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Noisey

Estamos hasta las pelotas del supuesto “resurgir” de los cassettes

Como un efecto dominó, todos los medios se suben al carro del "regreso de los cassettes"

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Supongo que todos conoceréis esa sensación jodida de cuando un "amigo" de Facebook comparte una noticia o un GIF absolutamente caducado, uno que todo el mundo colgó hace más de 3 años. Es una sensación extraña, una mezcla de odio y pena, de vergüenza ajena y compasión. Pues bueno, digamos que mi cuerpo y mente se impregnan de la misma sensación cada vez que aparece un articulillo en un medio generalista sobre el regreso de los cassettes "de toda la vida". Reportajes con avispados titulares como "Rebobina, el cassette ha vuelto" o "No estaba muerto, estaba de parranda". Pasa algo parecido con los "regresos" de los fanzines, los vinilos o los anticonceptivos de la edad media, cuando todos sabemos —sobradamente— que llevan años funcionando al margen de la industria. Joder, incluso el otro día en RAC1 escuché al becario de Jordi Basté hablando con Sergi de Boston Pizza Records y Eduard Bujalance de Tigre Discs sobre cintas. ¿Es que estamos JODIDAMENTE LOCOS O QUÉ? Está muy bien que desde este tipo de medios se promocionen sellos como estos dos de Barcelona pero es insufrible la ignorancia que muestran con este tipo de contenidos.

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Soy consciente de que mucha gente puede sentirse ofendida (sobre todo los comentaristas profesionales de esta presente revista digital) si se le dice que, en contra de sus conocimientos, nunca se ha dejado de editar en cinta y que siempre ha existido una cantidad ingente de pequeños sellos que se dedican a lanzar propuestas musicales en este formato. Es entonces cuando empiezan a aparecer las críticas hacia este sistema alternativo de generar música, afirmando sin contemplaciones que los que compramos a estos sellos somos unos capullos "modernos" que comprarían un cassette con un pedo (así de ingeniosa es la gente) grabado si éste fuera lo suficientemente "underground". Nunca he llegado a entender esta fobia que funciona a modo de apisonadora contra los generadores culturales menos visibles, una actitud que se niega rotundamente a intentar comprenderlos. Negar el arte (o yo qué sé, llamémosla "artesanía en campos culturales") me parece aterrador, triste y mediocre. Y es que a mucha gente le molesta que le digan eso de "yo ya escuchaba a este grupo cuando sacaron esos 7"s en ese pequeño sello de Toronto". La rabia es real pero no puede ser lícita. ¿Qué problema hay? Así es como funciona el tiempo: causa-consecuencia. Me gustaría poder percibir la realidad de una forma distinta, poseer esa nueva conciencia que nos permite entender la existencia como un todo, unir y doblar el tiempo y el espacio; ahora y mañana; aquí y allí, todo junto, todo dentro del mismo pollo relleno. Pero este no es el caso y unas cosas van antes que otras. Es normal que un grupo de música, durante cierta época, estuviera grabando demos y lanzando discos de siete pulgadas en sellos locales pequeños antes de editar en sellos más grandes y aparecer en medios generalistas. Es normal, no hace falta enfadarse por ello. A algunos les puede parecer una actitud esnob pero es un hecho innegable: los grupos y sellos no salen de la nada.

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Ahora nos encontramos con el supuesto "resurgir" de las cintas de cassette pero, ¿somos imbéciles o qué? Cualquier persona que esté metida mínimamente en esto de la música (os recuerdo: comprar discos, interesarse por sellos y grupos, ir a conciertos, leer fanzines,…) sabrá que los cassettes nunca dejaron de fabricarse. Siempre han existido pequeños sellos que editan en este formato y normalmente las bandas presentan sus primeras grabaciones en este formato. Creo que Maximum Rocknroll siempre ha tenido su apartado de reseñas de cassette, la cosa no es precisamente nueva. El cassette apareció a mediados de los sesenta pero no fue hasta más tarde que se popularizó. Si bien siempre funcionó como un formato secundario al vinilo y que con la llegada del CD se vio aún más marginado, hubo ciertas escenas musicales que sí que centraron sus acciones alrededor del cassette.

La cinta tenía muchas características que la hacían la herramienta ideal para ser el formato favorito de pequeños sellos de música limítrofe como el noise, la música industrial, la música electrónica, el hardcore, el punk, el metal, los spoken words, la música de sintetizadores, la música concreta, las cartas recitadas, los field recordings, el audio verité y un largo (y espero que infinito) etcétera. El formato ayudó a generar distintas escenas de gente que compartían propuestas sonoras entre ellos a través de una red de sellos y bandas totalmente ajenas a la industria más establecida. El cassette ya no era una demo, un sampler, que se mandaba a los sellos para terminar editando en vinilo, se había convertido en el soporte final para contener la música y se empezó a tratar como tal. Además, la naturaleza del cassette —un objeto ligero, fácil de empaquetar y muy económica a la hora de enviar por correo; un formato que se podía manipular y duplicar en casa— hicieron que se convirtiera en la joya de la corona de todas estas distintas escenas. Y es que para crear un sello o editar algo de un grupo solamente hacían falta cassettes vírgenes, una doble pletina, sellos y sobres y, de hecho, esto es lo mismo que sigue haciendo falta actualmente. De hecho, alrededor del mundo hay tanta gente haciendo cassettes que ya parece casi estúpido referirse al formato como algo minoritario.

Esto está claro que cambió cuando llegó la oportunidad de grabar CD's en casa, y es que también existe una extensísima escena de sellos que editan en CD-r, y, por supuesto, es cojonudo. El formato es aún más ligero y puede almacenar una cantidad ingente de datos, catad el sello New Age Tapes de James Ferraro o el sello australiano Breakdance The Dawn. No quiero convertir este artículo en un compendio de nombres pero tampoco quería que pensarais que uno se está inventando las cosas.

Toda la teorización que circundaba la cultura de los cassettes la está heredando la distribución digital, ya que permite editar y distribuir las ediciones con una facilidad brutal, pudiendo llegar a todo el mundo de forma gratuita (bueno, necesitas un ordenador con conexión a internet, que es algo que toda persona que vive física y mentalmente en el siglo XXI tiene), generando vínculos de forma exponencial. De algún modo es la evolución lógica. Esto puede ser peligroso porque ayuda a generar monopolios de plataformas digitales —como Bandcamp o Soundcloud. Con los cassettes no tenemos intermediarios, la relación entre el sello y el "cliente" es directa y nadie saca dinero de la gestión intermediaria.

A lo largo de las pasadas décadas ha habido sellos que no han parado de editar referencias en cinta, que no nos vendan un supuesto triunfo del formato. De hecho, su presencia en tiendas sigue siendo mínima, encontrándose únicamente en las más especializadas. Hablemos de nuevo cuando haya un apartado de cassettes en la Fnac y pongan jodidas pletinas en los coches de Google. Que alguien no se haya enterado de algo no significa que no exista. Si un árbol cae en medio del bosque y nadie lo escucha…un momento, esto ya no tiene nada que ver. Doy el artículo por finalizado.

Por cierto, he conseguido escribir estas 1.249 palabras sin mencionar el término "Do It Yourself", todo un hito. Gracias.