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Música

Lluvia de Muerte: Así estuvo el día uno del Altavoz

Entre el cántaro y el tártaro transcurrió la jornada inaugural del festival original del Valle de Aburrá.

Fotos por Julián Gallo. 

Al Altavoz toca cambiarle la fecha. No hay de otra. Toca contratar a Max Henríquez o a algún otro meteorólogo que sepa de lo que está hablando para asesorarse y buscarle algún otro hueco del año en el que el invierno no sea tan bravo. Es apenas justo y necesario, porque la nube negra que cubrió y la gota gorda que cayó ayer sábado 5 de noviembre en el Aeroparque Juan Pablo II, en plena jornada inaugural, estuvo de todos los diablos. Una escenografía perfecta, pensándolo bien, para un día que pretendía convocar a la plena más obscura, más brutal y más extrema de una ciudad con una marcada tradición musical del tártaro. Y bueno, a pesar de que el inicio del festival tuvo que aplazarse por unas buenas dos horas, los llamados emanaron de la sombra y se parquearon ahí desde las 4 de la tarde para hacerle frente a la lluvia y al relámpago. A pesar del fondo de película, la inclemencia tuvo consecuencias: de nuestra parte, una fuerte: camellar todo el día con los calzoncillos emparamados; de parte del público, vivir el ocaso de algunas melenas, en su mayoría rizadas, que perdieron cuerpo y consistencia a causa del baldao; y de parte del evento, que la mayoría de bandas, sobre todo las locales, tuvieron que mutilar considerablemente sus tiempos de presentación, viéndose obligadas a sacrificar a algunos de sus hijos en nombre de que todas pudieran al menos saludar, lo que hizo que muchos de los shows se vieran deslucidos, como un coito precoz y timorato.

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Pero en fin.

"Municipal Waste is gonna fuck you up!".

Desde la thrasher de Virgina se tomó el escenario principal la jornada tomó más forma y fue más efectivo el ritual de puño y pata.​ De ahí para adelante la noche se puso más oscura y mortuoria, con presentaciones brutales de las representantes regionales No Raza y Cromlech, quienes cumplieron su ritual de invocación con un sonido dantesco y crudo, muy de por acá, sirviendo de antesala para el show de una ilustre del death, Deicide, la veterana de Tampa liderada por el carismático Glen Benton, quien predicó el evangelio satanista en un escenario bautizado con el nombre de un papa, devolviendo a don chuchito a la cruz y mandándonos a todos en un viaje de sonido rojo y negro que nos puso a boliar mecha hasta a los calvos. No calculamos más de cuatro mil personas heabanguiando al unísono y haciendo el símbolo de la cabra con la mano. La noche culminó a eso de las 11. Un inicio justo para un festival que va para largo.Los dejamos con algunas de nuestras imágenes favoritas del día inaugural.