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el número del viaje de fin de curso

En Mallorca, los ingleses se arrojan de los balcones de los hoteles

Para los ingleses que acuden a destinos turísticos como Magaluf, San Antonio y Lloret de Mar, tomar pastillas, beber hasta sudar cerveza y tener sexo (muy) en público con chicas tan quemadas por el sol que podrían pasar...

Para los ingleses que acuden a destinos turísticos como Magaluf, San Antonio y Lloret de Mar, tomar pastillas, beber hasta sudar cerveza y tener sexo (muy) en público con chicas tan quemadas por el sol que podrían pasar por delfines rosa del Orinoco son tradicionales pasatiempos estivales pasados de moda. Ahora los turistas se dedican a coronar una ajetreada noche bailando con LMFAO y Rihanna tirándose en picado desde los balcones de sus hoteles a la piscina que hay varios pisos más abajo. La prensa española lleva los dos últimos veranos cubriendo las historias de ‘balconing’, como se ha dado en llamar, con una mezcla de histeria y schadenfreude. El subtexto, más o menos, es ‘mira lo que hacen estos guiris idiotas’.

Siendo justos, esta parece ser una actividad curiosamente muy inglesa. 14 ciudadanos británicos fueron asociados con incidentes de balconing el año pasado, resultando heridos 10 de ellos. Esta cifra representa la mitad del número total facilitado por los servicios de emergencias, que asciende a 28.

De acuerdo, las estadísticas oficiales no apuntan precisamente a una epidemia, pero una búsqueda del término en YouTube sugiere que es un fenómeno más extendido. Y sea el que sea el número de personas que farfullan “Soy un Dios Dorado” antes de arrojarse a la noche balear, el número de gente que acaba herida o muerta ha sido lo bastante elevado como para crear preocupación en la embajada británica. De los 14 casos de temerarios ingleses de los que se informó el año pasado, 3 tuvieron un desenlace mortal.

El año pasado, la Oficina de Asuntos Exteriores y la asociación de agencias de viajes inglesa ABTA impulsaron una campaña para concienciar al público de la gravedad del asunto. Lo divertido fue que el elegido como portavoz anti-balconing fue Tom Daley, atleta del equipo olímpico inglés de salto de trampolín, siendo su mensaje que esta actividad es muy, muy peligrosa. Aunque sus intenciones obviamente eran buenas (lo son), esto es un poco como escoger a Nacho Vidal para una campaña promoviendo el sexo seguro, o Bear Gryllis patrocinando los beneficios de quedarse en casa viendo la televisión. Con la temporada estival de 2013 cada vez más cerca, veremos si la campaña de la Oficina de Asuntos Exteriores, y el efecto disuasorio de ver los sesos de tus amigos desparramados en un patio cocido por el sol, pueden contrarrestar la influencia de YouTube, la presión de los colegas y las fiestas de espuma con bebida gratis. Apostamos a que probablemente no.