Radiohead es la única banda de rock socialmente indestructible que nos queda

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Música

Radiohead es la única banda de rock socialmente indestructible que nos queda

El quintento ofrece el último pico de sentido en una industria que lo ha perdido todo: honestidad y talento.

​Radiohead es el producto más refinado y último de un sistema en vías de extinción, arcaico, explotador de muchos, masivo y falsamente contracultural. Aunque, debe decirse, un sistema vital y riquísimo en su expresión estética, uno que cambió la vida de millones de personas y, en muchos sentidos, formó las bases sociales de lo que vivimos actualmente en Occidente.

Hoy por hoy, le saca roña a muchos utilizar el mote más común por el que se conoce a dicho sistema: el Rock. Conforme han pasado los años, sus implicaciones juveniles, mediáticas y comerciales lo han alejado cada vez más de una expresión espontánea, rebelde y de implicaciones estéticas profundas. Pensar en "el Rock" en pleno 2016 es más pensar en MTV, con su simpleza grosera y su ánimo comercial forzadísimo, que en las trincheras más violentas del punk o el pensamiento místico de Jimi Hendrix. El Rock, por cómo se fue desenvolviendo a través de los años, tiene un sentir más como de un chiste de tío que de una forma de cohesión identitaria.

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Las razones son muy evidentes: lo que fue un grito de liberación sexual y social para una juventud completamente ignorada terminó por ser un producto de consumo mal manejado. Mal manejado por las disqueras, que quisieron por décadas sacar agua de las piedras; mal manejado por los propios artistas, que veían en la "estrella de rock" una salida fácil a una fama que, pensaban, les iba a resolver todo; mal manejado por un sistema mediático que terminó por pensar en "el Rock" como una productora de chismes y noticias bobas que una expresión seria e interesante. "Oasis Vs. Blur" , por tomar un ejemplo, terminó por reemplazar, en los medios especializados, cualquier discusión un tanto más edificante.

Además (y quizá sea la causa de lo anterior), la promesa liberadora del Rock fue rápida en cumplir su cometido vital: pasó poco tiempo desde la pelvis de Elvis para que las expresiones sexuales de la juventud se normalizaran en el campo de lo social, así como su poderío político y su importancia social. Una vez que el Rock dio voz a una juventud y logró posicionarla, perdió mucho de su sentido.

Es por eso que el público más apasionado por sus expresiones musicales comenzó, poco a poco, a dejar las filas de un Rock industrializado para formarse en los terrenos de otras expresiones, más indefinidas y ricas. El nacimiento de la electrónica y el hip-hop, por ejemplo, lejos está de ser una coincidencia: el Rock dejó de ser vital y comenzó a mezclarse con todas sus ramificaciones, ser lo que no era de inicio, nublarse en condiciones mucho menos definidas.

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Lo anterior, aunado al súbito cambio en nuestros medios de comunicación y posibilidades, lo que transforma el sistema por completo: a la gente le importa ya nada que una disquera le venda la imagen de un Dios sexualmente y socialmente empoderado. De Elvis Presley a Kurt Cobain, el arquetipo de la estrella de rock jugaba ese papel incongruente—el del millonario atormentado. El del artista genuino endiosado por gente como él.

No es descabellado, en este contexto, pensar en la estrella de rock como la de Bernie Sanders o en la de Donald Trump: figuras individuales que adquieren muchísima fama a partir de un sistema, justamente, por no parecer parte del mismo.

Y es por eso que el fenómeno de Radiohead resulta interesantísimo. Thom Yorke y compañía, para los que los llevamos siguiendo desde hace décadas, son los únicos de su especie que sobreviven dentro de la industria musical. "Son como tú", ellos mismos deben tener consciencia de ello, y es por eso que han sabido navegar las complicadas aguas del sistema para vivir de él, sin parecer parte del mismo. Para las demás especies ya no existen más que añoransas del pasado— difícilmente un muchacho de 13 años va a mantener, en el futuro, a una banda como Metallica.

En Radiohead vemos, pues, lo último de lo último que ha de sobrevivir de lo que conocemos como "el Rock". Una banda que ofrece el último pico de sentido en una industria que lo ha perdido todo: honestidad y talento.

Cuando salió a la venta In Rainbows, y la gente se encontró con la posibilidad de pagar lo que quisiera por él, la crítica fulminante, y siempre cierta, era la siguiente: "qué chingón que Radiohead pueda regalar su música. Porque solo la puede regalar… Porque es Radiohead". Es decir: el lujo de actuar como una banda independiente, como una banda que no pertenece a ese sistema, se lo puede dar una banda que se amamantó de él durante años.

Por lo anterior es que habitan ahí, en el Olimpo del Rock, donde ya no queda casi nadie y mucho menos alguien menor a los 40 años. Por una naturalidad y un talento musical y de imagen que los ha hecho, en la construcción social del gusto, socialmente indestructibles.