2016: cuando España quiso ir a ‘Cámbiame’, la cantera del Madrid y comer comida del ejército

Enero de este año queda ya muy lejos. Después de dos elecciones generales, la muerte de Rita Barberá, Bowie y Carrie Fisher entre otros y en medio del más que probable colapso de lo que llamamos "el sistema" tal y como lo conocíamos, la España surgida del hostiazo a Rajoy parece un sueño distante.

En esa etérea y distante España importó una cosa por encima de las otras. Una y sólo una. Una cosa que hizo que decenas de miles (centenares incluso) de personas hiciesen 'clic'. Importaba, y así lo han dicho los datos, 'Cámbiame'.

A finales del 2015, una mujer había acompañado a su primo a 'Cámbiame' y le había dicho a Pelayo que el cambio había sido a peor. La historia la podéis leer aquí pero ese es el resumen.

Visto desde el presente, uno no puede dejar de pensar que a principios del 2016 éramos un país mucho más feliz en el que lo que más nos interesaba era lo que pasaba encima de esa cinta transportadora en la que, además de personas con —en teoría— un pésimo gusto estético, se transportaban sueños y esperanzas.

Y todo siguió, más o menos, su curso, hasta mayo, cuando España, un mes antes de lo que todavía nadie sabía que iban a ser las penúltimas elecciones antes de que se pudiese formar gobierno, volvió a hacer 'clic', esta vez en la historia de Ignacio Martín, un chaval de Tenerife que llegó a la cantera del Madrid, en el que explicaba lo bueno y lo malo de estar en el colegio donde se forman los mejores.

Para rematar, España quiso un poquito de comida del ejército. Parece que, quince años después de acabar con la mili, hay muchos españoles que, o bien la echan de menos o bien tiene curiosidad por saber a qué sabe el ejército. Esto fue en agosto, cuando España ya estaba hasta las mismísimas pelotas de dos elecciones, como si nuestra psique profunda, cuando el año ya llevaba un poco de carrerilla y todos nos olíamos que acababa de apretar el acelerador en dirección a la mierda, se estuviese preparando para las vacas flacas: un poquito de polvo isotónico y sopita de pollo preparada con el hornillo metálico que viene en la caja.

Se podría decir qué, casi de una forma poética, España ha pasado de estar muy preocupada por el devenir tranquilo de la vida divertida y despreocupada que representa la (¿mal?) llamada telebasura a ponerse los huevos de corbata y prepararse para lo peor. O no, yo que sé.

En fin aquí os dejamos el resto del top diez de nuestros artículos para que podáis recordar (o descubrir) lo que nos ha importado DE VERDAD este año.