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Hijo de la ira

Exorcismos puritanos: cinco blasfemos que deben ser juzgados por la Procuraduría de la Defensa del Heavy Metal

El solo es de quien lo trabaja y nadie lo ha hecho mejor que el rock. Por lo tanto, nunca debió salir de las cuerdas de una guitarra eléctrica y debería estar prohibido para otros géneros.

Con la entrega anterior, varios puristas se indignaron por haber incluido al Super Show de los Vázquez en un listado indigno de la buena música. Me acusaron de sacrílego por mencionar a Pérez Prado como pionero involuntario del jazz. Me acusaron de gustos chabacanos y de inculto en materia musical.

A todos ellos les digo que tienen razón.

El solo es de quien lo trabaja y nadie lo ha hecho mejor que el rock. Por lo tanto, nunca debió salir de las cuerdas de una guitarra eléctrica. Es más, debería estar prohibido para otros géneros. Sobre todo ahora que el heavy metal está en vías de convertirse en una religión. Incluso se ha abierto una carrera universitaria.

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A este paso, no debe tardar mucho la creación de la Procuraduría de la Defensa del Heavy Metal (PDHM), la cual, velaría por el cabal cumplimiento y respeto de esta corriente cultural. Asimismo, cuidaría de sus feligreses de cualquier ataque, ofensa o discriminación.

Antes de eso, sus simpatizantes tendrían que acreditarse como fieles en activo del cuero, estoperoles y greña larga. Me viene a la mente una especie de bautismo con riffs de fondo, batería ametrallante y cánticos guturales de todo tipo. El templo sería un barcillo de mala muerte, como indican los 10 mandamientos del heavy metal (no existen, pero ya no deben tardar). Padres, padrinos e invitados —por obvias razones— tendrían que presentarse de rigurosa camiseta negra con estampados de la banda que oye y que a veces no sabe ni pronunciar; pantalones viejos —y negros, claro—; zapatos del mismo tono pero que no sean muy costosos (para no ser acusados de hipsters) y con una mata lo más larga que se pueda; entre menos cuidada, mejor. El vino sería sustituido por cerveza y el incienso por mota o tabaco. No vendrían mal tatuajes a destajo, piercings por docena, expansiones por racimos y una cara como de no haber cagado en tres días.

Una vez aceptado en el dogma de marras, el metalero podría presumir a amigos, familiares, novia y conquistas en turno, su credencial —pergamino, placa o correa— con fotografía incluida, firma con sangre y holograma oficial para evitar copias.

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No me lo tomen a mal, pero sucede que en años recientes, en México nos hemos vuelto tan proclives a sumarnos a causas tan impostergables como la adopción de perros callejeros sin sarna, la recolección de pilas en oficinas lindas o participar en protestas para que los toros de lidia no sean asesinados por los toreros, aunque después le entremos con fervor a los tacos de suadero, provenientes de vacas apuñaladas con métodos similares o incluso peores que los usados por los tablajeros.

Asimismo, el heavy como secta religiosa, reuniría a los de la vieja escuela, esos que andan por la vida con un solo par de jeans y botas. También a los que creen que el heavy comenzó con Moderatto. No faltarán los advenedizos que escuchan metal para aparentar rudeza, aunque en el fondo sean más ñoños que Lolita Ayala.


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Por otra parte, la PDHM emprendería una campaña para exigir castigo a aquellos que se han atrevido a injuriar la divinidad de rock (pronúnciese con los dedos engarruñados, haciendo cuernitos).

Uno de los primeros enjuciamientos podría ser contra esos solos sacrílegos. Aquellos ejecutados por guitarristas que han osado a utilizar algunas características del heavy metal en detrimento de las enseñanzas de Van Halen. Ejecuciones que no deberían existir por pertenecer a géneros vulgares como la cumbia, la balada grupera y demás estilos expulsados del paraíso de Tony Iommi.

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He aquí los cinco primeros acusados de blasfemia:

1.- Las huestes metaleras exigirían que Amador Alvarado (de un grupo que de manera contradictoria se hace llamar Liberación) ardiera doblemente en los fuegos del infierno heavy: por ser grupero y por haber engendrado un solo tan impío como el de esta balada llena de melcocha y lugares comunes. No conforme con copiar riffs y efectos, Alvarado lo interpreta a bordo de una Ibanez JEM como la que usa el maestrazo Steve Vai. Bastardo, maldito e indeseable, serían algunos de los epítetos contra esta ejecución.

2.- No sería mejor la suerte de Enrique Núñez, del grupo Nativo Show. Su maldito solo en este tema posee, además de tintes evidentemente metaleros, cierta destreza que envidiarán no pocos aficionados al cuero y la mata. Empalamiento o la pera serían algunos de los castigos para hacer pagar esta blasfemia contra el evangelio según Kirk Hammett.

3.- Para Gustavo Ángel, vocecilla y guitarrista de esa tristemente célebre llamada Temerarios, se tendría reservada la doncella de hierro, para que el metal haga justicia y para castigarlo por esta impía ejecución de un solo que será juzgado por Dimebag Darrell en sus divinos aposentos. Asimismo, son los culpables de chotear el look metalero de los 80, en región 4, claro.

4.- Adolfo Maldonado y todo el grupo de Los Felinos, no conformes con vestir piel y estoperoles, fabricaron esta pegajosa cumbia en cuyo solo, además de ser condenado a la hoguera de las canciones injuriosas, el guitarrista da mal uso de las enseñanzas del reverendo Jimmy Page. Someterlo a El Cepo para luego ser lapidado en un concierto de Slayer sería el veredicto de la Maldita Inquisición del Metal.

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5.- Admirados hasta por Korn (lo cual abriría otro juicio para metaleros sacrílegos), Los Bukis representan la más grave afrenta contra las sagradas escrituras de Zakk Wylde. En este tema, Joel, el hermano del John Lennon mexicano —o sea Marco Antonio Solís— ejecuta un solo introductorio y otro hacia el final del tema. Ambos podrían ser llevados a la guillotina con todo e instrumento. No sólo por la aberración creada, sino por el vituperio de llevar un panderista bien pastel, estado de conciencia sólo permitido para los metaleros de buena cepa.

Para evitar cualquier injusticia de las tropas metaleras, bien podemos comenzar a aprendernos las oraciones que nos eximan de todo castigo: "Oh, Dave Mustaine, no tomes en cuenta sus pecados, sino la fe en tu metal, y conforme a tu palabra, concédeles el riff y la ebriedad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Ramén".

@balapodrida