se consolidan en estilo con personajes que se preguntan sobre la existencia de Dios, que se afrontan a la muerte y a su existencia efímera en la tierra.

Obras maestras de esta época: El Séptimo sello (película de culto), Fresas salvajes (película de culto) , En el umbral de la vida, El rostro (obra maestra no tan conocida), El manantial de la doncella, Como en un espejo (película de culto), Los comulgantes, El silencio. Estas últimas tres películas forman un tríptico sobre la incomunicación entre Dios y el hombre y el silencio que se crea entre estas dos entidades. Cabe destacar que la mayoría de estas películas y las que serán mencionadas posteriormente formaron parte de los festivales más reconocidos (Cannes, Venecia, Berlin, Oscares, Golden Globes, etc.) y ganaron innumerables premios.

Innovaciones y temas contemporáneos que son más pertinentes que nunca

A partir de finales de los años 50 y a lo largo de los 60, Bergman prosigue con su estilo único pero empieza a reflejar la rebelión de la década y, lejos de asentarse con lo que ya había tenido éxito, comienza a experimentar hasta romper el celuloide de la película. Así es, en su obra culto Persona, la experimentación conoce dentro del estilo bergmaniano, su más fino reflejo. No sólo estéticamente se llevan acabo experimentaciones, sino que la narrativa en la que dos personas se confuden en una ficción, realidad y filmación se vuelven distintos lados de una misma hoja.

Las transformaciones que el arte tiene en ésta época —el paso del arte moderno y las vanguardias hacia el arte contemporáneo— se reflejan, ya no en los diálogos, sino en la manera misma de filmar, la forma de la película y la estructura del guión. Entre los numerosos ejemplos que podríamos discutir, entre ellos la transición al cine digital, uno de los más importantes es el paso a la televisión. En efecto, Bergman, aquel director que muchos juzgan como altamente intelectual y clásica figura del cine de arte, hace uso de este medio no artístico combinando así formatos y expandiendo su público. Como pocos lo saben, la discusión acerca de qué es el cine, dónde y cómo se ve, ya había sido abordada antes de que distintas plataformas de streaming como Netflix existieran. Por cierto, no es coincidencia que estas transformaciones en los formatos de cine se llevaran acabo en las décadas en las que el arte empezó a hacer arte con la pregunta : “¿Qué es el arte?”.

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Obras maestras y claves de esta época : Persona(película de culto), La Hora del lobo (película de culto), Vergüenza, El Rito, La pasión de Ana.

De los 70 al final de su carrera (2003), cada película refleja una búsqueda por seguir experimentando, por ejemplo con el color en Gritos y Susurros. Más allá de hacer una simple transición del celuloide blanco y negro al color, el color se vuelve un personaje. La música también deja de ser un elemento de puesta en escena para ser un personaje y elemento clave para el desarrollo de la película como en la teleserie y ópera La flauta mágica basada en la famosa ópera de Mozart o la obra experimental que retoma la figura del genio musical Schubert en la que distintas formas de arte se confunden en la encantadora En presencia de un payaso. En efecto, hay una madurez en el dominio del arte cinematográfico pero cada película consigue su integridad artística gracias a que: “sigo el mandamiento de que cada película es la última” escribe Bergman en un famoso ensayo llamado Cada película es mi última .

Obras clave de esta época: Gritos y Susurros (película de culto), Secretos de un matrimonio (película y serie de culto), La flauta mágica, Cara a Cara, De la vida de las marionetas, Sonata de otoño (película de culto), Fanny y Alexander (película y serie de culto), En presencia de un payaso, Saraband (película de culto).

Lo eterno de Bergman

¿Qué es entonces lo que recordaremos de Bergman por siempre? Primeramente que el humano tiene infinitas máscaras y se pierde en ellas, que nunca podemos estar seguros de quienes somos ni de quien está frente a nosotros. Por eso mismo el hombre recurre al arte, se sumerge en preguntas acerca de su lugar en el mundo y, frente al silencio que le provee el universo, busca el amor. De esta manera, el “yo” es un infierno, la comunicación con el “otro” (familias disfuncionales, parejas, etcétera) es siempre un laberinto con pasadizos y juegos sin solución pero ver al prójimo, el gran “otro”, buscar su empatía e intentar sentirlo es la única respuesta, por esto mismo siempre recordaremos las apasionadas discusiones entre dos personajes en las que cada uno busca comunicar. Por esto mismo los close-up de Bergman serán algo que nunca nadie podrá igualar y que se quedarán grabados en tu alma. Ver una cara del tamaño de la pantalla entregarse y buscar comunicar es una ínfima porción de las cosas que sus close-up nos pueden hacer sentir.

Sus experimentaciones con el celuloide, el paso al digital y la televisión, la composición de cuadro, su juego de claro obscuros en las películas en blanco y negro o usar el color como personaje, entre otros elementos de puesta en escena, se vuelcan en personajes míticos y resultan en imágenes que se te quedarán grabados por siempre como la muerte jugando ajedrez contra un caballero en El séptimo sello, la cara de Elizabeth que se disuelve en la de Alma en Persona, el rojo que inunda Gritos y Susurros, Elizabeth que ve directo hacia la cámara o el personaje que camina en el techo en La Hora del Lobo, el celuloide que se inflama, payasos humillados, sacerdotes en cólera, gritos, caras, el cuerpo semidesnudo de Mónica. El mundo de Bergman está tejido de sueños e imágenes que son tan poderosas que nunca las podrás olvidar. "Cine como sueño, cine como música. No hay arte que rebase nuestra conciencia como lo hace el cine y vaya directamente a nuestros sentimientos, hasta lo más profundo de la oscuridad del alma", alguna vez dijo Ingmar Bergman.

Para conmemorar los 100 años de Bergman, se están llevando acabo retrospectivas y eventos en el mundo entero. México no es la excepción y la Cineteca Nacional de la CDMX tiene actualmente una retrospectiva sobre Bergman.