El supermercado del futuro conoce perfectamente tu dieta

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El supermercado del futuro conoce perfectamente tu dieta

El supermercado del futuro nos dirá el origen exacto de cada alimento, su contenido nutrimental e incluso cuál es su huella de carbono.

"Así es como el supermercado del futuro va a lucir," Luca Setti, el manager del Future Food District Coop, me dice mientras entro a un edificio grande y de forma rectangular en Milán, Italia.

Estoy en la Milan's World Fair 2015, una exposición dedicada a los problemas del mundo y sus soluciones. El tema de esta edición es "Alimentar al planeta, energía de por vida", y me encuentro rodeado de iniciativas ambientales, tecnológicas y sociales. En el pabellón de comida está el proyecto de Coop, la cadena de supermercados más grande de Italia: un prototipo de supermercado del futuro, hecho por Accenture, una compañía estadounidense que ofrece servicios de consultoría y tecnología, y el Laboratorio Ciudadano de Sentidos del MIT, dirigido por el ingeniero Carlo Ratti.

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Todas las fotos son de Fabio Sanna, de Accenture Multimedia Agency.

Cuando le pregunto a Ratti sobre su inspiración para crear este supermercado no duda en contestarme. "Me inspiré en la Literatura", dice. "Una escena que siempre me ha gustado es la de Mr. Palomar de Italo Calvino cuando está inmerso en una fromagerie que le provoca la sensación de estar en un museo, o dentro de una enciclopedia. Esa tienda de quesos es como un museo para Mr. Palomar. Ahí se siente como se siente en el Louvre, pues detrás de cada objeto expuesto hay una historia, una civilización, una cultura".

El resultado de esta inspiración es sorprendente. Para mí, comprar en un supermercado nunca ha sido una experiencia grata; es simplemente un acto mecánico y necesario: entrar, comprar lo que está en la lista que llevo en la mano y salir lo más pronto posible. Sin embargo, en el súper del futuro quiero quedarme durante horas y comprar todo lo que veo a mi paso, desde el vino hasta las naranjas empaquetadas al momento por robots amigables.

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La organización de Coop es completamente distinta a la de los supermercados tradicionales. En vez de dividir la comida en "fresca" y "procesada", Coop sigue la cadena natural de producción: de la fruta/verdura fresca hasta su versión procesada. Empiezas con los jitomates frescos y sigues la línea de producción hasta que terminas en las latas de salsa Pomodoro; comienzas en las uvas y terminas en los vinos.

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En el supermercado del futuro no hay estanterías, y existe una buena razón para ello. "Lo que más nos interesa de este proyecto es la interacción humana", me explica Ratti. "No sólo se trata de los productos, sino de la gente, tanto de los que hacen posible que los productos lleguen al súper, como de los otros clientes, con los que estás compartiendo el espacio y el momento". Así que cuando estés comprando, no sé, bananas en el supermercado del futuro, podrás ver frente a ti a otras personas comprando otras cosas, quizás piñas enlatadas. "Y, quién sabe, quizás inicien una conversación", dice Ratti.

Esta interacción entre los clientes es facilitada por la decisión de Coop de sustituir las estanterías normales de los supermercados con mesas largas de madera. "Es como estar en un mercado local", dice Alfedo Richelmi, gerente general de Accenture. "Necesitamos vernos los unos a los otros, por eso decidimos construir mesas bajas".

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Las mesas, además, son más amigables, pues contienen poco producto (lo que ayuda a no abrumar al comprador) y se abastecen constantemente a través de un sistema de ascensores automáticos. En la parte superior y enfrente de las mesas están unas pantallas que parecen espejos, a las que Richelmi llama —con una sonrisa y mirada de orgullo— "the sails". Estas pantallas negras se encienden en cuanto una persona coge cualquier producto, y muestran toda la información acerca de él: dónde creció, cuáles son sus propiedades nutrimentales, e incluso cuál es su impacto ambiental.

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La noche anterior a mi visita cené radicchio. Con ganas de saber más acerca de mi última comida, busqué el estante del radicchio y tomé un manojo. La pantalla me dijo que contiene vitaminas B1, B2, B3, B5, C, E, K, J, y que sus emisiones de carbono son muy bajas. Vitaminas eco-friendly, ¡bien por mí!

El supermercado del futuro parece ser un paraíso para los obsesionados con la alimentación saludable. Incluso existe una aplicación para los clientes que quieran llevar la experiencia a otro nivel. El consumidor sólo tiene que ingresar los datos de su dieta (si es vegetariano, intolerante al gluten, etc.) y un algoritmo sugerirá los mejores productos que coinciden con la dieta y que están disponibles en el momento de la compra. Además las pantallas que se encuentran en el área de las cajas registradoras muestran infografías sobre los productos más comprados al día, semana o mes. El día de mi visita la cerveza era el ítem más comprado.

Todos esos mapas, información e imágenes proyectadas en las paredes del supermercado me hacen pensar que la tecnología de Vanilla Sky es una simple novata.

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Mientras observo la información del radicchio, vislumbro que justo detrás de mí están unos contenedores refrigerados con carne y pescado empaquetados —prototipos de cómo lucirán los empaques en 2020 y 2050—. "La idea es que la carne se presente en empaques especiales que permitan que el producto dure mucho más", me dice Setti. "Piensa en cuánta comida se tira porque ya no está en el punto óptimo de frescura. ¡Es una locura! El supermercado del futuro busca también generar menos desperdicios, menos emisiones de carbono. Los empaques especiales lo permitirán".

Lo mejor de todo es que el supermercado del futuro tiene los mismos precios que el supermercado normal. "Lo que es caro es construir el supermercado", me dice Pozzi entre risas. "Pero los clientes no pagan por ello realmente".

Por el momento no hay planes de construir un supermercado real. "Por ahora es sólo un experimento que nos deja lecciones importantes", me dice Ratti. "Como decía Alan Kay: 'La mejor manera de predecir el futuro es inventarlo'".