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Vistamos las atracciones turísticas desiertas de Egipto

La revolución destruyó la industria turística de Egipto, que todavía no se ha recuperado

Un niño sentado frente a la Gran Pirámide de Giza con su caballo.

"Hace cuatro años, no se podía ver el suelo de los turistas que había", dice Essam El Zawawy mientras hace un gesto hacia la carretera que pasa frente a la tienda en la que trabaja a diez metros de la entrada principal de las pirámides de Giza.

Mientras habla, la calle está desierta, excepto por un taxi estacionado y un par de hombres bebiendo té y fumando. "Entonces era como una gran fiesta, como las multitudes en la plaza Tahrir durante la revolución", recuerda, en referencia a las manifestaciones masivas en la plaza central de El Cairo que ayudaron a derrocar al presidente Hosni Mubarak en 2011.

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Pero la revolución destruyó la industria turística de Egipto. El derrocamiento de Mubarak fue el comienzo de un período de agitación para el país en el que se produjeron disturbios, inestabilidad política y el nombramiento —y posterior destitución por parte de los militares— de Mohamed Morsi, el primer presidente democráticamente elegido de Egipto. El nuevo gobierno respaldado por el ejército lanzó entonces una ofensiva contra sus enemigos, matando a cientos de personas y arrestando a miles. Todo esto asustó a los turistas.

El turismo representaba más del 11 por ciento del PIB de Egipto y uno de cada ocho puestos de trabajo, según cifras oficiales. Pero en 2013, los ingresos habían caído de 12,500 millones de dólares en 2010 a 5,800 millones; el número de visitantes cayó de 14.7 millones a 9.5 en el mismo periodo. El ministro de Turismo Hisham Zaazou describió el año pasado como el peor en la historia moderna.

Y 2014 puede ser todavía peor. El número de visitantes ha seguido disminuyendo en los últimos 12 meses y en abril se produjo un descenso del 22 por ciento en el número de turistas en comparación con el mismo período del año pasado, según informó el Ministerio de Turismo.

Las tiendas que antes vendían papiros, perfumes y baratijas turísticas cerca de las pirámides de Giza están casi cerradas. Los dueños de los negocios que todavía aguantan se ofrecen como guías turísticos para complementar sus reducidos ingresos.

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El Cairo, que era el destino turístico más habitual, se convirtió en el epicentro de la mayoría de los disturbios en el país. El plan del Ministerio de Turismo de ignorar la violencia y promocionar El Cario como destino turístico no ayudó. Los visitantes que aún se atrevieron a viajar al país eligieron los centros turísticos de playa más baratos y más tranquilos, como Sharm el-Sheikh en el Mar Rojo.

En la capital, el impacto es evidente. Sólo unos pocos turistas visitan el famoso Museo Egipcio, que a menudo está rodeado de soldados, policías y vehículos blindados listos para prevenir o disolver las manifestaciones en la plaza Tahrir que está al lado. Los bazares para turistas están vacíos, a excepción de los abatidos propietarios de las tiendas, los vendedores ambulantes están desesperados y en los hoteles sólo hay hombres de negocios de paso y periodistas.

El nombramiento del nuevo presidente Abdel Fattah el-Sisi —ex jefe de las Fuerzas Armadas que derrocaron a Morsi— y un aparente retorno a un gobierno dictatorial, ha hecho que algunos esperen un aumento en la estabilidad y un consecuente aumento en los visitantes extranjeros. Para los que tienen bocas que alimentar, los derechos civiles son algo así como un lujo. "Yo tengo un negocio, tengo familia y tengo miedo… Creo que Sisi va a hacer algo bueno para el país y todo el mundo [los turistas] volverá", dice con esperanza Zawawy. "Es por eso que he votado por él".

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A pocos kilómetros de las pirámides de Giza, el Pueblo Faraónico pretende recrear cómo era la vida en el antiguo Egipto. La atracción se trata de la reconstrucción de un antiguo asentamiento egipcio y también cuenta con una selección de pequeños museos. Esto incluye uno dedicado al ex presidente Anwar Sadat, que muestra su cepillo de dientes y el aceite que se ponía en el cabello.

Un hombre duerme fuera de una tienda y un hotel cerrados en una zona turística cerca de las pirámides. Los vendedores ambulantes y los guías son mucho más numerosos que los turistas, tanto aquí como en las propias pirámides.

