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Música

Harry Styles maduró... Sus fans, no tanto​

Asistimos a un show secreto del ex-1D ayer en la Ciudad de México, y casi no vivimos para contarlo.
Foto cortesía de Getty Images

Ayer por la tarde, precisamente mientras escuchaba "Sign of the Times", me enteré que vería a Harry Styles (aka Papacito BB aka Styles hazme un hijo aka Harry eres mi única dirección) en vivo. No sabía ni siquiera que estaba en el país, menos que tendría un concierto, y es que justo no debía saberlo, se trató de un "secret show". Sin embargo, al llegar al Lunario parecía que habían hecho un anuncio masivo en la Hora Nacional: cientos de personas que no consiguieron entrada esperaban afuera del foro, esperando un milagro, como si las fueran a dejara entrar así nomás; como si esta vida fuera una anarquía, donde el que ruega más fuerte gana… O sea, millennials.

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Al llegar, saqué mi boleto y con cierto placer, me hice camino entre las filas de niñas llorando, a la Moisés en el mar. Al llegar al policía con cara de hartazgo, vendría mi pago karmático: resulta que no podía entrar con mi mochila. Cuando el mar de gente, que nunca me quitó los ojos de encima, oyó que no podía entrar, comenzaron a verme como si yo fuera una pierna gigante de jamón y ellas una masa de huérfanas que llevan días en un isla desierta sin comer. En ese momento, les juro tuve miedo. Nunca, en ningún concierto en mi vida, incluidos todos los Vives, sentí algo parecido. Al salir de la fila, decenas de niñas, sus mamás y sus tías, me rodearon… No, me atraparon.

Fans de Harry Styles un día antes de su show, abordando su camioneta.

"¿Me regalas tu boleto amiga?", "Ni vas a poder entrar", "Regálamelo a mí, vine desde Veracruz", "Ni te has puesto la pulsera", "Dámelo, tú no entiendes… si no entro me voy a matar".

Así. Un par de ellas me jalaron un poco la chamarra, como para llamar mi atención. Obvio, a todas les dije que no se los iba a regalar (Uno, era mi boleto, y así funciona el capitalismo: mi propiedad es mía. Y dos: no mamen, tipo, ¿por qué tendría que regalárselos? Cabe subrayar que todo lo que me decían no sonaba a petición, sino a orden. Es más; sonaba a amenaza).
Sin embargo, sí me puse a considerar que quizá un par de ellas no estaban mintiendo; quizá sí se matarían si no lograban entrar. ¿Qué tal que sí? Nunca se sabe (¿Qué? ¿No vieron 13 Reasons Why?).
Es decir, sí me gustó el disco, sí me gusta Harry, pero no como para matarme si no lo veo en vivo. Por un momento consideré darle mi boleto a una niñita como de 13 años que llevaba 15 minutos llorando, y cambiar el nombre de esta crónica a algo como "Regalé mi boleto de Harry Styles a una niña suicida y me fui a comer taquitos", pero la verdad es que soy un asco de persona y sí quería verlo, aunque no lo amara tanto, aunque no fuera de esas fans que saben el día y año en el que se le cayó su primer diente de leche. Así que le encargué mi mochila al viene-viene, le rogué al cielo porque no me la robara, y entré. No sin antes barrer con la mirada a todo mundo (porque si vas a ser culera, pues hay que hacerlo bien).

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Al entrar, una ola de aire caliente apestoso a pubertad me golpeó. Gritos desesperados y aún más llanto. Debía haber un par de cientos de personas. La mayoría adolescentes, unas cuantas señoras y señores elegantes —supongo primos de los de la disquera o algo así— y yo. Una solitaria morra de negro de casi 30 años (pero bien conservada, claro). Sí, me sentí poquito como pedófilo en concierto de Justin Bieber, pero se me pasó cuando Harry comenzó a hablar sobre la tragedia en Manchester, en la cual más de 20 personas fallecieron el lunes por la noche tras la explosión de una bomba al final de un concierto de Ariana Grande. Harry creció muy cerca de Manchester, y se veía honestamente triste.

"Todos los días tomamos la decisión, cuando nos levantamos, de hacer algo mejor por el mundo. Y les pido escoger ser mejores cada día…"

Pidió un momento de silencio, y explicó que en esta ocasión sólo tocaría un pequeño set acústico.

El caos regresó. Mientras Harry cantaba se veía un cierto grado de frustración en su rostro. Los gritos opacaban todo. Para sus fans era más importante que Harry las escuchara, que ellas a su música, lo cual me pareció verdaderamente triste: un show acústico dedicado a honrar a las víctimas de una tragedia terrible, y nadie puede dejar de gritar "Harry te amo", "Harry, voltea a verme" "Harry te amo más que todas". Algo de perspectiva se perdía en esta audiencia.

Unas cuantas canciones. Unos 30 minutos, no más. "Two Ghosts", y claro, el cierre con "Sign of the Times", provocaron la mayor reacción.

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Fue durante esta última canción que no pude evitar pensar en Manchester, y la posibilidad de morir mientras cantas tu canción favorita de pop. En cómo sí, éstas son la señales de nuestros tiempo… donde estas cosas pasan, donde la gente grita por el hombre, no por la música; donde es válido amenazar con quitarse la vida por no entrar a un show, justo días después de que muchos en verdad perdieron la vida en un concierto…

Un tiempo en el cual un músico con intenciones más grandes que su pasado y, francamente, un gran primer disco solista, tendrá que cargar con estos gritos por siempre. Quizás con cierta molestia, pero también con muchos beneficios (nadie mueve más discos que una horda de adolescentes).

No hay nada de malo en amar a tu artista preferido, nada en absoluto. Sin embargo, ayer —y considerando la tragedia de Manchester— el derrame de lágrimas y gritos desesperados parecía totalmente desproporcionado. En estos tiempos, me parece, habría otras cosas que llorar.

Jimena tiene miedo de las fans de Harry. Síguela en Twitter.