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Música

Don Quichotte: la canción definitiva

Una de las joyas más horrendas del pop ochentoso resulta ser la canción total. Hasta Brujería le hizo un cover y Will.I.Am la sampleó.

Hace algunas semanas estuve en la fiesta de unas muchachas hipsters fanáticas de los bandas visionarias y su relación con las aerolíneas. Entre declaraciones rompedoras y loas a la vanguardia del pop, la plática se inclinó hacia los que, para ellas, son los grupos de rock que en una misma canción, “te transportan hacia distintos destinos sonoros”.

Ya una vez me habían tundido un par de artistas modernos a punta de escopetazos conceptuales: que si el paisaje sonoro, que los experimentos de poesía audiovisual, que la literatura y la guaracha de fusión, que la plasticidad sónica de la chingada. El caso es que estas pláticas funcionan muy bien siempre y cuando no pidas explicaciones: lo intenté una vez y lo que sucedió fue el silencio, ojitos pelones en plan irónico y una sarta de lugares comunes en inglés combinado con español de la Condesa.

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Las recomendaciones suelen ser las mismas; el Pet Sounds, las grabaciones de Spiritualized y Animal Collective, los experimentos de los Flaming Lips y cierta etapa de geniecillos alterna-indies como Beck y los Dandy Warhols.

Si la premisa es el collage de sonidos que apela a las referencias de la cultura pop del colectivo, aplicando la ley de la montaña rusa al tradicional formato canción, decido hacer mi aportación a futuras charlas sobre el tema. Traigo a la mesa una canción seminal dentro del rubro del viaje y sus efectos en los sistemas de sonido, nada menos que la gran “Don Quichote” de los malogrados Magazine 60.

En la parte inicial de “Don Quichotte”, el videoclip, vemos a los intrépidos integrantes del grupo descender una escalera de lo que parece ser una estación antigua del metro, ¿con qué motivo? Ni idea, lo cual no nos preocupa ya que todo mundo sabe que en los videos musicales pasan puras pendejadas. Los pianos de cola con rockeros en cubierta echando el solo de guitarra o las chicas desmañanadas frotándose en las paredes en los videos new wave dan fe de ello.

A estas alturas, nos vemos sorprendidos por lo visionarios que han sido los chicos de la banda incluyendo una french maid en sus filas, lo que había sido una tradición no explícita del pop: incluir una gata anodina para cubrir huecos en la plana. Recordemos como existió Nico, Yoko Ono y “el otro” de Wham!, o Chela Lora y el chico de Jessie & Joy, en la actualidad.

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Haciendo gala de un estilo que perdimos con “El Chivo” de Los Bukis, el guitarrista de Magazine 60 se prodiga en graciosas piruetas dignas de tai chi de alto impacto; en un momento, podemos admirar también como incursionan en el arte de las estatuas humanas, chamba que vemos hoy en día en el Zócalo capitalino.

En el plano estrictamente musical, esta canción es una montaña rusa del synth, un viaje por varias autopistas, (citando a las chicas de la fiesta insufrible aquella). Por un lado, un bailador riff de sintetizador que es tan inconfundible como el mismísimo Funky Town, mientras una voz pregunta si puede ser puesta al teléfono con Don Quichotte, sabiendo de antemano que el tipo no está aquí, pues se encuentra en un lugar de La Mancha de cuyo nombre no se quiere acordar.

Se trata de la canción total, con un ritmo que nunca decae, en una suerte de pastiche con aires de italodisco, eurohouse temprano y letras en inglés y español. Esta magia nunca se repetiría en un futuro. Las canciones que el grupo fue entregando se quedaron a la saga frente a este titán de la música de baile, que tuvo penetración comercial en nuestro continente y estuvo en toda fiesta digna del más fabuloso desmelene con aqua net y el tradicional brinquito alternado con movimiento de hacer pipí, que hoy en día se conserva en las fiestas de filiación Polymarchista o en bares de jotitas payasas.

En los últimos años vimos como Brujería, esos Moderattos del Death Metal, entregaron un cover muy mamón del tema. Ya sabemos que los metaleros no tienen sentido del humor y no era el momento de exigirle chistes a sendos palurdos. También Will. I. Am. tomó su cachito del Quichotte, en una canción que habla de la mamarrachería sassy que le heredó su santa madre. Para la posteridad quedan los visos de futuro y los machacones pasos de baile de esta magistral pieza, porque “Don Quichotte” es, ahora mismo, la canción definitiva.