El guía Ahmed Hosni declaró a VICE News que el pueblo tenía más de 300 empleados antes de la revolución, pero que ahora no eran "200 y algo". Sea cual sea la cifra, lo cierto es que superaban ampliamente en número los visitantes. Un viernes, el día más ajetreado de la semana en la atracción, los únicos visitantes de la versión en inglés de la visita guiada eran dos turistas holandeses.

"Desde la revolución vienen muy pocas personas, están asustados", dice Hosny. Él también espera que la elección de Sisi ayude a restaurar algo la normalidad. "Hemos estado sufriendo. Con [la elección] de Sisi todos los egipcios esperan que llegue el fin [de esta crisis]”.

El zoológico de Giza también intenta atraer a los turistas que visitan la zona, aunque no había ninguno a la vista durante este fin de semana. Esto tiene un gran impacto en sus ingresos ya que los extranjeros pagan seis veces lo que los egipcios pagan por entrar.

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El zoológico está cerca de la Universidad de El Cairo, donde se han producido frecuentes enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad, y también de la Plaza de Nahda, la ubicación que tuvo durante el verano pasado un gran campamento de protesta de los partidarios de Morsi que terminó siendo dispersado por las fuerzas de seguridad, matando a decenas de personas.

El zoológico fue noticia el año pasado después de que medios locales informaron de que una jirafa se suicidara (el personal dice que fue un accidente). Tres osos negros murieron en mayo, en circunstancias desconocidas en lo que la dirección del zoológico califica como un "motín" de osos. Los empleados asedian a los visitantes con libros de fotos y cámaras antiguas, ofreciéndoles la oportunidad de tomarse una foto con un león bebé.

Las pirámides en sí están casi desiertas. Hombres y niños montados en caballos y camellos constituyen, por mucho, la mayor cantidad de gente en el interior del complejo. Algunos están resignados y tristes. Otros están desesperados y son agresivos, e intentan engatusar a los turistas para que se hagan una fotografía, sin dejar de pedirles más y más dinero.

Estantes vacíos que los vendedores utilizan para vender sus productos a la salida de la pirámide. Algunos todavía esperan con una selección de baratijas a los visitantes que pasan. Algunos, con menos escrúpulos, han comenzado a vender trozos de las pirámides.

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Los camellos se sientan por las pirámides esperando a personas que quieran viajar o tomarse una foto con ellos. Zawawy dice que antes de 2011 normalmente no daba abasto con los turistas que había.

Un cartel a la entrada del pueblo faraónico que sugiere que no hubo un gran número de visitantes el mes pasado.

El recorrido comienza con un viaje en bote al rededor de la "aldea", que está situada en una isla del Nilo. Una grabación que te hace sentir en una película de acción ochentera te presenta a los dioses egipcios, una recreación de el bebé Moisés siendo encontrado en los arbustos, y actores simulando trabajos de granja.

Un hombre y un maniquí se hacen pasar por antiguos pintores egipcios. Los actores también recrean otras artes y oficios, incluyendo la escultura, cantería, momificación, la fabricación de cerveza y la elaboración del vino. Cada actor repite lentamente las mismas tareas para cada grupo de turistas, después deshace el trabajo que acaba de terminar y comienza de nuevo.

La parte a pie de la visita comienza con una pequeña, pero llamativa recreación del Templo de Luxor. Los guías turísticos enseñan a los visitantes a pedirle permiso para entrar a un actor que lleva una piel de leopardo falsa y que interpreta a un sumo sacerdote. El mismo actor hacía de pobre en otra parte de la visita.

Dentro de la reproducción de una antigua casa egipcia adinerada, la "esposa" está sentada en la alcoba usando una corona de papel.  

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Un camello come un trozo de zanahoria de la cabeza de un niño egipcio. El personal del zoológico ofrece a las familias la oportunidad de tomarse fotos con la esperanza de recibir propinas.

Una taquilla cerrada con la huella roja de una mano. Hay partes del zoológico cerradas o en mal estado.  

Un niño frente a la tienda de máscaras de terror del zoológico. Las tiendas de venta de artículos de recuerdo tienen pocos clientes, y varios cafés y restaurantes están cerrados.  

Un hombre sentado en un área de descanso rodeado de basura. El zoológico es frecuentado por los egipcios que pagan una pequeña parte del precio que se cobra a los turistas, muchos lo visitan porque es uno de los pocos espacios verdes de la ciudad.

Dos monos se sientan inmóviles en sus jaulas. El zoológico no tiene un buen historial de atención a sus animales y muchos tienen un aspecto bastante enfermizo.  

Este artículo fue publicado originalmente en VICE News.