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En sus letras, Alfredo Ríos ha contado historias que flotan en el ambiente de la tradición popular y otras veces de anécdotas en primera persona para crear, con valores regionales y mitológicos como el honor o las creencias religiosas, un espacio narrativo y de cuestionamiento. Narrativo porque son historias que de otra forma sólo serían dadas a conocer sesgadamente en los medios de comunicación o en las declaraciones periciales. De cuestionamiento porque abre un debate sobre nuestra realidad por medio de una creación artística como la música. ¿Qué así no son las películas de nazis que hablan del holocausto? ¿No será esta nuestra propia Guerra Mundial pero a la mexicana y nos queremos amparar satanizando las creaciones artísticas como la música tradicional fingiendo que ésta hubieran sido antes que la vida misma, que la vida misma en México? Yo estoy de acuerdo con Élmer Mendoza, autor sinaloense de novelas policíacas, que el corrido es desendiente directo de los romances en los cuales se contaba quién mató a quién, quién le bajó la novia a quién, quién hizo tal hazaña.
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