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Música

Let It Be: 33 minutos de música con cojones en medio de tiempos difíciles (siempre son tiempos difíciles)

30 años después, a eso suena la música que verdaderamente importa.

Let it be, el disco más importante en la carrera de Replacements, fue un salto al vacío fechado el 2 de octubre de 1984. El disco cuenta desde su propio nombre el origen de su manufactura. Let it be fue un respiro de la dureza punk que habían cultivado durante algunos años. Paul Westerberg estaba muy consciente de que ese camino se agotaría muy pronto, consumiéndose a sí mismo sin llevar realmente a ningún lado. Las emociones del Let it be provienen entonces de esta infelicidad, como casi todas las obras que importan. La creatividad no surge de la comodidad ni de la satisfacción. La frustración de Paul era evidente, sentía que el grupo se estancaba cada vez más y los riffs duros ya no lo motivaban en absoluto. Decidieron entonces fluir, aunque suene a patraña hippie. Y vaya si lo consiguieron.

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El disco los encontró a todos en el pico de sus capacidades. Paul era capaz de escribir sobre cualquier situación que se propusiera. Bob Stinson, el guitarrista estrella, fundador del grupo y desmadroso primordial, aún jugaba un papel fundamental en la confección del disco. Su ejecución era impecable y real. Tommy Stinson apuntalaba cada melodía con su bajo rotundo y Chris Mars no tiene aún el reconocimiento que merece por esas baterías perfectas que jamás perdían el beat, ya acelerado o lento.

El título del disco es un evidente gesto a The Beatles y el propio Paul cuenta que fue una manera de mostrar que nada es sagrado y que los de Liverpool eran sólo una gran banda de rock 'n roll. Nada más y nada menos. No hubo productor que los guiara realmente, por lo que la emoción primordial de las piezas permanece casi intacta. Es un álbum crudo, de las entrañas al papel al estudio. El corazón de cada una explota en cada oportunidad. Los Replacements descubrieron con Let it be que eran capaces de expresar sentimientos, pintar imágenes y desmantelar sus propios límites. Todo comienza con 'I will dare', una declaración de principios a toda prueba. Westerberg lo advierte a través de un gancho infalible. La guitarra perfecta y colorida de Peter Buck atraviesa la memoria mientras Paul toca la mandolina al fondo, guiñándole un ojo al country. Tres minutos del mejor pop jamás hecho mientras repite una y otra vez que si tú te atreves, él también.

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Este álbum es un triunfo del coraje para construir música que importa, que se volvió un salvavidas para sus fieles fans. Replacements solían enfrentar a su público con actitudes que rechazaban las convenciones de lo que significaba ser un punk en aquel entonces. Había que tocar rápido, vestir de negro y evitar a toda costa las camisas de cuadros. Su respuesta más contundente quizá se encuentra en la letra de 'We're coming out'. Para el grupo, Let it be constituía una oportunidad para salirse del cajón en el que todos se empeñaban en meterlos. El riesgo de fallar en el intento siempre estaba presente, sin que importara demasiado. Se siente en cada canción a un grupo que jamás tuvo miedo de andar por la vereda más inesperada, tomando una oportunidad más para arruinarlo todo.

'Androgynous', por otro lado, encuentra a Paul cantando con toda la angustia del mundo contenida en la garganta. Una pieza que exhibe distintos matices sobre la sexualidad diferente en un mundo que entonces juzgaba con mucha mayor dureza. ¿Qué podía haber más punk que escribir una canción sobre un chico que vestía falda y una chica que se adornaba con cadenas? Paul habla de cómo el espejo a menudo no devuelve una mirada reprobatoria; es el mundo, los padres poco preparados para serlo, quienes lo tergiversan todo. Es desoladora porque en el fondo sabe que se seguirán riendo de los 'unisex', de los andróginos que no parecen hombres-hombres o mujeres-mujeres. Sin embargo, la existencia de esta canción fue un remanso para los muchos miembros de su público que atravesaban por una crisis de esta naturaleza y que se sentían poco comprendidos incluso por los grupos que amaban.

'Seen your video' es un himno frontal a todos aquellos músicos cuyas prioridades están descolocadas. Contra el rock de y para farsantes. Sirve de mucho recordar sus cantos aludiendo al hartazgo en estos momentos donde todo parece más artificial que nunca, donde se vuelve cada vez más complicado distinguir entre lo real y lo ficticio.

En suma, Let it be es un disco poco nítido como las emociones que refleja. Es un disco profunda y dolorosamente real. Pasa de chistes sucios a baladas que son heridas a clásicos contra MTV. Let it be son treinta y tres minutos de un grupo con cojones que en medio de tiempos difíciles (siempre son tiempos difíciles), tuvo el valor y la capacidad de componer una obra que conjura la desolación individual y colectiva de la sociedad burbujeante y vacía de los ochenta. Si no lo han escuchado, enfréntense a él con la seguridad de que a eso suena la música que verdaderamente importa.