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Música

Hablamos de numerología con Los Tres

El cuarteto chileno acaba de lanzar su octavo álbum de estudio.

Los Tres (que siempre han sido cuatro), es una de esas banda clásicas de rock latinoamericano que se niega a desaparecer. Nacidos en 1987, encabezaron junto con Los Prisioneros y La Ley la primera ola de rock chileno posterior a la dictadura. Con influencias del jazz y el rockabilly, Los Tres la rompieron con canciones como “Olor a gas”, “He barrido el sol” y por supuesto “Déjate caer”, durante los 90.

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Después de su separación en el 2000, Los Tres siguieron siendo un clásico, incluso inmortalizados por los mexicanos Café Tacvba en el EP Vale Callampa. Desde su regreso el 2006 han sacado tres discos de estudio, el más reciente Por Acanga, que salió este año y es la primera parte de un álbum doble. Actualmente la alineación la conforman el bajista Roberto Lindl y el guitarrista y vocalista Álvaro Henríquez, miembros de originales de la banda, y están acompañados por Sebastián Cabid y Boris Ramírez, dos músicos mucho más jóvenes que ellos con una sonoridad más pesada y rockera.

Álvaro Henríquez se puso a echar carreta con nosotros desde Chile, nos contó acerca de sus nuevos compañeros y analizamos los números que envuelven a Los Tres.

Hay dos miembros relativamente nuevos en Los Tres, ¿quiénes son ellos?

Sebastián Cabid, el guitarrista, con quien nos conocemos desde hace un buen tiempo, formó parte de mi grupo solista por ahí en el año 2002, es un músico muy talentoso que toca varios instrumentos y por esta cercanía que tenemos decidí dejarlo en Los Tres, para poder seguir trabajando juntos y pasarlo bien. El baterista Boris Ramírez tocaba antes en un grupo que se llamaba Primavera De Praga, con el tiempo nos fuimos acercando y pasó a formar parte de los Tres. Ellos le han dado una bocanada de aire nuevo y fresco al grupo así que son dos elementos muy importantes.

Hay una notoria brecha generacional entre Lindl, usted y Ramírez y Cabid, ¿por qué decidieron juntarse con músicos tan jóvenes?

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Porque estás generaciones jóvenes se saben las canciones de los Tres de forma perfecta, inclusive se las saben mejor que nosotros. Eso hace que el trabajo sea más fácil y uno lo puede disfrutar más porque en vez de estar enseñándoles las cosas, estos llegaban y se sabían las canciones perfectas, es un placer trabajar así.

¿Cuál es el valor de unirse a otra generación?

Ellos tienen influencias que son distintas, eso hace que el sonido cambie un poco. Además son personas a los que les gusta mucho el rock n' roll, más que el jazz y la música más cerebral digamos. Eso hace que el grupo tome una sonoridad más cruda.

A Rubén Albarrán en sus conciertos lo he escuchado decir que a veces ya le duelen las rodillas, ¿a usted también le duelen las rodillas?

Afortunadamente todavía no. Lo que pasa es que Rubén es como un gimnasta en el escenario, en cambio yo no me muevo mucho, soy más como Robert Smith.

¿Qué es lo más difícil de subirse en un escenario a los 46 años?

Cuando no hay escaleras (risas). Lo que pasa es que al estar siempre tocando y grabando uno no se da mucho cuenta del paso del tiempo, uno está muy concentrado en lo que tiene que hacer, no es que está contando los días y diciendo: “¡Oh! Hoy estoy más viejo o menos mal sigo siendo joven”, nos es una cosa tan importante para mí, hay que mantenerse tocando y cantando y eso es lo más importante. Subirse a un escenario a estas alturas del partido es excelente porque no todo el mundo puede hacer eso, nosotros tenemos la suerte de poder seguir funcionado y tocando y haciendo giras y la pasamos muy bien, yo prefiero estar en el escenario siempre.

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¿Tus nuevos compañeros son muy fiesteros o se van a dormir temprano?

Esa es otra de las cosas buenas que tienen, no son nada de fiesta. Con más fiesteros no, gracias. Ahora buscamos estar bien, estar atentos para que la música salga lo mejor posible, son otras las prioridades a estas alturas. Ellos son gente a la que genuinamente no le gusta la fiesta, pero no las odian, son tranquilos.

Según la numerología, una de las fallas del número tres es la falta de dirección. Después de casi 30 años de banda, ¿sientes que ya saben cuál es su camino o siguen buscándolo?

No, ya tenemos nuestro camino. Después de tanto tiempo uno escoge. Cuando uno tiene veintitantos como que ve cinco caminos y no sabe por cual agarrar, ahora ya sabemos por cual vamos y estamos disfrutando todo lo que hicimos en épocas pasadas.

A pesar de llamarse Los Tres, siempre han sido cuatro: una de las cosas negativas del cuatro es el ser testarudos, ¿esto los ha afectado?

Lo que pasa es que hay que ser testarudo. No sabría decirte si afecto o no afecto, creo que la gente de afuera se da más cuenta de eso, pero sí hay que serlo.

Cuénteme un poco de Por Acanga y Por Allanga.

Es un disco doble, la primera parte, Por Acanga, ya está disponible en digital, la segunda, Por Allanga, estará lista el próximo año. En este nuevo disco, el sonido nuestro se pone más crudo y hemos incorporado cosas como más psicodélicas, tenemos canciones más rockeras, más directas, mezclamos rockabilly con acordeón, algo que nuca habíamos hecho. Tiene de todo un poco, va a haber cosas para quienes les gustan las canciones de amor y si quieren rock fuerte, también hay.

Este es su octavo disco de estudio. Para seguir con la numerología, el ocho simboliza el poder. ¿El poder juega algún papel en este disco?

Bueno, hay algunas canciones que hablan de eso, como “Seguir hasta que salga el sol”, que trata del brazo armado del Vaticano. Hay varias referencias a este poder, tan gigantesco como el poder de Dios. Esta más tirado a ese lado del poder.

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Para dejarse caer con Los Tres pinche aquí y aquí.